domingo, 28 de febrero de 2016

Poesía o nada 17

Poema:

LOS DESCANSADOS
Por Adal Hernández (Venezuela)

“Los que vivieron
los diecisiete rostros de la sonrisa
y un poco más…”
Fernando Retamar

Los de dulces sueños
y serenidad espiritual
Los albarazados de dientes pelados
y buenos días
Los que pueden respirar tranquilos
y dormir hasta las diez de la mañana
Los apacibles ante todo
y desojerados en siestas crepusculares
Los que dormitan sosegadamente
sin que nada los perturbe
Los que deciden cuándo duermen
y cuándo se despiertan
Los que no se cruzan con la humareda soñolienta
de algún pensamiento suicida o catastrófico
Los que no escuchan gritos en las madrugadas
ni ven el penar de su propio espíritu
danzando la muerte en los pasillos
Los que jamás sentaron la belleza en sus rodillas para injuriarla
y viven temporadas celestiales
Los que rinden las jornadas en todas sus capacidades
y se conforman con sueldos
religiones, fiestecitas de cumpleaños y días feriados.

Los descansados
conformes, domados,
reprimidos
sin problemas existenciales
con sus sentidos en orden.

Los que jamás volaron cerca del sol
hasta quemarse las alas
ni se desvelaron lo suficiente
por un amor,
por una idea,
por soñar despiertos.

Mujerícola 38: Bicho


Yo no era comunista a los cuatro años. Fui pobre. Y eso me ubica de un lado de la historia del que no quiero irme: prefiero esclavo, que verdugo.
Era febrero de mil novecientos ochenta y nueve.
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Mamá, limpiaba casas ajenas. Y con las manos con que recogía la mierda de extraños por la mañana, enseñaba a leer y a escribir por la tarde. El día le alcanzaba para criar a tres hijos y para estudiar.
Papá, recortaba el monte en solares vecinos los fines de semana, era chofer en una tabacalera en horario regular, y taxeaba en las noches. Además, levantaba las bases de nuestra casa.
Mientras, dormíamos los cinco en un cuartito hecho con paletas, sobre un colchón que se sostenía en cuatro bloques.
El copete de nuestra cama era la ventana de la casa vieja, donde nacía la nueva. La mañana del día dos de febrero de ese año, de ésa ventana nació un escorpión, que me supo camarada, me picó: mamá saltó en el pellizco y papá me llevó ligero a la medicatura. Lo que faltaba, una hija envenenada.
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jueves, 25 de febrero de 2016

Mujerícola 37: Anaïs


(Escritora franco-estadounidense 1903-1977)

Espera que su madre y su padre no estén.
Los mira partir por la ventana.
Tiene cuatro años y cuatro minutos para venirse.
Coge una almohada, la coloca bajo su vientre, se tira contra el sofá, se restriega hasta que la desesperan “las cosquillas”.
Sonríe y aprieta los ojos.
Se deja ir.
Espera un poco.
Repite.

Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell, la bautizaron. Prefiere que la llamen Anaïs.
Sus padres van a La Habana y vuelven al apartamento próximo a París. Durante esos minutos, Anaïs reconoce en sus manos el cuerpo de la mariposa: y escribe en medio de los labios, su historia.

Por las noches se autoimpone la penitencia: reza treinta avemaría, o las que puede antes de caer dormida en un orgasmo.

martes, 23 de febrero de 2016

Gastronauta 73: Sequía




No quiero escribir. Pero sobre todo, no quiero leerme.
A mi hija de dos años le adormece este cuento de todos los lunes.

Se terminan los Expedientes. Ya sembré los bulbos de lirio y la cúrcuma, recorté el malojillo, calenté dos veces el masala chai. Volví. Y, nada. Hay luna llena. Corregí un poema de Ernesto. Dormí a la más pequeña. Leí un par de columnas. Me terminé el pesto del primer año de Manuela, junto al pan canilla que me costó ciento ochenta Bolívares.

Reviso las fotos de ayer: me pinté unas hojitas en la cara como Anaís Nin, porque el veintiuno cumplía ciento trece años, y me fui a llevar a las niñas al parque repleto de hombres y mujeres que me miraban con el reproche de “¿cómo a esta loca se le puede ocurrir salir así?”.
Al que me preguntara le regalaría un fragmento del Delta de Venus. Me lo escribí en las manos:

domingo, 21 de febrero de 2016

Poesía o nada 16



A) Poema:
S/T
Por Alejandra Laprea (Venezuela)

Te envuelvo
Te envuelvo con mis labios,
abrazo con mis piernas,
liberándote dentro de mi,
dejándote alcanzar mi alma,
sin esconder carcajadas o remilgos.
No siendo tuya, no haciéndote mío sino, construyendo de a pedacitos, ese nosotros,
tan carne, tan sudor, tan oloroso, tan húmedo,tan noche y tan luna.

