martes, 26 de mayo de 2015

Gastronauta 36: Plantae


Algunos seres humanos somos más del reino vegetal.
En realidad, sin las plantas, la evolución no pudiera haberse ejecutado. Es algo así como que los árboles llevan en sus hombros buena parte de la responsabilidad de que podamos caminar, porque por y a través de ellos salimos del agua, su desintegración y solidificación logró los continentes y constituyen el escudo contra las espadas que nos hincan más allá de la atmósfera. Las plantas además nos alimentan incluso desde que éramos una célula flotando en la puritica agua que era la tierra. El mejor remedio, fuente para el cobijo al constituir materia prima para casas autosustentables, casas vivas, sus hojas nutren el histórico medio de comunicación: el papel.
Son también la principal fuente de energía, porque casi toda la necesaria para la vida en el planeta es producida mediante la fotosíntesis a partir de la luz del sol. Entonces pues ¿cómo es posible tanto descuido en contra del florecimiento y la conservación de los verdes, sin que se explique como un suicidio colectivo? Hay quienes hablan de que vivimos la sexta extinción masiva, producto del paso del homínido, un paso más feroz que el peor de los meteoritos.

La defaunación es por consiguiente otro de los peligrosos hechos que acompañan el apocalipsis humano ¿A dónde migrarán las guacamayas que recorrían la Valle-Coche, después de la bestial deforestación que sufriera la principal arteria vial de la puerta sur de Caracas? La duplicación del asfalto, la ampliación de la autopista acabó con una hilera de más de quinientos árboles.
Una sabía que había llegado a Caracas, porque asistía a la discusión entre una guacamaya y una bocina. Levantaba la vista y un cielo de hojitas dejaba pasar los rayos de un sol más bien tímido. Hoy, el de rubias crines quema la solapa de todo lo que se mueve.
Algunas especies fueron arrancadas de raíz con la promesa del transplante. Otras simplemente segadas, como si esa raíz no pudiese volver a echar ramas, en la más antigua de las resistencias.
El reino plantae cuenta con unos 3.800 millones de años. Incluso dominaron los mares. No veo cómo no puedan reventar el cement(eri)o en las manos del hombre y como fiera herida, reclamar su piel.
Cuando las piedras se peleen en el recorrido y devuelvan nuestros huesos a alguna lava dormida, o crezca una ola tanto que el Ávila no sirva de amparo, entonces el ala de la guacamaya volverá a anidar el viento, el caobo coqueteará con alguna nube, y el apamate floreará la más hermosa de las alfombras.

Justo al lado de las jacarandas, los apamates, los bucares, los caobos caídos, llora un río, uno empaquetado con cabillas y cloacas. Allí, los cadáveres de madera, sin más ritual que el enmohecimiento. Allí las promesas y el más denso calor vaticinan la peste, el fuego ¿Cómo podremos respirar, de qué se llenarán nuestros ojos?

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Recientemente, Osly Hernández, fue nombrada presidenta de la Misión Árbol. Ella es madre, y como la misma tierra, sabe lo que es parir y el dolor que se siente cuando una ramita enferma. En sus manos, arborecer la senda.

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