Por Franco Fernández
El alma de la máquina es verde
anda con cautela
no se equivoca
el alma verde de la máquina respira
es una máquina sin Dios
a la derecha de la máquina
un río corre seco
hasta sepultar al pescador
dormido y seco
y muerto
son mis ojos una máquina verde
los ojos sin Dios
un juego de soles y sombras
que atraviesa la corriente
de polvo
soy el grito
de cuando el origen
el hueco
sobre el lomo de la bestia
ruidos de insectos salvajes
soy una concha de agua
solidificada
el último respiro animal
la agitación del sol
en la grieta
rama invertebrada
máquina verde
que muere en la palabra
que desbarata
los comienzos
el alma de la máquina
es un escondite desfigurado
de cuyos brazos
cuelga la sangre verde
de los días
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