martes, 18 de octubre de 2011

Nuestra violencia es desorganizada y corre el peligro de organizarse

Entrevista / Profesor Andrés Antillano (1) / Parte II
Por Indira Carpio Olivo y Ernesto J. Navarro (*)

** Las armas no son la causa de la violencia, pero se convierten en factor que incrementa, facilita y permite la escalada de la violencia
** Las clases media y alta venezolanas vaciaron las armerías en 2002
** Un número aplastante de las municiones que se emplean en actividades delictivas son producidas en el país para el mercado legal, por Cavim (2)
** Las armas no son una forma de defensa, todo lo contrario aumentan el riesgo de muerte
** No debemos mitificar la idea del pueblo armado, porque quizá el problema es que justamente el pueblo está armado
** Tenemos una seguridad que se distribuye desigualmente, protegiendo a los más poderosos y controlando y reprimiendo a los más débiles, a los desposeídos
** Porque el arma es una forma de ejercicio de poder
** La Comisión de Desarme debe crear una política que controle la disponibilidad de armas y municiones, y vacíe de atractivo la tenencia de armas
** Frente a la violencia armada de pobres contra pobres, politización, organización política
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-¿Cómo es la violencia venezolana?
-En mi opinión hay un peligro importante y es que nuestra violencia es desorganizada. Acá no hay grandes bandas, es más una violencia de muchachos contra muchachos. Pero la disponibilidad de armas puede lograr que pasemos de una violencia desorganizada a una organizada y que se vuelva realmente peligrosa, como la que sucede en México, o la ocurrida en Colombia con los paramilitares.

-¿Cree usted que el herrero entregará su martillo? ¿A quién desarma la Comisión de Desarme?
-A mi me parece que la idea del desarme no se basa en que nadie tenga armas; sino restringir el mercado: que no sea fácil obtenerlas, al igual que las municiones. También tenemos que disminuirles el “atractivo cultural” a las armas, quitarle el amor a las armas.
Y es que el uso de las armas no sólo tiene que ver con su valor instrumental, sino con su glamour, con su fascinación. Pasearse con una pistola logra que muchos sean reconocidos, se asocia con masculinidad, con la idea de poder.
Por otro lado, yo creo que las políticas de reducción de armas si tienen una incidencia seria en la disminución de los hechos delictivos. Esa es la razón por la cual, los homicidios en Brasil que tenían una tasa mayor a la de Venezuela, disminuyeron drásticamente.

-Pero ¿Son las armas el origen de la violencia en Venezuela?
-En primer lugar, las armas no son la causa de la violencia, pero se convierten en factor que incrementa, facilita y permite la escalada de la violencia. Por varias razones. Una de ellas es que aumenta la demanda. En la medida en que yo creo que puedo ser víctima de gente armada y que el Estado no me protege me empiezo a armar y aumenta el mercado legal de armas.
En la mayoría de los países, sospecho que en Venezuela aunque no hay datos muy confiables, el mercado ilegal de armas se nutre del mercado legal. La alta disponibilidad de armas en el país tiene mucho que ver con que el año 2002 las clases media y alta de Venezuela prácticamente desvalijaron las armerías, porque “iban a venir las hordas chavistas a asaltarles su residencia”.
Buena parte de esas armas termina nutriendo al mundo criminal. Los pocos reportes dicen que la presencia de armas -que vienen por tráfico ilegal- es más bien insignificante. Casi todas vienen del mercado legal. Por ejemplo, roban una casa y encuentran una pistola que fue comprada legalmente y se la llevan y termina siendo usada para actos criminales. Igual si roban un carro, o las policías que suministran armas.
El caso de las balas, las municiones. Un número aplastante de las municiones que se emplean en actividades delictivas son producidas en el país, son producidas para el mercado legal, por Cavim. En fin, estar armado aumenta el número de armas y el riesgo relacionado con ellas. Pero las armas además se convierten en un símbolo de estatus, de masculinidad, de virilidad. El arma es una forma de ser reconocido.
Hay dos cosas importantes que debemos señalar. El primero de ellos es que las armas no son una forma de defensa, todo lo contrario aumentan el riesgo de muerte.
Y el segundo que las armas favorecen los procesos de exclusión contra los más pobres. Yo creo que debemos estar preparados para una agresión armada contra la revolución, pero no debemos mitificar la idea del pueblo armado, porque quizá el problema es que justamente el pueblo está armado, que todo el mundo tiene armas, circulan de manera continua y es muy fácil conseguirlas.

-Uno se pregunta ¿por qué un diputado tienen más escoltas que un magnate?
Las políticas de reducción de armas deben ir acompañadas de políticas que hagan que las personas se sientan protegidas por el Estado y esa disminución tiene que sentirse en una desinversión simbólica. Pero allí la pregunta es por qué un diputado, que es un ciudadano igual que yo, tiene mucha más protección.
Por qué un parlamentario tiene que andar con un pequeño ejército de guardaespaldas, que -en muchos casos- son funcionarios policiales que deberían estar ofreciendo protección a las comunidades y están destacados a brindar custodia a una sola persona y muchas veces a su familia.
Esto se debe a que en una sociedad desigual “la seguridad” se distribuye desigualmente y unas personas están más protegidas que otras.
Las élites económicas, políticas están más protegidas. Es más fácil conseguir una patrulla en La Florida, (donde además hay vigilancia privada, cámaras de seguridad, cercas electrificadas) que en Chapellín, un barrio que queda al lado.
La seguridad, que es un bien, está distribuida desigualmente a favor de los poderosos.

