Por Indira Carpio Olivo
Me han pedido escribir un perfil de
Silicon Valley, el Valle del Silicio, información que consigo
principalmente a través de sus buscadores, y a mí que se me da mal
el uso de la tecnología se me da mal también hablar de ella. De acá
en más, la responsabilidad es suya:
Su principal bastimento es masculino,
tipos sin corbata, inspirados por Matrix, un batallón de machos “al
rescate de la humanidad”. Dominan los mecanismos en los que “viaja”
la información en la aldea global. Son los papaupa de Apple,
Google, Facebook, Yahoo, Linkedin, Twitter, Snap, Hewlett Packard,
Nokia, Adobe, y otras miles de start-ups, pequeñas empresas en
formación en el área tecnológica.
Cualquiera que los mira puede hacerse
una idea de lo que es ser “gente progre”: el símbolo de Apple es
en honor a un científico gay muerto por una manzana envenenada,
algunos son homosexuales, algunas mujeres componen el consejo
directivo de las principales compañías, eco-responsables, simples,
diversos, inteligentes (nerds), dinámicos, prósperos, carismáticos,
capaces de creer que pueden inventar el futuro.
Se los puede ver en zapatos Crocs y
medias, tipo Steve Jobs, de bluyín y franela cuello Mao, siendo
interpretados por Hollywood como el héroe; o más “casual”, tipo
Bill Gates, el villano y “regenerado”. Ambos, entre las personas
más adineradas del mundo (aunque el primero haya muerto hace seis
años), mentes brillantes al servicio del dinero, en lo que se
convirtió en la revancha de los nerds.
Son los gurú, el prototipo del hombre
Silicon Valley.
De Jobs se dice lo que de Mark
Zuckerberg, el amo de Facebook, no sólo que son vegetarianos sino y
que se robaba las ideas, las pulía, las perfeccionaba y las hacía
propias. El uno como el otro, señores de la propiedad del
conocimiento, desvalijaron el conocimiento. Todos, preocupados por el
medioambiente viajan en bici, y sus productos están hechos con
productos que afectan directamente a la naturaleza. Muchos,
preocupados por el flujo de información y la privacidad son acusados
de surtir a oficinas de inteligencia del Gobierno de Estados Unidos
bajo la premisa de la seguridad de Estado.
No todo lo que
comunica es Silicio
El territorio de “engorde”
intelectual, representa una de las mecas del capitalismo, una piedra
en la pecera en constante renovación y “crecimiento”, de cuyo
moho no se habla.
El Valle del Silicio es aseado por
minorías étnicas y presidido por gringos y asiáticos. Según el
informe de una organización estadounidense, dedicada a defender los
derechos laborales, llamada Working Partnerships USA
(http://www.expansion.com/2014/09/01/directivos/1409593922.html),
65% de los ingenieros son blancos y el 76% de los jardineros, latinos
o afroamericanos. Los desarrolladores de software ganan hasta seis
veces más que un guardia de seguridad, o un bedel.
Sólo 30% de su corpus sería femenino.
La firma de abogados Fenwick & West apunta que sólo hay un 11%
de mujeres en puestos de responsabilidad en las 150 mayores empresas
de Silicon Valley. Además y como si no fuera suficiente, 60% de las
mujeres en el parque tecnológico ha sufrido acoso sexual en las
empresas, publica un estudio Elephant Valley
(http://elpais.com/elpais/2016/07/28/estilo/1469714693_065298.html).
Ellos mismos, en el Índice de 100
páginas Silicon Valley Index
(http://www.jointventure.org/images/stories/pdf/index2016.pdf),
analizan sus cifras para 2016: 26 de cada cien son latinos, y 2
afroamericanos. Ahora, ¿cuántos de ellos dirigen sus compañías?
Las primeras damas de la Web (twags:
esposas y novias de millonarios de la tecnología, por sus siglas en
inglés), trabajan por la inclusión y el adiestramiento de las
minorías sociales (casualmente también étnicas) en la pequeña
comunidad científica.
Recientemente, las tecnológicas que
hacen vida en al sur de la Bahía de San Francisco, California, se
unieron para hacerle frente a la decisión de Trump de vetar
temporalmente la entrada de ciudadanos de siete países de mayoría
musulmana (Siria, Irak, Irán, Yemen, Libia, Somalia y Sudán),
debido a que 37, 4% de su plantilla es extranjera.
(http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/06/estados_unidos/1486372453_749082.html?id_externo_rsoc=FB_CM)
Incluso uno de sus consejeros ha dimitido a su cargo porque además
de apoyar a Donald, también es la cabeza (CEO, siglas inglesas de
Chief Executive Officer, o director ejecutivo en español) de Uber.
El decreto del nuevo presidente de
EE.UU. perjudicaría una de las máximas de Silicon Valley (y también
de las tecnológicas de Seattle: Microsoft, Amazon y Expedia): la
caza de talentos. Talentos según los cuales los títulos
universitarios, la instituciones universitarias, la empresas fundadas
e incluso las empresas quebradas (la realización del American
dream), son el pasaporte para las inversiones en el paraíso del
capitalismo en “donde los multimillonarios están más densamente
concentrados y donde la desigualdad es abismal”
(https://actualidad.rt.com/economia/166837-eeuu-silicon-valley-nuevo-orden-economico).
