Entrevista
/ Profesor Andrés Antillano (1)
/ Parte II
Por
Indira Carpio Olivo y Ernesto J. Navarro (*)
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Las armas no son la
causa de la violencia, pero se convierten en factor que incrementa,
facilita y permite la escalada de la violencia
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Las clases media y alta venezolanas vaciaron las armerías en 2002
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Un número aplastante de las municiones que se emplean en actividades
delictivas son producidas en el país para el mercado legal, por
Cavim (2)
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Las armas no son una forma de defensa, todo lo contrario aumentan el
riesgo de muerte
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No debemos mitificar
la idea del pueblo armado, porque quizá el problema es que
justamente el pueblo está armado
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Tenemos una seguridad que se distribuye desigualmente, protegiendo a
los más poderosos y controlando y reprimiendo a los más débiles, a
los desposeídos
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Porque el arma es una forma de ejercicio de poder
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La Comisión de Desarme debe crear una política que controle la
disponibilidad de armas y municiones, y vacíe de atractivo la
tenencia de armas
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Frente a la violencia armada de pobres contra pobres, politización,
organización política
-¿Cómo
es la violencia venezolana?
-En mi
opinión hay un peligro importante y es que nuestra violencia es
desorganizada. Acá no hay grandes bandas, es más una violencia de
muchachos contra muchachos. Pero la disponibilidad de armas puede
lograr que pasemos de una violencia desorganizada a una organizada
y que se vuelva realmente peligrosa, como la que sucede en
México, o la ocurrida en Colombia con los paramilitares.
-¿Cree
usted que el herrero entregará su martillo? ¿A quién desarma la
Comisión de Desarme?
-A mi
me parece que la idea del desarme no se basa en que nadie tenga
armas; sino restringir el mercado: que no sea fácil obtenerlas, al
igual que las municiones. También tenemos que disminuirles el
“atractivo cultural” a las armas, quitarle el amor a las armas.
Y es
que el uso de las armas no sólo tiene que ver con su valor
instrumental, sino con su glamour, con su fascinación. Pasearse con
una pistola logra que muchos sean reconocidos, se asocia con
masculinidad, con la idea de poder.
Por
otro lado, yo creo que las políticas de reducción de armas si
tienen una incidencia seria en la disminución de los hechos
delictivos. Esa es la razón por la cual, los homicidios en Brasil
que tenían una tasa mayor a la de Venezuela, disminuyeron
drásticamente.
-Pero
¿Son las armas el origen de la violencia en Venezuela?
-En
primer lugar, las armas no son la causa de la violencia, pero se
convierten en factor que incrementa, facilita y permite la escalada
de la violencia. Por varias razones. Una de ellas es que aumenta la
demanda. En la medida en que yo creo que puedo ser víctima de gente
armada y que el Estado no me protege me empiezo a armar y aumenta el
mercado legal de armas.
En la
mayoría de los países, sospecho que en Venezuela aunque no hay
datos muy confiables, el mercado ilegal de armas se nutre del mercado
legal. La alta disponibilidad de armas en el país tiene mucho que
ver con que el año 2002 las clases media y alta de Venezuela
prácticamente desvalijaron las armerías, porque “iban a venir las
hordas chavistas a asaltarles su residencia”.
Buena
parte de esas armas termina nutriendo al mundo criminal. Los pocos
reportes dicen que la presencia de armas -que vienen por tráfico
ilegal- es más bien insignificante. Casi todas vienen del mercado
legal. Por ejemplo, roban una casa y encuentran una pistola que fue
comprada legalmente y se la llevan y termina siendo usada para actos
criminales. Igual si roban un carro, o las policías que suministran
armas.
El
caso de las balas, las municiones. Un número aplastante de las
municiones que se emplean en actividades delictivas son producidas en
el país, son producidas para el mercado legal, por Cavim. En fin,
estar armado aumenta el número de armas y el riesgo relacionado con
ellas. Pero las armas además se convierten en un símbolo de
estatus, de masculinidad, de virilidad. El arma es una forma de ser
reconocido.
Hay
dos cosas importantes que debemos señalar. El primero de ellos es
que las armas no son una forma de defensa, todo lo contrario aumentan
el riesgo de muerte.
Y el
segundo que las armas favorecen los procesos de exclusión contra los
más pobres. Yo creo que debemos estar preparados para una agresión
armada contra la revolución, pero no debemos mitificar la idea del
pueblo armado, porque quizá el problema es que justamente el pueblo
está armado, que todo el mundo tiene armas, circulan de manera
continua y es muy fácil conseguirlas.
-Uno
se pregunta ¿por qué un diputado tienen más escoltas que un
magnate?
Las
políticas de reducción de armas deben ir acompañadas de políticas
que hagan que las personas se sientan protegidas por el Estado y esa
disminución tiene que sentirse en una desinversión simbólica. Pero
allí la pregunta es por qué un diputado, que es un ciudadano igual
que yo, tiene mucha más protección.
Por
qué un parlamentario tiene que andar con un pequeño ejército de
guardaespaldas, que -en muchos casos- son funcionarios policiales que
deberían estar ofreciendo protección a las comunidades y están
destacados a brindar custodia a una sola persona y muchas veces a su
familia.
