martes, 14 de octubre de 2014

Gastronauta 12: Caracola



¿Habrá alguna artesanía que requiera más amor, más paciencia (*) que dar teta? ¿Tendrá que ver la construcción de nuestro reloj social con el destete temprano y la posterior proliferación de enfermedades? La responsabilidad de alimentar a otra persona con la savia de tu cuerpo requiere dedicación, y esa es una consagración que el sistema no está dispuesto a patrocinar.

¿La aceleración de los tiempos (post)modernos es causa o consecuencia de la cultura chatarra, promovida por la comercialización de la comida rápida y su globalización como paradigma?

Ante este panorama, hemos de elevar como propuesta la conformación de una política cultural para la ralentización de la vida, la vuelta a los ciclos, en los que prevalece el cuerpo natural (y su derivación en social), asunto que consiste en escucharnos y hacernos un poco de caso, obedeciendo al instinto.

Propone Dario Fo al caracol como símbolo de esta (lenta) moción, convertida en movimiento internacional y que es mucho más de lo que he venido a decir.

Podemos taparnos los ojos, incluso podemos no oir.
Al decir de Courtoisie "Los sordos hambrientos, sólo pueden oler la suculencia, quedarse en su orilla sin escucharla".
En cambio, el caracol "muerde la música de las hojas".

Necesitamos detenernos a respirar ¿Cómo puede la nada sostener nuestras masas?

(*) Cuando me refiero a la paciencia para dar teta, hablo de la tranquilidad y la calma que requieren ambos cuerpos, el de la madre y la cría, para manar río abajo.


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