-Incluso, en La Florida los cuerpos de seguridad no tratan de la misma forma a sus habitantes que en Chapellín
-Porque la seguridad, como bien se distribuye desigualmente, pero como coacción también está distribuida desigualmente en términos inversos. Porque las pocas veces que la gente de Chapellín ve a la policía, ve a una policía represiva, una de “pégate pa' allá”, una policía de “no me mires a la cara”, o “móntate ahí, porque estoy seguro de que tienes una broma”, en fin una seguridad que se distribuye desigualmente, protegiendo a los más poderosos y controlando y reprimiendo a los más débiles, a los desposeídos.
Eso ocurre en una sociedad desigual como con todos los bienes, como con el agua o como con otro bien y servicio, como es el caso de la seguridad y de los servicios policiales.
Entonces, creo que la posesión de armas es una mala señal, porque no se trata de un hecho meramente instrumental, sino una ostentación de poder el llegar a un sitio con armas o con 10 ó 15 guardaespaldas.

-¿Hay una política de desarme?
-No hay una política de desarme, hay una Comisión de Desarme y entiendo que una de sus tareas es crear una política al respecto. No es que van a ir a quitarle las armas a la gente, eso no tiene mayores resultados. El desarme tiene que ver con controlar la disponibilidad de armas y municiones, también con vaciar de atractivo la tenencia de armas.
No se trata sólo de una campaña comunicacional. Hay medidas que está tomando esta Comisión que pueden ser muy importantes, como por ejemplo el control de municiones, el marcaje de municiones.
En Brasil se distinguió entre el porte y la tenencia de armas. Porque una cosa es tener un arma en casa y otra es andar con armas por la calle.
Si usáramos una metáfora dramatúrgica, diríamos que si usted saca un arma en el primer acto de una obra de teatro, antes de que caiga el telón usted debe matar a alguien.
Las armas en la calle aumentan la probabilidad de un encuentro armado. Es muy posible que en una sociedad -además tan cargada como la caraqueña- entremos en conflicto.
Pongamos el caso muy frecuente de una cola en una autopista, una cosa es resolverlo con unos gritos y otra muy diferente es sacar una pistola, cuestión que ocurre con frecuencia entre señores de clase alta “completamente honestos” que no tienen ningún empacho en pegarle tres tiros a otro.
Porque el arma es una forma de ejercicio de poder. Y si el poder no es democrático, no es colectivo, no es horizontal, las armas terminan convirtiéndose en una forma que acentúan las asimetrías del poder.
El control de armas es una condición también para que se de una sociedad igualitaria y no eso no quiere decir que no hay que prepararse para situaciones de invasión o amenazas, pero lo que no tiene que ocurrir es que las armas sean un mecanismo que profundicen las diferencias de poder, porque el muchacho del barrio que tiene un arma ejerce un poder indebido contra sus iguales, contra sus vecinos, no favorece la organización popular. Si tiene un arma se impone contra los demás.
No creo que sea un asunto de desarme, ni que vayan a desaparecer las armas no se trata de esto, se trata de controlar y restarle atractivo a las armas.

-Entonces ¿tiene que ver con campañas comunicacionales?
-No sólo con campañas comunicacionales, sino con campañas de movilización. Esto es algo que entienden claramente las madres en los barrios, porque el tema de las armas es un problema que les está quitando la vida a sus muchachos y les resta incluso la posibilidad de organización popular.
La gente, mientras ocurre la violencia armada, se queda en su casa, se rompen los mecanismos de participación, se rompen los vínculos sociales, porque ya no veo al vecino como mi aliado, sino como el padre del muchacho que mató a mi muchacho. Empiezan a quebrantarse los vínculos de organización y se acentúa la desorganización, la exclusión, la dificultad de los ejercicios del poder popular en las comunidades.
Entonces, la propuesta debe ser frente a la violencia armada de pobres contra pobres, politización, organización política. Ese es un elemento esencial.

Para leer la primera parte de la entrevista:

Nota de los autores: Estamos convencidos de que la crítica y la autocrítica son necesarias para el avance de la revolución. Con ese espíritu está hecho este trabajo periodístico. NO AUTORIZAMOS A NINGÚN MEDIO DE COMUNICACIÓN BURGUÉS, CAPITALISTA, DE DERECHA, A REPRODUCIR ESTA INFORMACIÓN, NI TOTAL NI PARCIALMENTE.

(*) Periodistas
indiracarpio@gmail.com / @icarpio/ navarroernestoj@gmail.com / @ernestojnavarro
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Para ampliar informaciones:
(1) Andrés Antillano es profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), licenciado en psicología y especialista en criminología.
(2) CAVIM, Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares

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