La clase
militar
es algo que ha sobrevivido
y que no
sirve para nada: como el apéndice.
(Lev
Tolstoi. Diarios 1895- 1910)
Hace un año
exactamente, fue noticia que un grupo de contrabandistas trancaron el
puente sobre el Lago de Maracaibo, exigiendo que removieran a un
militar, en
la frontera, que les impedía el “libre tránsito”.
Una se cuestiona la
veracidad de una noticia tan surreal. Pero, Macondo te da sorpresas:
Hubo un día en que
Gilberto se quedó varado en la Panamericana a las diez de la noche,
cuando subía de Caracas, de trabajar hasta las tantas, en una
institución del Estado.
Pasaban los autos a
toda velocidad. Ninguno se detuvo.
Su cabeza le jugaba en
contra: lo secuestrarían, violarían, pedirían rescate y como no
tenían cómo pagarlo, lo picarían en pedacitos y venderían por
mercado libre.
Justo, se había
averiado unos dos kilómetros más adelante de un cardumen de
grueros-zamuros.
A la media hora de
haber sufrido el percance, sólo un Guardia Nacional se estacionó
alantico de él.
Gilberto tragó grueso.
No sabía a quién temerle más, si al hampa o a un verdeoliva.
Milagrosamente, el
hombre sacó del auto oficial unos mecates y remolcó al hombre de
una de las curvas diabólicas de la autopista que lo conduce a los
altos mirandinos, hasta su casa.
Al llegar a su destino,
Gilberto le ofreció tres mil Bolívares al militar, lo que supuso le
cobraría una grúa (cosa en la que no estuvo ni tibio, porque en esa
zona la mínima del servicio cuesta seis mil).
El militar se negó a
recibirlos, alegando que ese era su deber. Acto seguido, continuó su
camino.
Gilberto, primero se
pasmó. Luego, se preguntó cuáles eran los deberes de la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana -FANB-.
“Acaso ¿no eran
matraquear y escalar?”.
**
Una verdad como un
iceberg reza que todo gobierno que se precie de mantenerse en el
poder, debe acariciar a la cúpula militar. Con el gobierno del
Comandante Hugo Chávez, los beneficios se extendieron y masificaron
hacia todas las direcciones en las FANB. Asimismo, durante los
primeros meses de la presidencia de Nicolás Maduro, se creó una
misión (La Negro Primero) que atiende en todos los ámbitos y
exclusivamente a miembros de la cada vez más solicitada institución.
Un hecho histórico que
da cuenta de cuán rogada está la entrada a las FANB es que antes,
la policía corría detrás de los jóvenes, con la llamada recluta,
para capturarlos y obligarlos a cumplir el servicio militar. Ahora,
los aspirantes hacen fila, y esperan su turno para presentar un
examen que determina si pueden o no ser miembro del grupo.
Pero, la defensa de la
soberanía no es leitmotiv de todos los postulantes.
Las excepciones, arriba
descritas, confirman una terrible regla.
***
Hay un elemento común
en todo guiso que se descubre (y que se oculta) en el país de
guisozuela: la participación militar: en el sector financiero,
alimentario, de recaudación de impuestos, automotriz... Ponga usted
el nombre, que de toda tierra sale lombriz.
Lo mismo, muchos son
artífices que comandantes de la minería ilegal, al sur de nuestro
territorio.
Otros, sirven de mulas
en las fronteras, para el contrabando. Antes, era considerado un
castigo que enviaran a un militar al confín del país. Ahora, es un
premio.
Abren y cierran las
alcabalas a conveniencia. Los puertos y aeropuertos.
Es costumbre temerle a
un grupo de uniformados reunidos (y en este punto entran fiscales de
tránsito y policías) un viernes cualquiera, un día cualquiera. Una
se siente presa de caza.
Y, como si no fuera
suficiente, ahora también decretan la creación de la empresa
Militar de Industrias Mineras, Petrolíferas y de Gas, que entre
otras funciones, tendrá entre sus manos la renta producto del
subsuelo nacional, un hecho inconstitucional, porque pone en manos de
unos pocos militares (bajo la figura de una corporación anónima y
privada) el dominio de la riqueza material de todo el pueblo.
****
Desgranemos la
simbiosis: Empresa, Militar, Minera. La reunión de la propiedad
privada, protegida con las armas, y el usufructo de las riquezas
colectivas para el beneficio de unos pocos, a costa además del
desmadre de la naturaleza.
Estamos en guerra. Sí.
Seguimos perdiendo. Sí. Los militares de nuestro lado se colocan
insignias de papel moneda sin hacer un disparo, mientras el enemigo
se cuela en el sueño -nuestro sueño- y lo diluye, lo fermenta, lo
desaparece.
No me importaría estar
equivocada.
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