Por Indira Carpio Olivo
Dicen que está de moda prescindir de
las redes sociales (RRSS).
Encuestasporacá
estudiosporallá, patentan resultados en los que la mayoría
de los entrevistados parecen estar de acuerdo con que pierde su
tiempo en la web, se desconcentra de lo que importa, y con que casi
en su totalidad desea abandonarlas. Al 78% de los estudiados por una
empresa que vende “seguridad en la red” los retendría el miedo a
perder el “contacto” con sus amigos y una extensión digital de
sus “memorias”
(https://blog.kaspersky.com.mx/casi-78-dice-que-quiere-dejar-las-redes-sociales-pero-el-miedo-a-perder-amigos-y-mensajes-publicados-los-hace-quedarse/8076/)
¿Y, a usted, qué lo mantiene atado?
En Francia, por ejemplo, por Ley los
empleados pueden desconectarse fuera de su horario de trabajo
(http://www.efe.com/efe/espana/economia/francia-incorpora-el-derecho-a-desconectarse-fuera-del-horario-de-trabajo/10003-3138215),
para bajar los niveles de estrés que produce el uso del celular para
conectar con los diferentes mecanismos tecnológicos de información
y comunicación.
Porque según las más recientes
investigaciones la sociedad actual ya sufre de “agotamiento
virtual”, y tras el abandono de sus principales distracciones
virtuales tipo Facebook, Twitter, Instagram, Youtube, Whatsapp,
Snapchat, en una semana un adicto podría experimentar mejoras en su
estado de ánimo. Así lo constata el Happiness Research Institute,
que encabeza su estudio con una frase que podría definir lo que
ocurre con el uso de las RRSS: “Las redes sociales son un gran
canal de noticias 24 horas. Un flujo constante de vidas editadas
que distorsionan nuestra percepción de la realidad”
(http://media.wix.com/ugd/928487_680fc12644c8428eb728cde7d61b13e7.pdf).
Estar desconectado podría significar
una reconexión con la realidad. A los “desconectados” se les
bautiza como una nueva tribu urbana. Y tienen una característica en
común: desean vivir la vida real no por romanticismo, sino por
salud, por mejorar su calidad de vida
(http://www.elmundo.es/sociedad/2016/10/29/58138ac5e5fdea3f578b4583.html).
Algunos se sintieron esclavizados, otros simplementes decidieron
pasar del uso de las redes, olímpicamente, prescindiendo incluso del
teléfono celular, del cable y su “diversidad” de canales de
televisión.
Un dato que debiera llamar la atención
es que diferentes escuelas a las que asisten los hijos de Silicon
Valley, los creadores de las redes sociales, tienen prohibido el uso
de la tecnología mientras se eduquen bajo sus tutelas
(http://smoda.elpais.com/moda/llevarias-a-tu-hijo-a-una-escuela-donde-el-decide-lo-que-estudiar/).
Si desconectarse no le convence por
salud, hágase una idea política.
En el “imperialismo virtual”
concepto que acuña el doctor en filosofía y profesor universitario
español Enric Puig Punyet “cuando compartimos (una información en
las rrss) somos trabajadores sin salario para un jefe anónimo,
generamos contenido para las plataformas y, por tanto, tráfico y
visitas”. Algo así como llevar una marca en el pecho sin que te
den un Bolívar por la “inocente” publicidad, mientras los
propietarios se hacen ricos con el posteo de nuestros estados de
ánimo en la red.
Se dan de baja cien y nacen miles.
Parece una batalla que perdimos.
A propósito, la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones -Conatel- informó que Venezuela aportaba en 2015
a los más de tres mil millones de conectados en el mundo la cantidad
de 15 millones, que representaron casi un sesenta por ciento de
penetración en la población
(http://www.conatel.gob.ve/2015-comenzo-con-mas-de-3-mil-millones-de-usuarios-de-internet/).
La nación caribeña se encontraba en
la novena posición en el mundo en uso de redes sociales. En el top
20 de los países con más usuarios en Facebook: 9 de cada 10
venezolanos tendrían una cuenta en esta red; y en el décimo tercer
puesto en uso de Twitter: 7 de cada 10 recurren al pajarito. 5 de
cada 10 se retratarían en Instagram y el 86% visitaría
constantemente Youtube
(http://elestimulo.com/elinteres/cuales-son-las-redes-sociales-mas-usadas-en-venezuela/).
En Venezuela el movimiento en el que se
inscribe la desconexión, el volver a los ritmos y tiempos naturales,
todavía no desfila en las pasarelas; al contrario, todos los días
los números han de crecer y las tarimas apuestan por diversificarse.
Persiste la idea de la red, la que modifica el tráfico de los
contenidos y el fin para el que se implementa.
Manifiesto
En el mejor de los casos, las redes
sociales servirían como plataforma para la conformación de
“comunidades virtuales”, objetivo que llamó a capítulo a un
grupo de jóvenes, principalmente mujeres de diferentes lugares de la
geografía nacional, para crear una tribuna alternativa
(principalmente) al Facebook: Manifiesto
(https://www.manifies.to/about/company).
De los fundamentos principales de esta
red venezolana, según una de sus creadoras y actual Directora
general Adriana Cruz, figura la consolidación no sólo comunidades
virtuales sino y también servir como espacio a las ya establecidas
en la realidad, como consejos comunales, comunas, colectivos
sociales, grupos políticos, ecológicos, y hasta religiosos, para la
liberación del conocimiento productivo para la emancipación y el
aporte a la sociedad venezolana.
Apuestan al uso del software libre como
herramienta no privativa para edificar y mantener la red.
Alcanzan los casi siete mil usuarios a
un año de haberse creado y pretenden diversificar sus mecanismos
para atraer a más participantes.
Adriana era usuaria de las redes
sociales que responden a fines comerciales hasta que se hartó y
decidió batallar desde su idea de lo que debe ser un medio ético.
No reculó, sino que decidió sumar a su causa a otras siete mil
personas más.
En ese sentido, de lo que se trata al
parecer es, como siempre, de darle el uso adecuado a las
herramientas. Pero, y sinceramente, ¿le hace falta publicar esto en
Facebook?
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