martes, 24 de noviembre de 2015

Gastronauta 63: Cuadro celeste


A Néstor Kirchner se le recordará -entre otras muchas acciones- por bajar los cuadros de los represores de las dictaduras en Argentina, de la pared en la que militares de todos los rangos se le paraban firme (1).

A Macri ¿se le aplaudirá por bajar el cuadro de Hugo Chávez que permanece en el Salón de los patriotas, de la Casa Rosada?
Si. Ambas acciones son inversamente proporcionales. Pero ambas coinciden en lo fundamental: bajando un cuadro, forman miles.

Y dirán que “no se les puede comparar”, Y es verdad. El Néstor que no quiso dejarse patotear por Bush no es ni en pedo el Macri que se le parece tanto a Mister Danger (2).

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Se le puede imaginar a Mauricio, regando su perfume por los pasillos del palacio presidencial, con un banco de madera, pretendiendo derribar el óleo él solito.
El apoyo lo necesita, porque el hombre es Macri, no macro.
Pero lo piensa mejor, y la cosa quedaría más efectista si convoca a los medios y lo hace frente a las cámaras. O no, simplemente desaparecer la pared aquella en la que Cristina elevó el verdeoliva de Chávez. Si de algo sabe el empresario es del negocio inmobiliario, favorecido por la dictadura. Entonces, pregúntese si sería Macri capaz de bajar los cuadros de los represores que lo llevaron a ser lo que es hoy día: propietario, un presidente propietario.
Siendo Cristina, se lo dejo y lo multiplico: una reproducción de la cara de Chávez por cada muro, para que los tropiece, y aunque sea una pesadilla provocarle.
Lo mismo sueñan, y se vienen encima, algunos venezolanos que deseos más deseos menos, quieren borrar el nombre del salón Néstor Kirchner en Miraflores.
Como si la historia la hiciera un nombre y -en este caso- no el hombre.

En un ejercicio para perder el tiempo una se pudiera preguntar ¿qué cuadro montaría Macri?
Y en la multiplicidad de opciones en las que la ociosidad nos pasearía, cuatro se me vienen a la mente:
Opción A: el de Videla.
Opción B: el de Mickey Mouse.
Opción C: el de Leopoldo López.
Opción D: el de George Bush, Jr.
O, todas las anteriores.

Además de a sus bolsillos, Macri pudiera alumbrar a sus santos anteriores, para devolverles el favor de llevarlo a la presidencia sin más proyecto que valerse de lo que muchos califican como la falta de apoyo de una presidenta que se despide con el 70% de aprobación, y cuyo descendiente político queda huérfano incluso antes de nacer.

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Hay un cuadro que se le imposibilitará bajar: el del niño pobre que nace una y mil veces, y una y mil veces le promete encaramarse por la ventana y ser cielo, celeste.


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