PERSONAJE:
Ramón David Sánchez Palomares es el
sueño de un bosque andino. De su boca el viento que mece las ramas y
el abrigo que arropa el pescuezo, que se hace amigo, íntimo. La
geografía de sus manos llueve en la tierra seca. Nació y murió
cuando no hubo luna. Y pasó su vida aullándole de dolor. El pueblo
se pregunta cómo puede morir Palomares, y seguir viviendo Vargas
Llosa.
Nació el 7 de mayo de 1935 en Escuque,
Estado Trujillo.
Vivió en la palabra.
Murió el 4 de marzo de 2016 en Mérida,
picao' e' culebra.
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A DONDE VAS
Por Indira Carpio Olivo (Venezuela)
A Ramón Palomares
No hay mosquitero a donde vas
es el susurro de las moscas que nos
mantiene vivos.
De allí, los pájaros migran al norte
a la médula del hielo.
A donde vas se desgreña el alma
y todas las calles son de piedra.
De donde vienes, el viento pronuncia el
nombre de los que se van:
¡Que se fuñan, los hijo e' puya!
Que los muerda el diablo,
que es decir la serpiente con escamas
de ají.
El almendrón de la casa me manchaba
los dientes
a ti te manchó el pecho y las manos y
el papel
y fue una bestia, una hermosa bestia de
quinientos años
que coronó tu cabeza.
Hoy te lo llevas a donde vas
a recuperar el frescor.
No hay sudor, tampoco reventadero de
sol,
hay sí una marcha constante,
el repique de semana santa
que corre como el arroyo seco
nada más que detrás de tus oídos.
Un hilo de polvo que te baña los pies,
bajo el halo de un sol de agua.
Una sabe que todo va mal cuando se
mueren los poetas
y una no le hace la maletica
y es la tabla sobre la que se acuesta
un peladero e' chivo
para tender el cuerpo de la palabra
un cristo e' lata
cuyos huesos no alcanzan para una
plegaria
ni apretujados.
Venimos tú y yo de un pueblo que ya no
es
al que la muerte mastica
y ni el calor se puede abanar.
Vengo de sentarme a donde vas
bajo la sombra de tus ojos
una ventana hecha de topias que alguna
vez ardieron.
Voy a Escuque cuando llueva
a enseñarle a mis hijas que el verde
no es simplemente uno
a descorrer la neblina
para encontrar tu cara bienvenida
en la copa del monte,
detrás de las espigas de trigo, debajo
del canto del borococo.
He visto una montaña llorar.