martes, 8 de diciembre de 2015

Gastronauta 65 Garabatos (nueve críticas y una autocrítica)


 

I
No se trata de un pueblo que se consumió el último año en colas, ni del espíritu adolorido por el duelo, ni del esmero empresarial por quebrar la voluntad de cualquiera. Se trata de un único factor, que acaba trapo donde llega: permitimos a Ricardo Sánchez en el chavismo y lo recibimos con una candidatura a la Asamblea Nacional: la incoherencia alienta la pava.
Mientras, en los barrios los líderes naturales de una revolución fueron usados para i,plorar votos.
II
No se me hace difícil perder. Tanto más me cuesta aceptar que el otro ganando no se dé cuenta de lo que está perdiendo.
Perdimos todos.
O radicalizamos, o se Macriliza esta vaina.
III
A una muchacha de mi pueblo, rodeada de opositores, sus vecinos celebraron la victoria de la “Unidad” cayéndole a botellazos a su casa.
La reconciliación nacional prometida es una mentira que no es verdad, "pero tenemos cambio".
IV
El cambio empieza por pagar “favores”. Es así como, sin haberse juramentado, los diputados de la “nueva mayoría” deben devolver (y no hablo de vómitos varios) la mojada de la manito con la “revisión” de leyes a favor del pueblo.
Pero y ojo: viste, que para que una ley se promulgue o derogue necesita la firma del presidente.
¡Nadie, ni aquellos, ni nosotros queremos pacto!

V
Está demostrado que pan y circo no hace mojón, porque díganme en qué contribuyó la nueva Tves y la peladera de culo de Diosa Canales en la conversión de almas escuálidas en militantes de una revolución.
¡Que le corten la cabeza!
VI
El conocido prontuario de algunos diputados de la Unidad no hace sino hablar de una Asamblea con mayoría “descalificada”.
VII
Hay quien dice que no está triste, que no siente la derrota. Yo sí. Sino es que no pasa nada. Y tiene que pasar todo. Empezando por destruir esta institucionalidad burguesa desde el vientre, fuera del vientre, dejando lo bestia. No hubo voto castigo, el castigo sigue siendo el mismo voto.
VIII
En la victoria, todas, todos corren a retratarse. El revés es un desierto.
Y dicen que la ola rasca los cielos cuando el repliegue es más intenso. Ahí, los espero.
XI
Algunos, después de reintegrarse al poder, prometen el retorno del que no quiere volver.
Aceptémoslo de una vez: fuimos criados para el destierro, porque allá siempre será mejor que acá, porque ser un exiliado le concede a algunos el status necesario, el extrañar la casa desde lejos ¡Bien lejos!
X
Lo reconozco. Estoy muy cansada. No me alcanza el pago de una sola de mis columnas para comprar ni un paquete de caraotas. Tengo que convertir el ejercicio de lo que más amo, escribir, en una práctica de la inercia.
Pero, en qué punto de esta historia hubiera podido yo vivir de hacer de mi placer mi ocupación, sin ser yo una monedita de cuna.
No puedo, no quiero convertir la razón económica en vórtice, porque la idea vale más que una migaja de pan.
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Me gusta ser parte de los que no detentan más poder que el que emana de sus propias manos. Porque el poder es una chispa de fuego que atrae a los insectos, los alimenta y los engorda hasta que no pueden volar, los envilece. No se puede acumular tanta llama sin arder.
De esta clase de fuego es necesario deshacerse y entonces perder es una victoria.
Y, hasta yo sé que ninguna derrota, ninguna conquista es absoluta.

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