miércoles, 23 de enero de 2013

Doble jornada

No se qué pensar de aquellas mujeres que dicen leer mucho sobre feminismo (como si una se edifica como persona leyendo, y no haciendo) y concluir que el histórico movimiento por la emancipación femenina ha contribuido a la doble (para mí cuadruple) jornada que cumplimos la mayoría de las mujeres... porque "nos lanzó a la calle".

Es decir, para estas personas las culpables de la esclavitud de las mujeres somos las mismas mujeres, no es el patriarcado -sistema que reproducimos muchas veces las propias vaginas, si-, pero que tiene sus cimientos en la imposición del macho sobre la mujer, a través de la violencia.

Algunas prefieren quedarse en casa, y bien si este ritmo vertiginoso de la vida se los permite. Y no digo que en la casa no trabajemos, ojo.
 

Es el trabajo una de las expresiones de la cultura que más edifica al ser humano.

El problema no es salir a la calle y desarrollar nuestras destrezas. El problema es que la afirmación de que el movimiento feminsta contribuye al reforzamiento de la doble jornada deja implícito la complicidad de algunas mujeres con el macho muymacho y esconde la responsabilidad de los hombres en la crianza y en la casa. Porque no es que nos ayudan, es que lavar, cocinar, limpiar también es su tarea.

Entiendo que hubo corrientes dentro del feminismo que pretendían convertirnos en hombres, tal es el caso de Mary Wollstonecraft. Que odiaban la femeneidad, que les parecía denigrante usar tacones, incluso hasta peinarse.
Eso era también machismo: querer ser como ellos.

Hay corrientes que quieren ser con ellos y no como ellos, ni más que ellos. Hubo la que prefirió la doble jornada, a ser eliminada como ser viviente y ser reducida a mueble o plantita de adorno.

No se puede generalizar. Hay que estudiar, si. Pero sin descontextualizar.
Si tanto lee, sea humilde como para reconocer que hay tanto más desconocido.

Para mí, ese "concepto" de una mujer sobre el feminismo tiene que ver más con que ser feminista es sinónimo de cabeza caliente, hembrista, lesbiana, amargada, cuaima y crítica. El “estereotipo de feminista al uso, esto es, una mujer lesbiana o de dudosa trayectoria sexual o mujer sola, solterona o divorciada de larga duración, seguramente fea o con algún defecto físico, intransigente, negada a escuchar o leer comentario alguno a favor de los hombres”, según nos echa el cuento Gioconda Espina.
Celia Amorós cree que esto tiene que ver con que "mientras más desprestigiadas estén las lideresas que trabajan por la igualdad con los hombres, menos fácil será que se identifiquen con ellas la mayoría de las mujeres, las trabajadoras mal pagadas y las amas de casa amarradas al fregadero y la cuna”.

El feminismo, la bruja mala del cuento, la manzana envenenada (Y no la que le da descanso a la "princesa", hecha esclava por 7 hombres eunucos... digo, enanos... digo que nos "enanizan").


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