Por: Ernesto J. Navarro e Indira Carpio Olivo
-“Sol, te llama
un tal Alí Primera”, le dijo Don Rafael mientras le pasaba el auricular.
La llamada le
extrañaba, porque habían transcurrido unos ocho meses desde el instante en que
ella le diera el número de su casa, en un pedazo de hoja de cuaderno.
Aquel día,
cuando se conocieron, ella trajeaba la tarde con un liquiliqui de falda color
salmón, un sombrero pelo e' guama y una cascada negra sobre la espalda, su
larga cabellera. Con su presencia llenaba las tablas del Teatro del Complejo
Ferial de Barquisimeto y robó así los ojos del Cantor del pueblo.
Con sus 18 años,
ya era conocida como “La reina de la voz liceista” y había sido invitada al
encuentro “Los venezolanos primero”, conducido por Gerardo Brito, el General
del Folklore. Alí de 34, también había sido convidado a la cantata, y al
destino.
Él cantó
primero. Ella le seguiría. Sol entonó Venezuela
habla cantando, La Paraulata llanera y Alfonsina y el mar. Sentía la mirada profunda de Alí en la
espalda mientras enfrentaba al público. Desde entonces ha vivido con ella y
para ella.
Al bajar del
escenario, su hermano mayor, también llamado Rafael, que era quien la llevaba “poraí,
a cantar”, se le acerca. A su lado camina el hombre de la mirada
profunda.
-Sol, te
presento a Alí. Él es el Cantor del pueblo, un cantante muy importante.
En adelante, el
hermano, sería el anzuelo al que recurriría Alí para pescar el Sol.
Alguna vez, Cheo
Hernández Prisco y el mismo Gerardo Brito, contaron que Alí Primera no era
hombre de rodeos, iba a lo que iba. Así que detrás del escenario y delante de
Rafael, elogió la voz de Sol y le propuso apoyarla para que grabase sus propias
canciones. Acto seguido se calzó el cuatro y dijo:
-Te quiero
cantar esta canción.
Y le despachó La
piel de mi niña huele a caramelo(1).
Sol lo escuchó
atentamente. Alí cerraba los ojos para cantar y así ella pudo detallarlo mejor:
Camisa y pantalón de jean, botas Loblan y una esclava en la muñeca izquierda
con la siguiente inscripción: Chinti, como llamaba a su hija María
Fernanda.
Cuando terminó
el encuentro, llevaron a los cantores desde el Complejo Ferial a una cena de agasajo.
Alí andaba con una novia. Por la educación recibida en su casa, Sol no entendía
cómo aquella muchacha andaba con él sin un familiar que los acompañara... “y
hasta dormían juntos. Eso me parecía inmoral, por eso me caía mal. Bueno,
yo digo que por eso”.
Sol recordará
esa noche larense de 1976 por el resto de su vida. “Él me cantó, me miraba
profundo, y sus manos, sus manos eran hermosas. La mirada de Alí era
pura, transparente, no era común como cualquiera, era única”.
Los que estaban
fuera de esa atmósfera observaban con atención. Cheo le dijo al chaperón: “Alí,
está mirando mucho a Sol Elena. Y es raro porque Alí no es de estar mirando
mucho”.
“Y como
andaba con aquella novia, no debía estar mirando para ningún lado”,
refunfuña Sol.
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A la primera
llamada telefónica la sucederían otras, en las que Alí hablaría más con Rafael
que con Sol. Detallaban aspectos de grabaciones que jamás ocurrirían. La única
canción que Sol y Alí grabaron juntos fue La sirena de este tiempo(2).
Un par de
semanas transcurrieron para que llegase un paquete de correo a la casa de los
Musset en Acarigua. Por esos días, Sol ya era maestra en una escuelita de Fe y
Alegría, así que fue el Don quien recibió aquel pesado paquete.
El bulto
contenía los 6 discos que ya había grabado Alí. Sol no sólo atesoró aquel
regalo sino que escuchó una y otra vez, cada tema de los acetatos. Pero esos LP
tendrían una corta vida.
Estando Sol en
su trabajo, Don Rafael recibe la visita de un compañero adeco. Éste se percata
de los discos apilados en una mesita de la sala. Y como quien busca una
respuesta que ya sabe, pregunta al viejo Musset:
-¿Y esos
discos?
-¡Ah! Se
los regaló Alí Primera a la nena.
-¿Qué? ¿A la
niña? ¿Y, tú no sabes quién es ese tipo?
Rafael encogió
los hombros
-¡Es un
comunista, un comeniños!
Sol regresó a
casa del trabajo y encontró los LP en el suelo.
“Yo, que era
sumisa, obediente, en lo que llegué a casa me molesté muchísimo, porque no era
justo que mi papá abriese mi correspondencia”.
Desde entonces,
Alí tendría que sortear los escollos, no sólo de un suegro cualquiera, sino
también las desavenencias de un rival político.
Cuenta Sol que
su madre era ciega. “Una tenía que llevarla de la manito. Ella me pidió que le
explicara lo de los discos y el comunista. Yo le conté quién era, le conté que
él había escrito una canción, que se llamaba La piel de mi niña y que yo me la
había aprendido. Se la canté. Al escucharla mamá se enamoró de Alí. Pero, papá
no”.
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Suegro y yerno
combatieron los dos años que duraría el cortejo, antes de que Alí reclamara la
victoria un 24 de Junio de 1978, mismo día en que se celebrase la Gesta que independizaría a
Venezuela definitivamente de España, en Carabobo.
“Hemos ganado la
batalla, y la guerra”. Se casaron.
Pero, el
comunista compensaría “su falla política” ante los ojos de Don Rafael, con la
excesiva humanidad que desbordaba.
Cuando los
Primera-Musset visitaban Acarigua, Alí llevaba frutas a la Doña. “Las lavaba, las
picaba y se las daba en la boca. Y a mi mamá, mi papá le bajaba el cielo”. Esos
gestos del comeniños derribaron las defensas del Don, a tal punto que
Sol confiesa: “Era tan hermoso, que papá terminó por amarlo. Te digo más,
llegaba a ponerse de su lado cuando teníamos alguna discusión”.
La relación de
Alí con don Rafael trascendería la intimidad familiar.
Los camaradas
del PC en Maracaibo, al enterarse de que Alí tenía un suegro adeco, decidieron
gastarle una broma: Le regalaron un tapiz guajiro con el logo del partido
blanco.
-Panita que
bello, agradeció el cantor.
-Coño, Alí
¿No estás viendo lo que te estamos dando?
-¡Claro! Un
regalo para mi suegro.
“Era muy
inteligente. Se lo fue ganando”, remata Sol.
Siete años para la piel, cuatro hijos y el
canto que arma la lucha no encuentra fin, mientras la estrofa vuelve al pueblo
como ola que revienta en la arena.
Cada 31 de Octubre la tierra siente contracciones. Dilata. Sigue naciendo Alí.
Nunca ha muerto. Sigue respirando en los ojos de SOL.
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