No se qué pensar de
aquellas mujeres que dicen leer mucho sobre feminismo (como si una se
edifica como persona leyendo, y no haciendo) y concluir que el histórico
movimiento por la emancipación femenina ha contribuido a la doble (para
mí cuadruple) jornada que cumplimos la mayoría de las mujeres... porque
"nos lanzó a la calle".
Es decir, para estas personas las
culpables de la esclavitud de las mujeres somos las mismas mujeres, no
es el patriarcado -sistema que
reproducimos muchas veces las propias vaginas, si-, pero que tiene sus
cimientos en la imposición del macho sobre la mujer, a través de la
violencia.
Algunas prefieren quedarse en casa, y bien si este
ritmo vertiginoso de la vida se los permite. Y no digo que en la casa
no trabajemos, ojo.
Es el trabajo una de las expresiones de la cultura que más edifica al ser humano.
El problema no es salir a la calle y desarrollar nuestras destrezas. El
problema es que la afirmación de que el movimiento feminsta contribuye
al reforzamiento de la doble jornada deja implícito la complicidad de
algunas mujeres con el macho muymacho y esconde la responsabilidad de
los hombres en la crianza y en la casa. Porque no es que nos ayudan, es
que lavar, cocinar, limpiar también es su tarea.
Entiendo que
hubo corrientes dentro del feminismo que pretendían convertirnos en
hombres, tal es el caso de Mary Wollstonecraft. Que odiaban la
femeneidad, que les parecía denigrante usar tacones, incluso hasta
peinarse.
Eso era también machismo: querer ser como ellos.
Hay corrientes que quieren ser con ellos y no como ellos, ni más que
ellos. Hubo la que prefirió la doble jornada, a ser eliminada como ser
viviente y ser reducida a mueble o plantita de adorno.
No se puede generalizar. Hay que estudiar, si. Pero sin descontextualizar.
Si tanto lee, sea humilde como para reconocer que hay tanto más desconocido.
Para mí, ese "concepto" de una mujer sobre el feminismo tiene que ver
más con que ser feminista es sinónimo de cabeza caliente, hembrista,
lesbiana, amargada, cuaima y crítica. El “estereotipo de feminista al
uso, esto es, una mujer lesbiana o de dudosa trayectoria sexual o mujer
sola, solterona o divorciada de larga duración, seguramente fea o con
algún defecto físico, intransigente, negada a escuchar o leer comentario
alguno a favor de los hombres”, según nos echa el cuento Gioconda Espina.
Celia Amorós cree que esto tiene que ver con que "mientras
más desprestigiadas estén las lideresas que trabajan por la igualdad
con los hombres, menos fácil será que se identifiquen con ellas la
mayoría de las mujeres, las trabajadoras mal pagadas y las amas de casa
amarradas al fregadero y la cuna”.
El feminismo, la bruja mala
del cuento, la manzana envenenada (Y no la que le da descanso a la
"princesa", hecha esclava por 7 hombres eunucos... digo, enanos... digo que nos "enanizan").
Elecciones, ética y supervivencia
Hace 2 meses