martes, 9 de mayo de 2017

Gastronauta 118 Los hijos rojos


A “Rita” la cogieron con tres meses de embarazo. Tenía 23 años y su nombre real era Laura. Estudiaba historia en la Universidad de La Plata. Los pasearon a ella y a su compañero de la Esma a La Cacha, donde torturaron y asesinaron al papá de su criatura, Walmir, frente a ella. Laura y su marido habían cometido el error de ser de izquierdas, militantes peronistas. Antes de embarazarse, vivieron dos pérdidas. Aun así, se aferró a la vida que le crecía adentro mientras la vida se le moría afuera. Parió seis meses después, esposada a una cama y encapuchada. Se dice que le susurró al bebé su nombre: “Guido, como tu abuelo”. La durmieron porque se resistía a entregarlo. Dos meses después la mataron de un disparo en la cara y se la entregaron a sus padres para que la reconocieran y la enterraran.
36 años pasaron para que el hijo de Laura decidiera dejar su muestra de sangre en la organización que rescata a los niños apropiados por la última dictadura argentina: Abuelas de Plaza de Mayo, que preside la madre de su madre Estela. Se convirtió en el nieto 114 encontrado de por lo menos 500 que buscan sus abuelas. “Mi mamá no se va a olvidar de lo que me hicieron y los va a perseguir”, le dijo Laura a una compañera sobreviviente.
Bajo la dictadura de Videla en Argentina, según las cuentas oficiales (que son siempre muy conservadoras), 30 mil almas fueron desaparecidas. A las mujeres guerrilleras, militantes de izquierda, además de torturarlas, las violaban. Los soldados se convirtieron en las comadronas de las embarazadas, que después de parir pasaban por la pólvora de sus captores, quienes después se quedaban con sus hijos con sus hijos, o lo repartían, como barajas.


María Topete era la encargada de la Prisión de Madres Lactantes de Madrid. Su objetivo durante su paseo por la cárcel para mujeres republicanas era “impedir que los niños mamaran leche comunista”. Topete era defensora de la teoría del psicólogo franquista Antonio Vallejo-Nájera, según la cual “ser rojo” venía dado por un defecto genético y había que salvar a España, segregando “a estos sujetos desde la infancia”, lo que “podría liberar a la sociedad de esta plaga tan terrible”. Para los seguidores del científico y también Jefe de los Servicios Siquiátricos Militares, España “debía depurar la raza”.
Topete contribuyó al robo de niños a “madres comunistas”, que en España son alrededor de 30 mil niños apropiados. Esta trata de infantes se realizó durante 50 años con complicidad de la iglesia católica. Nájera, el Mengele de Franco, experimentó con presas republicanas, recluídas en campos de concentración, para determinar lo que llamó el “biosiquismo del fanatismo marxista”. Sus “estudios” confirmarían “la inferioridad mental” del gen rojo, su brutalidad e incluso su fealdad. Dio al régimen franquista el argumento pseudo científico con el que probaba que el adversario era infrahumano y malvado y desde ese punto todo le estaba permitido a Franco.

Esta semana, la guarimba cibernética, una expresión del candelero en las calles de Venezuela, atacó de forma directa a militantes chavista a través de las redes, publicando fotos de sus familias, de sus hijos, preguntándose dónde estudian, (https://twitter.com/Klien76/status/860144180076720128) para exterminarlos, para que “nadie siga con el germen comunista en el coco”. Sus argumentos contra una madre de dos niñas fueron que era “gorda, fea, tierrúa, envidiosa, acomplejada”, y entonces había que “esterilizarla”. Alguna pidió que no se ejecutaran a los niños, como a los padres, porque le “aterraba” pensar en eso. A las niñas se negaron a difuminarle el rostro, porque serán “parte de futuros colectivos y paramilitares”.
Que amenacen a los hijos por las ideas de sus padres, eso sí que es una declaración de guerra. A menos que el hijo se voltee, caso del hijo del Defensor del pueblo, a quien seguro hubiesen linchado en una de la marchas opositoras si lo hubiesen reconocido, antes de que se pronunciara contra el gobierno del que hace parte su padre. Y a quien suben en hombros, después de que pretendió hacer flaquear al Defensor del pueblo. A ese muchachito se le olvidó que defiende a los mismos que golpearon y apresaron a su padre durante el golpe de Estado contra Chávez en 2002, por rojo. Yibram Saab es el hijo de un rojo y eso no se lo perdonarán los fascistas, así el muchacho les haga el favor de quebrarle las piernas a su padre, Tarek. La traición no es garante para el perdón. El gen “comunista” está allí, y de seguro hay un gremio de psicólogos peleándose el título del Mengele venezolano.
Recientemente una mujer ligada a la dirigencia opositora en Venezuela acosó a la hija de Jorge Rodríguez en Australia. De inmediato, uno de sus periodistas -en twitter- acuñó y recomendó usar el término “escrache” a la acción intimidatoria, valiéndose del término de organizaciones pro-derechos humanos en Argentina, como HIJOS (acrónimo de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) que define la acción como “poner en evidencia, revelar en público, hacer aparecer la cara de una persona que pretende pasar desapercibida”. Con el escrache los HIJOS pretendían visibilizar la cara de los genocidas argentinos que desaparecieron a sus padres, por rojos. Son hijos rojos que toman parte de la justicia en sus manos, al exponer a los asesinos (no a sus hijos) que se convirtieron en sus vecinos (http://www.hijos-capital.org.ar/index.php?option=com_content&view=section&layout=blog&id=7&Itemid=407).
En Chile, la misma acción es ejecutada por los hijos de los desaparecidos, presos políticos, de izquierda, y se la llama “funa”. Con ella, lo hijos rojos pretenden presionar al gobierno de manera pacífica para depurar de sus nóminas agentes de la dictadura pinochetista, responsables del asesinato selectivo de buena parte de la sociedad chilena.
No lo llame ni escrache ni funa, cuando estamos en presencia del más diligente fascismo.
Exponer a los hijos por las ideas de los padres no se parece a ninguna idea progresista. Al contrario, revela la naturaleza represiva de su ejecutor, para el que, quien no piense como él debe ser convertido en jabón y cuya descendencia debe desaparecer, y con ella la impureza racial, la moral y la económica, porque para esta gente tal cosa es biológica.

Lo raro de todo esto es que los comunistas tengan hijos ¿no, y que se lo comían pues? ¡Ah, no! Es a los hijos de la gente bien a los que le robarían la patria potestad, como lo hicieran las monjas y los curas franquistas en España, pero con los hijos rojo. Y, dígame ¿de qué color es su hijo?
En palabras del Comandante de la Revolución y fundador del FSLN Tomás Borge “mi venganza personal será el derecho de tus hijos a la escuela y a la flores”.




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