domingo, 14 de mayo de 2017

PON 71



La frase:
“Deben hablar afgano en el infierno”
Mahoma

Landays

Forma poética breve de la tradición afgana, generalmente expresada en voces femeninas de la cultura Pastún, que se solían cantar “un dolor común, su virtudes, la precisión y la agudeza”.
Landsay se traduce como «serpiente venenosa de cortas dimensiones».
El canto de los poemas es un tabú y conlleva represalias contra sus cantoras.

Yo llamo. Tu eres piedra
un día cuando me busques, descubrirás que me he marchado”.

“Me vendiste a un hombre viejo, padre,
que Dios destruya tu casa, yo era tu hija”.

“Hacer el amor con un hombre viejo
es como cogerse un arrugado tallo de maíz ennegrecido por el moho”.

“Cuando hermanas se sientan juntas, siempre alaban a sus hermanos.
Cuando hermanos se sientan juntos, venden a sus hermanas a otros”.

“Desafortunado tú que no me visitaste anoche,
Confundí el duro poste de madera de la cama con un hombre”.

“Quién serás sino un bravo guerrero,
tu que has bebido la leche de una mujer Pastún”.

“¿Qué me has hecho, Dios?
Otras han florecido. Yo permanezco apretada como un capullo”.

HE VISTO SUEÑOS
Por Nikola Madzirov (Macedonia)
Yo he visto sueños que nadie recuerda
y llantos en tumbas equivocadas.
He visto abrazos en un avión que cae
y calles de arterias todas abiertas.
Yo vi volcanes más dormidos aún
que raíces de un árbol genealógico,
y vi también a un niño que no teme la lluvia.
Pero a mí no me vio nadie.
A mí nadie me vio.



CUANDO VENGAS POR MÍ
Por Mayako Hernández (Venezuela)
Cuando vengas por mí
como has amenazado tan iracundamente
seguiré alzando mi palabra
por encima de la intimidación y el chantaje
sé que no será suficiente
sé que no detendrá tus ganas
de saciar tanto rencor inoculado
pero al menos dejaré por sentado
como quien sacude el puño sobre la mesa
antes de ser injuriado
que ni yo soy el monstruo que imaginas
ni tú eres el verdugo que necesitamos.



DESEO DE SER PIEL ROJA
Por Franz Kafka (Praga)
Si pudiera ser un piel roja, ahora mismo, y sobre un caballo a todo galope, con el cuerpo inclinado y suspendido en el aire, estremeciéndome sobre el suelo oscilante, hasta dejar las espuelas, pues no tenía espuelas, hasta tirar las riendas, pues no tenía riendas, y sólo viendo ante mí un paisaje como una pradera segada, ya sin el cuello y sin la cabeza del caballo.



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