miércoles, 1 de marzo de 2017

Supuesto Negado En las primeras elecciones libres de Venezuela se le votó a la monarquía


Por Indira Carpio Olivo

¿No es premonitorio que la primera elección popular libre, por voto secreto y directo en Venezuela haya sido para escoger una reina de belleza, la monarca del béisbol, además?

Avanzaba 1944. Venezuela era sede de la Séptima Serie Mundial de Béisbol Aficionado. El equipo local había sido campeón en Cuba, en 1941. La selección tenía sobre sus hombros la responsabilidad de sostener la copa Simón Bolívar, pero la novena estaría un peldaño más abajo en la pauta informativa.
Primero, el primero (de octubre, en Venezuela el béisbol siempre es en octubre) se elegía la reina y a los organizadores se les ocurrió que, como nunca antes, el pueblo (mayor de 15 años) participara en unos comicios libres. Hasta entonces, sólo tenían derecho al voto directo los hombres alfabetizados, mayores de 21 años.
Las dos principales contendoras acapararon los flashes. Reinaba Medina Angarita. Oly Clemente era la postulada por la clase en el poder, la élite económica del valle de Caracas, hija del secretario de Gobierno del presidente; y Yolanda Leal, la maestra normalista, la “negra” de Montepiedad, se constituyó como la favorita del pueblo.
Directamente, a Yolanda la respaldaba el diario Últimas Noticias y varios sindicatos y a Oly las rotativas de El Universal, El Nacional, los clubes sociales y el sector empresarial.
Ambas escenificaron la primera campaña con visos políticos en la que las candidatas visitaban todo el territorio nacional y acudían a estrategias propagandísticas para favorecer su elección: “Oly Clemente para la gente decente, Yolanda Leal para la gente vulgar”, rezaban los volantes que caían como la lluvia sobre Caracas y que santificaban el credo mediático, uno que apostaba sin tapujos a la blanca sobre la negra, a la “high” sobre la “tierrúa”.
Lo que era una contienda de beldades trascendió a un enfrentamiento de clases. Se coqueteaba con la democracia y ella con el clasismo, el racismo, el sexismo.

El tamaño de aquella convocatoria fue sellado por el mismo presidente, quien tuvo que salir al trote cuando expresó la “neutralidad” de su gobierno frente a las elecciones de la reina del béisbol (https://cathebaz.wordpress.com/2011/10/01/una-reina-para-el-pueblo/).
Antes, durante la elección de la reina de los estudiantes le habían aguado la fiesta al Bagre Juan Vicente Gómez, unos “bándalos” que la historia reconocería como la generación del '28.
Los partidos políticos también apoyaban a las candidatas, Acción Democrática a Leal; ¿a quién apoyaría Copei? Tres años después se realizaban elecciones universales para la presidencia de Venezuela. Antes, ocurrirían muchas cosas más... Después, mucho después, Yolanda se haría chavista (http://albaciudad.org/2017/01/yolanda-leal-tambien-fue-artista/).

Incluso Miguel Otero Silva escribiría sus Glosas para Yolanda:
Yolanda de Venezuela, mi pueblo te necesita,
por morena y por bonita y por maestra de escuela.
El strike de tu sonrisa, cruzó su curva en mi pecho
y yo me quedé maltrecho y abanicando la brisa.
Corredor con mucha prisa, mi corazón sin cautela,
salió en busca de tu escuela y tu sonrisa profunda
lo puso fuera en segunda, Yolanda de Venezuela.
Quién fuera rolling sin pena, para tu pie acanelado
quién fuera flay elevado, para tu mano morena
en la tribuna más llena, donde Juan Bimba más grita
con tu voz de agua bendita, proclamando la victoria
para cubrirte de gloria, mi pueblo te necesita.
Cuando para mi desgracia, te alargué la mano tersa
tú me volaste la cerca, con el jonrón de tu gracia.
Reina de mi democracia, soberana de Pagüita,
en la clara nochecita, de tus ojos retrecheros
me anotaste nueve ceros, por morena y por bonita.
Fuiste línea disparada, hacia tu pueblo de frente
y en ti tu pueblo valiente, logró su mejor jornada.
Así quedaste engarzada, en manos de Venezuela
manojito de canela, reina la más majestuosa
por morena y por hermosa y por maestra de escuela”.

El béisbol y los certámenes de belleza serían los rubros de la cultura venezolana que aportarían a la historia nacional las primeras elecciones democráticas.
Leal le ganaría Clemente por 24.850 votos. La épica de los pobres contra los ricos refrendaba el comienzo del amor tan publicitado del pueblo por el diamante y la pelota, por los certámenes en los que las mujeres compiten y son aprovechadas con un fin ulterior.
Las fantasías de la cultura venezolana: la belleza, el deporte, las elecciones: el voto.

Justo, un año después Isaías Medina Angarita sería derrocado por un golpe de Estado cívico militar. Las redes se tejían entre partidos y militares opositores al anticomunista, y no por comunistas precisamente.
Para entonces un inglés nos veía con el desprecio inglés. El embajador de Inglaterra en suelo nacional y defensor de los intereses económicos (petroleros, principalmente) se referiría en una carta a otro con ínfulas de lord, sobre la Serie Mundial de Béisbol en estos términos:
En los países latinoamericanos, las relaciones internacionales se ven afectadas por eventos que nosotros como anglosajones, involucrados en una lucha por asuntos concernientes al futuro de la humanidad, pudiéramos considerar como triviales [...] las ideas latinas de espítritu deportivo son diferentes a las nuestras [...]” (https://books.google.co.ve/books?id=_IviUcQuXBsC&pg=RA1-PT670&lpg=RA1-PT670&dq=septima+serie+de+beisbol+venezuela+1944&source=bl&ots=AsFuA-SGuO&sig=h1KBusgH87d8P5iF6RrENXOP3V4&hl=es-419&sa=X&ved=0ahUKEwi49ae7r6vSAhWBeyYKHbBSDHMQ6AEIQTAG#v=onepage&q=septima%20serie%20de%20beisbol%20venezuela%201944&f=false).

Ese año, Venezuela ganaría la serie mundial, no sin reclamos. Cuba se retiraba y protestaría el arbitraje en general, y en específico el de la jornada contra Venezuela, lo mismo que México abandonaría el partido contra la tricolor. En el encuentro con el equipo habanero, un coach venezolano sería nombrado como umpire de home, y un reportero gráfico participaría de la (in)justa. El árbitro principal lo explicaba: “Señores, ustedes no entienden que el fotógrafo también es un hombre de béisbol”(http://columnadeportiva.com/2011/09/29/copa-mundial-pelota-historia/#sthash.UBMjfNw2.dpuf).
Uno de los juegos, el de Venezuela-Dominicana fue suspendido en el noveno inning (lo mismo que dos carreras que anotara la novena nacional) porque la oscuridad llegaba al estadio y para entonces no había electricidad. La Segunda Guerra Mundial lo ensombreció todo más rápido, aunque en suelo patrio aquello parecía irrelevante. Ése 18 de octubre, los de Quisqueya se anotaban la victoria 2 a 0.
El manager fue José Antonio Casanova. Tenía 26 años de edad. A los 26, quién no elige una corona, haya guerra o no, haya trampa o no, se inaugure la democracia, o no. El país se entretejía en las costuras de la pelota.

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