Envaginar... re significando eso que nos dicen que es el amor
NO quiero que me penetres, ni domines, ni me cojas.
NO quiero ser tuya.
Quiero envolverte, acompañarte, acogerte
No quiero que seas mío
Quiero que mi amor sea envolvente, no una posición tomada.
Quiero que entiendas que no me entrego, no me rindo, no me someto.
Quiero que el amor nos envuelva, sin fusionarnos.
En definitiva, quiero envaginar mi vida con la tuya.

domingo, 14 de febrero de 2016

Poesía o nada 15



1)Poema:

ENTRE PERRO Y LOBO
Por Olga Orozco (Argentina)

Me clausuran en mí.
Me dividen en dos.
Me engendran cada día en la paciencia
y en un negro organismo que ruge como el mar.
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada lado:
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la furia a solas,
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes manadas.
No consigo saber quién es el amo aquí.
Cambio bajo mi piel de perro a lobo.
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas
las planicies del porvenir y del pasado;
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños muertos entre celestes pastizales.
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera que vaya,
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la
invasión del enemigo.
Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al corazón,
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia en el lomo.
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara,
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los hombres
un aterciopelado veneno de piedad que raspa en las entrañas.
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería:
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie,
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo.
Pero ¿quién vence en mí?
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la sábana del sueño?
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde mis propios dientes?

jueves, 11 de febrero de 2016

Mujerícola 36: Nina


Nina es un atún rosado, atrapado por el anzuelo de un vago a las orillas del Río Catabwa.
Lo que no sabía el viejo era que aquel pez eligió morderlo, porque podía y quería respirar fuera del agua.
Así la carne brillosa del océano todavía fresco, zigzagueó sobre las tablas del puerto, escurriéndose de las manos del hombre hambriento; y, después de un alarido nasal, dicen que se escuchó el suspiro de la palabra LIBERTAD.
En la barra de los bares, se tendía su voz de durazno maduro, sobre la que bailaban los muertos. La música del diablo le llamaba su mamá, descendiente directa de esclavos, la música de la que su hija fue ama y señora, la música a la que le sacó filo, con la que apuntó en la sien de la América para los americanos, la música que los blancos bailaban a escondidas y que escucharon con vergüenza, una para quemar y para comerse las cenizas.
Su piel era un silencio azul, una atmósfera índigo, en la que salían a bailar las ballenas.
El que la veía aparecer no podía sostenerle la mirada. El que la escuchaba, dejaba de respirar.

martes, 9 de febrero de 2016

Gastronauta 72: Empresa, militar y minera: lo mejor de todos los mundos




La clase militar es algo que ha sobrevivido
y que no sirve para nada: como el apéndice.
(Lev Tolstoi. Diarios 1895- 1910)

Hace un año exactamente, fue noticia que un grupo de contrabandistas trancaron el puente sobre el Lago de Maracaibo, exigiendo que removieran a un militar, en la frontera, que les impedía el “libre tránsito”.
Una se cuestiona la veracidad de una noticia tan surreal. Pero, Macondo te da sorpresas:

Hubo un día en que Gilberto se quedó varado en la Panamericana a las diez de la noche, cuando subía de Caracas, de trabajar hasta las tantas, en una institución del Estado.
Pasaban los autos a toda velocidad. Ninguno se detuvo.
Su cabeza le jugaba en contra: lo secuestrarían, violarían, pedirían rescate y como no tenían cómo pagarlo, lo picarían en pedacitos y venderían por mercado libre.
Justo, se había averiado unos dos kilómetros más adelante de un cardumen de grueros-zamuros.
A la media hora de haber sufrido el percance, sólo un Guardia Nacional se estacionó alantico de él.
Gilberto tragó grueso. No sabía a quién temerle más, si al hampa o a un verdeoliva.
Milagrosamente, el hombre sacó del auto oficial unos mecates y remolcó al hombre de una de las curvas diabólicas de la autopista que lo conduce a los altos mirandinos, hasta su casa.
Al llegar a su destino, Gilberto le ofreció tres mil Bolívares al militar, lo que supuso le cobraría una grúa (cosa en la que no estuvo ni tibio, porque en esa zona la mínima del servicio cuesta seis mil).
El militar se negó a recibirlos, alegando que ese era su deber. Acto seguido, continuó su camino.
Gilberto, primero se pasmó. Luego, se preguntó cuáles eran los deberes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana -FANB-.
“Acaso ¿no eran matraquear y escalar?”.

