Por
Indira Carpi Olivo/ @icarpio/ inidracarpio2gmail.com
Cuando
naciste, los músicos del pueblo se reunieron para cantarte.
Fue
un parto difícil. Todos alabaron a tu madre.
La
música de aquellos te despertó, porque no lloraste.
Asomaste
la cabeza del nido, te desenrrollaste y picaste al flautista.
Los
colmillos tras la sonrisa, la diplomacia que sale del huevo.
Desde
entonces has acompañado con música tu veneno, Cascabel.
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