martes, 7 de febrero de 2017

Gastronauta 106 #FreeMelania




¿Cuántas mujeres te han querido “salvar”? ¿quien te quiere “salvar” está “salvada”? A Melanija Knavs la quieren salvar las feministas blancas anglosajonas liberales que no han querido-podido-sabido salvar a las mujeres afganas, sirias, iraquíes de sus bombas, o a las afrodescendientes, hispanas, musulmanas, del acoso de sus iguales en su propio territorio. La quieren salvar mujeres en sus jaulas.

A la inmigrante, ahora esposa del presidente de Estados Unidos, le han dado hasta con el tobo, que si fue ilegal, que si es una puta, que si el hijo es retrasado, que si está obligada, que el marido le pega. Digamos que Trump, un idiota máximo, el máximo de los idiotas, ha llegado a la presidencia en un momento en el que el sistema pone y depone a los más grandes titanes de los negocios en los tronos presidenciales (ver caso argentino, brasileño, la promoción de Lorenzo Mendoza en Venezuela). Digamos que Melania aplica como mujer florero. Digamos que sufre el síndrome de Estocolmo (pero ¿quién no en EE.UU?). Digamos que está en la Casa Blanca “obligada”, atentida por miles, “secuestrada” por los diseñadores, una modelo que “odia” que la atención se centre sobre ella. Digamos que no la enreja (como a tantas, paro no generalizar) el patriarcado.

Digamos que no hubiese ganado Trump, sino Hillary ¿saldrían las feministas a salvarla del marido-viejo-verde? ¿se levantarían las feministas cuando su candidata exclamó “Vini vidi vinci” al matar a otro presidente en Libia, llevándose por delante familias enteras?

Los feminismos a conveniencia hieden.


De padre chofer (comunista) y madre costurera, Melania nació en la Eslovenia de Tito. Cualquiera que la mire no podría ni imaginarse un origen más humilde. Para lo único que aparentemente le ha valido su raíz ha sido para negarla. Ahora bien, para qué nos sirve este dato a algunas mujeres. Pregúntese bajo qué preceptos está criando a su hija, porque aunque no esté en el ADN, una niega o repite a su madre, a su padre, y hay algo en los hijos de los pobres, de los revolucionarios, de la gente de izquierda que muchos descendientes niegan.

Sino me cree, mire al hijo de Fabricio Ojeda, a quien le disgusta que los restos de su padre sean trasladados al panteón nacional (donde reposan los héroes de la nación) por el gobierno venezolano, a quien compara con la dictadura que mató a su progenitor. Algo no estamos haciendo bien.

Ese algo incluso puede ser el hecho mismo de parir, de traer al mundo a personas que nos repitan, repitan o nieguen. Que sean más los que repitan al corrupto y menos los que repitan a la costurera ¿Qué de malo hay en ser costurera? ¿qué de bueno hay en firmarlo todo como revolucionario (la minería “ecológica” por ejemplo) siendo más de lo mismo, la misma cagada con otro collar?

Digamos que por nuestras contradicciones nos conoceréis.

Digamos que Melania es tan libre como usted, como yo. Digamos que unas jaulas pesan menos y otras más. Digamos que pasamos de una jaula a otra a conveniencia. Digamos que ser mujer es una jaula. Digamos que ser humano es una jaula ¿Como podemos señalar en otra lo que en nosotras no está resuelto? Demos tiempo a Melania para que cometa sus propios errores y miremos cuánto de Melania hay en nosotras. En un verso: mírese el culo antes de criticar el ajeno.

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Por último, Donald Trump es un xenófobo, sexista, un cerdo capitalista. Y ahora también, presidente. Pero es principalmente un bocón. Es decir, un hombre de showbusiness acostumbrado a las polémicas y el espectáculo, al que en algún momento lo harán entrar por el aro. La guerra a muerte contra Trump no tiene que ver con su xenofobia (¿quién guerrea contra las políticas xenofóbicas de la Unión Europea?) ni contra su sexismo (¿quién le guerrea el marido de Hillary?), sino con una suerte de indefensión de todas y de todos, con un no saber a qué atenerse, o simplemente atenerse a lo peor.

Cambiemos el objetivo. La causa no es Melania, la causa es usted, soy yo, somos todos: #FreeWordl.

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