lunes, 24 de marzo de 2014

Gastronauta 2: El campesino no sueña


Al llegar la noche, caen sus párpados hierro sobre hierro. La jornada es tan férrea para el campesino, que no tiene derecho a soñar.

A menos que recuerde antes de dormir los más de 300 hermanos asesinados por el latifundio, en la lucha por el derecho a la tierra en Venezuela; los tentáculos de Monsanto serpenteando en la Asamblea Nacional; la ingente cantidad de alimentos que se importan y se tienden en la mesa propia y ajena, mientras nuestra tierra está seca y baldía; el desprecio por los frutos del trabajo de sus manos agrietadas; que en sus campos prefieran sembrar taladros para extraer petróleo, como si el oro negro se comiera.

Está cansado para soñar, porque vive la pesadilla despierto.

Vive en la sociedad que privilegia al hombre que con un palo le da golpes a una esfera y desprecia al que con sus manos siembra el alimento.

Gino González reflexiona al respecto... 
...“el dinero no se come y la mayor desgracia es un país repleto de dinero, pero que no produce nada. Diría también que una vida poética y sabia es aquella que entiende y siente la maravilla de ser más libre en la medida que menos se compra. Quien siente el gozo de consumir un ají o un tomate tomado de su jardín o unos huevos del gallinero de la casa, sabe lo que es la alegría.
Cuando trabajé como maestro de escuela y se rieron de un niño cuando dijo que él quería ser conuquero como su abuelo, comprendí que las cosas iban mal (...) La moda es el comercio: comprar, vender, y que siembren los otros”.
Los otros es una película de misterio. Los otros son invisibilizados. Los otros, los que nos llenan el estómago sin importar cómo, ni con qué. Por eso es muy probable que comamos transgénicos, plástico, petróleo, y no nos importe con tal de llenar el vacío que somos.

Addenda
La Real Academia de la Lengua Española, en una de sus acepciones, define al campesino:
4. adj. Silvestre, espontáneo, inculto.
¿Inculto? ¡Malayos! La raíz misma los niega ¿O quién CULTiva?



1 comentario:

  1. Hace mucho que no leía algo tan genial...y que su vez se dirigiera punzante hacía el corazón. Cuanto se desprecia a las manos que crean y siembran la vida.

    Un abrazo desde lejos. Has dejado una reflexión sin pausas...

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