martes, 28 de octubre de 2014

Precipicios


I. A la Pola una le pregunta qué es lo que más le gusta de mami, y ella señala y responde "lo ojo". Así, sin eses, singular como es ella.
Mis ojos, militantes de su maravilla.
Anoche, por primera vez durmió en su camita, al lado de la nuestra, fuera del cobijo de año y medio bajo mi pecho. Lo hizo durante toda la luna.
La que no parpadeó fui yo. Pasada las dos de la madrugada, decidí meditar después de contemplarla frondosa.
Hacía mucho no me encontraba. Casi lo olvidaba.
Empecé por enderezarme, y contar de 100 a 0, a abanicarme con los pensamientos. Luego, llegaron a mí postales de sus -hasta ahora- "primeras veces".

La primera vez que la deseamos, la buscamos, que lloramos cuando no llegó, cuando llegó. Cuando se movió dentro de mí, cuando la parí, cuando la alimenté con mis tetas, su primera palabra "mamá", cuando caminó, comió, me besó.
Mis ojos, que son los suyos mi testamento, dejaron correr el río.
Me angustié por el futuro y sus crueles también primerasveces, desempuñé los párpados y oré (ya obré) para que mis semillas no se cundan de la maleza que ahora hace crecer el aguacero ajeno.
Mi otra ramita me acompaña cuando amanezco sin ventanas. Late vientreabajo, recordándome que el dolor también se baila.
Yo, con Marta le explico que no siempre río, que hay veces que salo como el mar:
“Si tú la quieres,
yo te la presto, es una pena sin pena
Si no la miras, quizás se vuelva una pena ajena
Y con los años,
se irá apagando esta pena sin verla
Si el tiempo vuela, quizás se muera
como las penas, de vieja
es de esas penas que se quedan sin nombrar,
de las que vienen y van
Es una pena cualquiera
Es una de esas penas que se quedan sin canción
Que NO tienen corazón, es una pena sin dueña”.
Seis agujas señalan el amanecer. Después del cristal, canta el gorrión del quinto.
Mi heroína grande despierta sobre mis labios. Les llama "toachón", corazón.
Él atestigua: "Es que tienes el corazón en la boca".


II. Se llama Milagro. Su compañero abona terrenos extraños, justo durante su cuarentena, los primeros meses a solas con su cachorro.
La siento. La miro y me cuestiono si debo desamarrar las vendas.
Cuenta el cuento que estamoscomoestamos por culpa de nosotras mismas. Que supo un órgano en punta ponernos en guardia.
Esta mediaverdad es una lastre en la larga oscuridad de la vagina.
Alguna de las mujeres, con la que este tronco deshoja, vivió lo mismo que Mila ¿Cuántas veces la misma realidad, el mismo dolor, cuántas veces la muerte?
Eso de que todo cae por obra y gracia de la gravedad suele ser como aquello de que el “tiempo de Dios es perfecto”, una resignación, la otra mejilla ¿Puedo yo tomar la justicia en mis manos? Pero ¿Puedo no hacerlo?
No se espiga lo que no se siembra.
Lamento el destino de su germen.

Hacer daño puede convertirse en un vicio y, como pasa con los drogadictos, si no se acepta (y se transforma) esta “condición”, la serpiente choca la cabeza con su cola, en el infinito giro de la rueda.


III. Él la acompañó en la hechura y la gestación. Juró plumas enormes con las que sortear las nubes, masajeó todas las noches su barriga, acercó su voz a donde se ramificaban las estrías. A ella le costaba creer que la vida fuera tan dulce, pero al crear, una cree, y viceversa.

Quién puede incriminar la utopía.
Reza un mantra:  
Dijeron que Ícaro fue un tonto por tratar de volar tan cerca del sol. Yo digo que solo por él nosotros sabemos cuán cerca podemos llegar. Amo la caída de aquellos con suficiente valentía para fallar por las razones correctas".
Pero el de las alas también se construyó su propio laberinto, porque la vida son más que hormonas y deseos de vuelo.

El día de la coronación, él desapareció.
Beatriz no ha vuelto a saberlo.
Santiago sacó su cara y sus promesas.

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Algunas amigas me han escrito para que les recomiende ramas que les puedan acariciar el alma rota, para desaguar la inundación adentro.
Cuando un dolor echa raíz, ni el dulce perfume de la lavanda, tampoco la valeriana, ni el agüita de lechuga, pueden desenterrarlo. El único remedio bulle lentamente en una tetera que se llena gota a gota: El tiempo ¿De qué callada manera forma el árbol su corteza? ¿Cuántas veces miraría el mismo nimbo ir y venir haciendo alarde de sus formas?

Hace algunos años no conseguía la alegría, entonces fui hasta la abuela montaña y conecté con la Ayahuasca, sólo después de intentar aprender a respirar (yoga), de reír (siendo payasa de hospital), de amarme. Cuando la conocí, hallé una llave. Abrí puertas maravillosas.
Sin embargo, algunos pesares se renuevan.

No puede una hoja obrar milagro si no se aprende que no hay puertas que empujar, que no se puede encerrar el dolor, porque chorrea, escurre, se cuela, y mancha.
El descenso del vientre a la realidad es el comienzo.
De todas formas es corto el precipicio.


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