LAGO
AMARILLO
Por
Kazuko
Shiraishi (Canadá)
Puedes
pescar aquí peces deliciosos
y ponerlos en tu
mesa
pero el lago es
amarillo
Para ocultar su
profundidad
los Indios que
viven cerca del lago
también ocultan su
fondo
Quizás los peces
vivan en sus ojos
o
deliciosos espíritus canten al hervir con odio
las profundidades
de sus ojos oscuros
nadie puede ver
algo que vive en el lago amarillo
sin mostrar su
forma sobre la mesa
LOS PECHOS
Por Yutaka
Hosono (Japón)
Tú has vuelto a mí
como lo presentí
en la pena desquiciante
de haber estado separados
miles de noches y días
tuyos y míos.
Y a la juventud en que no éramos
hábiles
regresamos volando de un tirón.
Y tus pechos que nunca vi
y tus pezones como ciruelas
un poco hundidos tal vez,
aparecen claramente
en mis ojos entrecerrados,
como estaba en aquel entonces.
Por eso, permíteme
tocarlos levemente.
Tu sonrisa coqueta
como rizos de agua me estremece,
y cosquillea mis orejas.
Es demasiado penoso para mí
jurar con el corazón
que nunca dañaría tus pechos.
Por eso te abrazo con fuerza
vestida con el traje de bodas del
sueño,
ese que nunca puede recuperarse,
en el césped de medio día donde se
alinean las lápidas
en las que han grabado
la pena que me has dado
más allá de millares de noches.
LA FRASE PROHIBIDA
Por Toriko Takarabe (Japón)
No mires el pozo profundo,
que ahí siempre está muerta la
hermana pequeña.
No te despiertes al amanecer,
que escucharás el eco de
los disparos y los retumbos de las
orugas
En el mundo aún copian aquella época.
“La vida no tiene sentido”:
al escribir esta frase, originará una
carcajada a mi hermana
difunta por primera vez.
“Claro, no tiene ningún sentido”,
sigue escribiendo la poeta con énfasis.
Sobreviviendo como refugiada, mi
hermana,
un día antes de su muerte,
tuvo ansiedad por comer una salchicha.
El sentido de la vida que se
intensifica
día tras día es siempre carnal.
***
Ni
budas ni dioses
Para mí
Vientos de otoño.
Masaoka Shiki
En
una choza
escondida
entre los árboles
en
pleno mediodía
vuelan
las luciérnagas.
Budas también.
Kobayashi Issa
La mariposa
vuela en el campo, sola:
sombra bajo el sol.
¡Cuánta quietud!
La voz de la cigarra
taladra rocas.
Matsuo Bashō
Cuando
mi vida
atienda el crisantemo
se tranquiliza
Mizuhara Shuoshi
atienda el crisantemo
se tranquiliza
Mizuhara Shuoshi
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