domingo, 7 de febrero de 2016

Poesía o nada 14



Poema:
Sabana
Por Alejandro Castro (Venezuela)
a Lemebel

Cuentan los sabios campesinos
que para ordeñar una vaca es menester
cantarle, acariciar dulcemente,
pero con firmeza,
su costado henchido
y deslizar las manos
apretar y extraer
leche fresca para la vida.
Yo digo que ordeñar un hombre
es igual:
hay que ser cauto,
entonar una canción desconocida,
improvisada,
acariciar suavemente su costado
para obtener leche fresca,
la viscosidad del origen de la vida,
blancos soldaditos dejándose caer
hacia el campo de batalla equivocado,
amargas semillas de la soledad
sembradas en tierra infértil.
--

2) Poema:

Pequeña elegíaPor Raúl Gómez Jattin (Colombia)

Ya para qué seguir siendo árbol
Si el verano de dos años
Me arrancó las hojas y las flores
Ya para qué seguir siendo árbol
Si el viento no canta en mi follaje
Si mis pájaros migraron a otros lugares
Ya para qué seguir siendo árbol
Sin habitantes
A no ser esos ahorcados que penden
De mis ramas
Como frutas podridas en otoño

jueves, 4 de febrero de 2016

Mujerícola 35: La muñequera


Hubo una vez, en Píritu-Portuguesa, una muñeca que se comía los pies.
Estaba hecha de trapo, y humedecía la costura de sus zapatos, tratando de convertirse en una o que se tragara a sí misma.
La historia le arrancó de la boca sus pedazos y la convirtió en adulta.

Mucho pasó que se le iban los hilos y resguardaba debajo de sus telas a los cabezas calientes, que lo mismo se iban a reverdecer las montañas, que ponían el cuerpo contra la injusticia.
Los escondía en cada sortija de su cabellera y se casaba con cada uno en las más fugaces bodas: “te acepto y me aceptas”. No podían negarse a su lengua de cayena.

Cinco hijos la descosieron y la volvieron a hilvanar.
Sus extremidades las moldeó con papel maché, su pecho con el barro que ardía con el sol.
Además de muñeca, fue adulta y maestra, pero a ella le gustaba más ser niña, pulpera, pintora, poetisa, madre, vestidora de muertos adultos y niños, y guardiana de corazones guerrilleros.

martes, 2 de febrero de 2016

Gastronauta 71: Caracol



En dos platos: los diputados de la derecha, mayoría en el parlamento, pretenden entregar a la banca el millón y tanto de casas hechas por el Ejecutivo, con la llamada Ley de propiedad de la Gran Misión Vivienda Venezuela -GMVV-; y, las otras instituciones del Estado y el pueblo organizado están en la obligación de servir de contrapoder para que esto no suceda.
Con la fachada de conceder la propiedad privada, y valiéndose de los errores y la burocratización en la entrega de títulos (de propiedad multifamiliar y familiar) por el Gobierno, el cardumen de asambleistas liderado por Julio Borges, quieren asar gato por liebre: algo así como “tome su título a cambio de que nos pague lo que nos debe”, sino, “le ofrecemos un crédito”, y “como usted no lo puede pagar”, entonces y en consecuencia “le hipotecamos el techo”. Eso principalmente. Luego está la pretensión de devolver las tierras ociosas a quienes nunca la trabajaron.
Después de que Borges se burlara de lo que llamó “Operación maqueta”, ahora ofrece títulos imaginarios a familias imaginarias, en casas imaginarias.
Es muy probable que, con lo que vale la casita donde vive Borges, se puedan pagar varios apartamentos de la GMVV ¿Pondrá a la orden su humilde techo para que su “tan defendido” Pablo Pueblo pueda, junto a otros harapientos, acceder a uno de sus derechos; o recibiría una jugosa tajada de los organismos financieros para que “los que puedan” le vendan el alma a un banco, a cambio de una casa?
Henry Ramos Allup, símbolo adeco de la historia más reciente de Venezuela y presidente del Parlamento, tiene una idea un poco más simple: “Si una persona no puede pagar una casa, habría que adjudicársela a otra que la pague”. Eso en el mundo se conoce como desahucio. El pueblo en España sabe. El de Estados Unidos también.
Los poderosos son expertos en convertir un derecho en mercancía.