29 de las catalagodas como las 100 mejores universidades están en el
Valle del Silicio, y es que su óvulo fue fecundado por la idea del
profesor de la Universidad de Stanford, Frederick Termann, de crear
un gueto intelectual para el desarrollo de una zona, dominio de la
academia.
La fundación del Valle que recibiría
el nombre de silicio gracias a los trabajos de William Shockley con
el elemento químico para elaborar transistores, se cimentaría en
traiciones, robos, engaños y fracasos y fundamentalmente en la idea
de la propiedad intelectual como panacea de la sociedad actual.
Y, siendo que controlan los vehículos
en los que viaja la información, su papel en el tablero económico y
político se reconfigura a medida que el siglo XX acaba y el XXI
florece.
La influencia de las llamada redes
sociales en la política contemporánea se ha redimensionado desde el
uso de los dispositivos móviles en los que el usuario-ciudadano
puede “militar” desde el twitter, el facebook, el instagram, en
contra de los poderes establecidos, general y casualmente incómodos
a los intereses de Washington, tales los casos de Túnez y Egipto en
2011 y los intentos de revolución de colores en países como
Ecuador, Venezuela, Brasil, de corte progresista.
Mami, qué será
lo que quiere el negro
No es casual que Barack Obama, tras su
paso por la presidencia de EE.UU., visualice su tránsito por Silicon
Valley como inversor, porque en palabras del expresidente las
conversaciones que mantiene con el Valle de Silicio y con empresas de
capital riesgo “tiran para el mismo lado” que sus “intereses en
la ciencia” de un modo que encuentra “realmente satisfactorio".
(http://www.20minutos.es/noticia/2784164/0/barack-obama-futuro-trabajo-empresas-capital-riesgo-inversor-silicon-valley/#xtor=AD-15&xts=467263)
Obama, no sería el primero y suponemos
tampoco el último. En 2005, Colin Powell se unió a la firma Kleiner
Perkins Caufield Byers, así mismo en 2007, el exvicepresidente Al
Gore. En 2012, Condoleezza Rice se asoció con Khosla Ventures.
Pero, más allá de las inquietudes
laborales de Obama, los nerd del silicio ya habían pasado por su
vida, colocándolo en el trono de la que se supone la “supremacía
política” en el norte de América, la presidencia de los Estados
Unidos, porque -palabras más palabras menos- se han constituidos
como los amos de la economía mundial y su intervención en la
política goza de buena salud.
Obama, en vez de ir con el consejo
editorial del New York Times como cualquier mortal, candidato a la
presidencia, fue sólo a la sede de Google, una intervención que en
el análisis de Diego Beas en su libro La reinvención de la política
“resultaría crítica y establecería las bases de uno de los
vínculos más importantes de la campaña presidencial de 2008: el
que se creó entre Obama y la comunidad tecnológica de Silicon
Valley”
(http://prodavinci.com/2011/01/10/actualidad/la-reinvencion-de-la-politica-obama-internet-y-la-nueva-esfera-publica/).
No es gratis su campaña anti-Trump.
Si de perfiles hablamos quién se
parece al tipo bonachón, caballeroso, “feminista” (por favor, es
una ironía), deportista, inteligente (tan inteligente como para
sentarse durante ocho años “a gobernar el mundo”), un gran
comunicador (manipulador: posiciona el símbolo antes que los
hechos), Nóbel de la paz (con siete guerras en su haber), y
además... negro (de accionar blanco, blanquísimo).
Propietarios
No obstante, ¿cuańto tiempo serán
adversos al nuevo presidente, también empresario? ¿Cuánto tiempo
les tomará negociar los cambios, para que nada cambie? Después de
todo, los hombres del Valle del silicio primero que científicos,
ingenieros, innovadores... son propietarios.
Se dice que las enormes sumas que la
principales compañías del Valle dedican a la “caridad” compiten
con los aportes hechos por sectores gubernamentales, convirtiendo su
participación en un hecho político y en consecuencia su papel -en
la sociedad y en la toma de decisiones- cuando menos como influyente.
Son un “gran bastión” en Wall Street.
Según Forbes, de las cien personas más
ricas en el planeta, cuarenta son integrantes, fundadores de empresas
de Silicon Valley (o lo fueron: caso Bill Gates quien encabeza la
lista). Al contrario de muchos multimillonarios, Mark Zuckerberg
subió los peldaños en el ranking mundial, debido a que su fortuna
crecería incluso y a pesar de la crisis en 2016. Ben Silbermann y
Evan Sharp de Pinterest ocuparon su puesto en la lista. Lo mismo
Larry Page y Serguey Brin, de Google.
En la lista de las
empresas más valiosas del orbe lidera Apple, seguida de Google,
Microsoft, Amazon.com y Facebook.
(http://www.forbes.com/sites/howardhyu/2016/12/22/silicon-valley-in-2016-a-new-world-order-begins-to-arise/#734f4c1c2f80)
En una sociedad en el que el dinero
hace y deshace: ellos llegaron para ser dueños del mundo.
¿Quién lo diría, con esa carita de
gafos?
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