Eran pasada las once de la noche de anoche. Ernesto enciende la luz del baño y me aprieta el hombro para despertarme. Su cara me adelantó la tristeza: "Vida, mataron a Robert Serra en su casa", me dice. Apolonia se retorció un poco, refunfuñó y siguió dormida.
A mí me dió una tembladera. Hacía frío y miedo: "Pasa doble llave a la puerta", enseguida respondí. Como si vinieran a derribarla. Junté las ventanas. Como si un aguacero de puñales se aproximara sobre nuestros cuerpos acostados.
Luego recordé que ese era el propósito, matar el sueño. Me hice preguntas, me di respuestas, porque a los seres humanos nos hace sangrar saber qué pasó, como si conocerlo cambiara su curso.
Nada, ni siquiera "la justicia" -burguesa o del pueblo- puede cambiar la mísera frialdad de quien se atreve a quitar la vida en la oscura cobardía de la noche.
Pero ¿quién es más terrible, quién entierra el plomo, o quien después de enterarse de la masacre, respira y suelta "uno menos"?
A mí me dió una tembladera. Hacía frío y miedo: "Pasa doble llave a la puerta", enseguida respondí. Como si vinieran a derribarla. Junté las ventanas. Como si un aguacero de puñales se aproximara sobre nuestros cuerpos acostados.
Luego recordé que ese era el propósito, matar el sueño. Me hice preguntas, me di respuestas, porque a los seres humanos nos hace sangrar saber qué pasó, como si conocerlo cambiara su curso.
Nada, ni siquiera "la justicia" -burguesa o del pueblo- puede cambiar la mísera frialdad de quien se atreve a quitar la vida en la oscura cobardía de la noche.
Pero ¿quién es más terrible, quién entierra el plomo, o quien después de enterarse de la masacre, respira y suelta "uno menos"?
¿Acaso desconoce el que celebra que las chavistas también parimos?
El dolor es una bisagra oxidada en una ventana vieja. Y no quiero abrir el pecho a la bala.
Duele la partida cruel del Comañero Serra, así a la distancia sigo como siempre el proceso de Venezuela, que lo hago mío,. Estos momentos aciagos de muerte en Venezuela, aparecen en mi memoria de inmediato la violencia cruel de la derecha fascista en esos tiempos de guerra, de muerte y represión brutal en El Salvador, esa guerra que nos dejo huellas personales en el cuerpo. de torturas, desaparecidos y tantos miles de compañeros caídos, la derecha huele a miedo, a sangre a muerte, llevan en sus genes la esencia misma del terror..
ResponderEliminarMuy sentido tu escrito y dejo en este tu espacio mi saludos solidario y fraterno desde algún lugar de este nuestro continente indoameriano...
Yo he vivido en Ccs, mi compañera es de Ccs y sigue allá, Por el destino, sigo fuera de Ccs. pero su lucha es mi lucha.
Y como siempre en estos momentos de dolor al compa le gritamos.. con fuerza y valentía..
¡Hasta la victoria siempre Robert Serra!
¡Por que el color de la sangre jamas se olvida!..
¡Los masacrados serán vengados!
Llevo en mi sangre su lucha compañeros..