Esto
se debe a que en una sociedad desigual “la seguridad” se
distribuye desigualmente y unas personas están más protegidas que
otras.
Las
élites económicas, políticas están más protegidas. Es más fácil
conseguir una patrulla en La Florida, (donde además hay vigilancia
privada, cámaras de seguridad, cercas electrificadas) que en
Chapellín, un barrio que queda al lado.
La
seguridad, que es un bien, está distribuida desigualmente a favor de
los poderosos.
-Incluso,
en La Florida los cuerpos de seguridad no tratan de la misma forma a
sus habitantes que en Chapellín
-Porque
la seguridad, como bien se distribuye desigualmente, pero como
coacción también está distribuida desigualmente en términos
inversos. Porque las pocas veces que la gente de Chapellín ve a la
policía, ve a una policía represiva, una de “pégate pa' allá”,
una policía de “no me mires a la cara”, o “móntate ahí,
porque estoy seguro de que tienes una broma”, en fin una seguridad
que se distribuye desigualmente, protegiendo a los más poderosos y
controlando y reprimiendo a los más débiles, a los desposeídos.
Eso
ocurre en una sociedad desigual como con todos los bienes, como con
el agua o como con otro bien y servicio, como es el caso de la
seguridad y de los servicios policiales.
Entonces,
creo que la posesión de armas es una mala señal, porque no se trata
de un hecho meramente instrumental, sino una ostentación de poder el
llegar a un sitio con armas o con 10 ó 15 guardaespaldas.
-¿Hay
una política de desarme?
-No
hay una política de desarme, hay una Comisión de Desarme y entiendo
que una de sus tareas es crear una política al respecto. No es que
van a ir a quitarle las armas a la gente, eso no tiene mayores
resultados. El desarme tiene que ver con controlar la disponibilidad
de armas y municiones, también con vaciar de atractivo la tenencia
de armas.
No se
trata sólo de una campaña comunicacional. Hay medidas que está
tomando esta Comisión que pueden ser muy importantes, como por
ejemplo el control de municiones, el marcaje de municiones.
En
Brasil se distinguió entre el porte y la tenencia de armas. Porque
una cosa es tener un arma en casa y otra es andar con armas por la
calle.
Si
usáramos una metáfora dramatúrgica, diríamos que si usted saca un
arma en el primer acto de una obra de teatro, antes de que caiga el
telón usted debe matar a alguien.
Las
armas en la calle aumentan la probabilidad de un encuentro armado. Es
muy posible que en una sociedad -además tan cargada como la
caraqueña- entremos en conflicto.
Pongamos
el caso muy frecuente de una cola en una autopista, una cosa es
resolverlo con unos gritos y otra muy diferente es sacar una pistola,
cuestión que ocurre con frecuencia entre señores de clase alta
“completamente honestos” que no tienen ningún empacho en pegarle
tres tiros a otro.
Porque
el arma es una forma de ejercicio de poder. Y si el poder no es
democrático, no es colectivo, no es horizontal, las armas terminan
convirtiéndose en una forma que acentúan las asimetrías del poder.
El
control de armas es una condición también para que se de una
sociedad igualitaria y no eso no quiere decir que no hay que
prepararse para situaciones de invasión o amenazas, pero lo que no
tiene que ocurrir es que las armas sean un mecanismo que profundicen
las diferencias de poder, porque el muchacho del barrio que tiene un
arma ejerce un poder indebido contra sus iguales, contra sus vecinos,
no favorece la organización popular. Si tiene un arma se impone
contra los demás.
No
creo que sea un asunto de desarme, ni que vayan a desaparecer las
armas no se trata de esto, se trata de controlar y restarle atractivo
a las armas.
-Entonces
¿tiene que ver con campañas comunicacionales?
-No
sólo con campañas comunicacionales, sino con campañas de
movilización. Esto es algo que entienden claramente las madres en
los barrios, porque el tema de las armas es un problema que les está
quitando la vida a sus muchachos y les resta incluso la posibilidad
de organización popular.
La
gente, mientras ocurre la violencia armada, se queda en su casa, se
rompen los mecanismos de participación, se rompen los vínculos
sociales, porque ya no veo al vecino como mi aliado, sino como el
padre del muchacho que mató a mi muchacho. Empiezan a quebrantarse
los vínculos de organización y se acentúa la desorganización, la
exclusión, la dificultad de los ejercicios del poder popular en las
comunidades.
Entonces,
la propuesta debe ser frente a la violencia armada de pobres contra
pobres, politización, organización política. Ese es un elemento
esencial.
Para
leer la primera parte de la entrevista:
Nota
de los autores: Estamos convencidos de que la crítica y la
autocrítica son necesarias para el avance de la revolución. Con ese
espíritu está hecho este trabajo periodístico. NO
AUTORIZAMOS A NINGÚN MEDIO DE COMUNICACIÓN BURGUÉS, CAPITALISTA,
DE DERECHA, A REPRODUCIR ESTA INFORMACIÓN, NI TOTAL NI PARCIALMENTE.
(*)
Periodistas
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Para
ampliar informaciones:
(1)
Andrés Antillano es profesor de la Universidad Central de Venezuela
(UCV), licenciado en psicología y especialista en criminología.
(2)
CAVIM, Compañía Anónima
Venezolana de Industrias Militares
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