“Mi amigo, el chavista, dice que...” ¿No va siendo hora de que se aleje de ese amigo al que cree asesino y al cual usted muy “valientemente” podría linchar? ¿No va siendo hora de que no le llame amigo? Pudiera replantearse los conceptos de amigo, hermano, asesino. Usted dirá que “no, él no es asesino”, pero ¿no y que apoya a los que usted llama “asesinos en el gobierno”? Y, como uno más uno, casi siempre son dos: son asesinos los que apoyan los asesinatos ¿o, no? ¿No va siendo hora de que se replantee clasificar a su amigo en esta o aquella casilla, por su forma de pensar? Es hora de que deje de repetir fórmulas ajenas, lugares comunes, que empiece a pensar en cabeza propia, es hora de que deje de justificar el asedio, es hora -y siempre la será- de hacer país, y el país empieza en su pecho y se le sale por la boca. Matar en nombre de su país es matar en nombre propio y eso no lo hace héroe, lo convierte en lo que señala, lo pone de frente al espejo, de donde no puede escapar.
Rodolfo Walsh retrató
a la oligarquía dominante como una clase “temperamentalmente
inclinada al asesinato” y esa “connotación importante”, en
palabras del periodista y escritor argentino, “deberá tenerse en
cuenta cada vez que se luche contra ella. No para duplicar sus
hazañas, sino para no dejarse conmover por las sagradas ideas, los
sagrados principios y, en general, las bellas almas de los verdugos”.
Dígame ¿usted, es
un verdugo, o un hablador?
¿Si se encontrara de
frente, a su amigo el asesino, lo confrontaría, o para ello necesita
regodearse entre otros, que como usted, tienen “la tarea” de
limpiar al mundo de los miserables, a los que, según los líderes de
la opinión pública, una vez caiga el gobierno “no hay que
perdonar a ninguno”?
¿Qué nos harán a los
millones (y millonas) de chavistas?
Dígame usted ¿de
qué nos quiere limpiar?
Con Patricia Ariza les
digo, por si se les ocurre lavarme, “no me vayas a quitar el barro/
del que estoy hecha”.
La orden es clara. Los
periodistas que marcan tendencia en la opinión pública nacional lo
confirman: hay que perseguir a los chavistas, una cacería de brujas
sin fronteras, donde quiera que estén. El método primero es
reducirlos hasta deshumanizarlos, hasta que no importen sus vidas,
hasta excusar la masacre. Y así, los ejecutores saltan del teclado a
las embajadas, a las escuelas, a las casas de quienes para sus
atacantes no merecen estar aquí o allá y a la vez decirse
chavistas. Lo mismo secuestran a los familiares víctimas
(asesinados) durante las guarimbas en 2014, en la sede de la Embajada
de Venezuela en España, que a los hijos de los dirigentes chavistas
en esta o aquella caminería, tanto como al común que se atreve a
comer en una panadería, o a asistir a un parque; después cuelgan
sus propios videos en las redes, donde los acuna ene cantidad de
seguidores, los que sueñan con poder “matar un chavista”, o en
el menor de los casos exponerlos para que otros hagan la tarea, como
si no fuera la misma cosa anular moralmente que matar. La carnicería
la dirigen desde las mal-llamadas redes sociales, en un clima que
hiede a sangre, también a mierda.
Me sorprendió (porque
una conserva todavía algo de asombro) que publicasen un mapa para
geolocalizar y “escrachar” los eventos de solidaridad con el
pueblo chavista, que se realizan alrededor del mundo: la única
libertad en la que creen es en la propia ¿Quién
financia este “tipo de iniciativas”?
El gobierno de Panamá
prometió deportar a quienes cometieran delitos de este tipo,
contrario -muy al contrario- del Gobierno en España, que violó la
Convención de Viena al dejar atacar la Embajada de Venezuela ubicada
en Madrid
(http://www.avn.info.ve/contenido/grupo-violento-asedia-embajada-venezuela-madrid).
Madrid es a Venezuela lo que Miami es a Cuba. Pero a los “mayameros”
les asusta la mierda. Fue su propio gobierno el que hizo presos a los
guarimberos venezolanos (y una colombiana) que arrojaron sus heces
contra el Consulado venezolano en La Florida, porque en EE.UU. el uso
de las deposiciones es considerado como arma biológica
(https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/n308400.html).
Y aunque la mierda de
otros les asusta en su país, en el extranjero está bien vista si se
usa en contra de los “enemigos” políticos de Washington. Estas
-en apariencia- espontáneas manifestaciones de la oposición en
Venezuela y el mundo contra el chavismo encuentran su fortaleza en la
-siempre al acecho- actuación del aparato militar estadounidense.
El domingo, el
periodista Eleazar Díaz Rangel escribió en el diario Últimas
Noticias
(http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/destacados/la-guerra-no-convencional-los-domingos-diaz-rangel/),
detalles del último informe del Almirante Kurt Tidd, a la Comisión
de Servicios Armados del Senado estadounidense. En el documento se
hace constar la asociación con factores políticos de la MUD, con
los que han “venido acordando una agenda común, que incluye un
escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo
dosificado de la violencia armada bajo un enfoque de cerco y
asfixia”. El ahorcamiento simbólico lo ejecutarían desde la
Asamblea Nacional que, para el dirigente militar, debe aplicar una
tenaza contra el gobierno de Nicolás Maduro para “obstruir la
gobernanza, convocar eventos y movilizaciones, interpelar a
gobernantes, negar créditos, derogar leyes”. En el mismo informe
se habla de activar una segunda fase de la arremetida, un ataque no
convencional que contaría con operaciones paramilitares dirigidas
desde el Comando Sur (Miami) y desde Colombia.
Así pues, la cacería
de chavistas allanaría los surcos, en los que crecería el terror y
de a poco el genocidio. Si es usted de los que justifica que se les
exponga, se les insulte, se les agreda, no podrá exculparse de sus
muertes, porque ¿cuál es el límite? ¿quién lo impone?
Francisco Urondo, lo
explica así: “Un hombre es perseguido, una familia entera, una
organización, un pueblo. La responsable de esta situación no es la
codicia, sino un comerciante con sus precios, con la imposición de
las reglas del juego. Los empresarios, la policía con la imposición
de las reglas del juego. Por eso ese hombre, ese pueblo, esa familia,
esa organización, se siente perseguida. Es más, comienzan a
perseguirse entre ellos, a delatarse, a difamarse, y juntos a su vez,
se lanzan a perseguir quimeras, a olvidarse de las legítimas, de las
costosas pero realizables aspiraciones; marginan la penosa esperanza.
Entonces toda familia, todo el pueblo, entra en el nivel más alto de
persecución: la paranoia, esa refinada búsqueda de los perseguidos
históricos y culturales. Y ésta es la triste historia de los
pueblos derrotados, de las familias envilecidas, de las
organizaciones inútiles, de los hombres solitarios, la llama que se
consume sin el viento, los aires que soplan sin amor, los amores que
se marchitan sobre la memoria del amor o sus fatuas presunciones”.
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