Ezequiel nació cerquita mío. En Cúa.
Pero para más señas, cerquita de donde las mujeres y los hombres no
le temen llenarse las uñas de tierra. Zamora bautiza febrero y
febrero se abre a Zamora como la semilla a un surco. Doscientos años
han pasado desde su llegada al mundo y doscientos años sin que su
grito haya abierto el suelo y dado frutos: tierra y hombres libres.
Empezando el año bicentenario del
líder de campesinos y antiesclavistas, funcionarios de la Guardia
Nacional Bolivariana, la Policía del Estado Yaracuy y del Instituto
Nacional de Tierras, intentaron llevarse por el medio a integrantes
de la Comuna Socialista Negro Miguel durante la toma de la
Agropecuaria Tío Bravo.
Era un poco más de las cuatro de la
tarde del doce de enero de 2017. Corría el día nueve de la toma,
caían los crepúsculos en la Parroquia Buría (1) del Estado
Lara. Unos 6.973 hombres, mujeres y niños se hicieron de la tierra
ociosa (desde hace dos años) de la agropecuaria Tío Bravo, 37
hectáreas de terreno sin siembra, con cadáveres de maquinarias
emontadas y los huesos del ganado como reliquias del capitalismo. De
500 reses obtenidas con dólares del Estado quedaban 30, enfermas,
desnutridas y desasistidas.
Era jueves y llegaban las semillas de
frijol. Cuando uno de los campesinos de la Comuna El Maizal bajaba el
saco del camión para sembrarlas, fue golpeado y esposado por la GNB,
lo mismo que otro comunero de la Negro Miguel que trató de
impedirlo. En el desbarajuste, la comunidad se alzó y cortó el
intento de encarcelamiento de sus compañeros.
Las fuerzas del “orden” defendían
-como cuando Sabino- al latifundista, contraviniendo el artículo 307
(2) de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, según el cual el latifundio es contrario al interés
común.
Del latifundista no se supo más, el
dueño del ocio es el capitán Luis Plaza, ex alcalde de Quíbor por
el Partido Socialista Unido de Venezuela -molleja de contradicción,
lo sabemos-. “De vez en cuando venía la mujer, pero ya ni eso”,
cuenta Estela García, vocera de la Comuna, a la vez que explica que
entre sus filas se cuentan 18 Consejos Comunales.
Ahora mismo y después de hacer uso de
medios no tradicionales de comunicación para levantar sus banderas,
se encuentran negociando con las instancias ministeriales la
propiedad de la finca, la Guardia Nacional se retiró de los predios
y trabajan incansablemente bajo el grito de “tierra tomada, tierra
trabajada”.
A su lado permanecen en guardia
miembros de las comunas El Maizal y Comandante Adrián Moncada”,
del corredor territorial Argimiro Gabaldón.
La pugna entre el pueblo y los
terratenientes es de largo aliento, y cada tanto se lleva por delante
al pendejo. Hoy, cuando el precio de los alimentos es impagable, y el
Estado alega falta de dólares (por la caída de los precios del
petróleo) para la importación de rubros básicos de la cesta
alimentaria, las tierras permanecen ociosas en manos del latifundio
¿Cómo quieren que el campesino produzca sin tierra? ¿Cómo quiere
el burócrata hacer la revolución desde la oficina? ¿Hasta cuándo
las autoridades cuidan las propiedades improductivas de los dueños
de la tierra? ¿Cuándo pasó que pusimos en los cargos de poder a
los nuevos esclavistas?
“¡Zamora, vive en nosotros!” me
dice Estela, y “este es un compromiso con él”.
Entre los compromisos de la Revolución
debería figurar el de dejar de llamarse a sí misma Revolución
cuando ni siquiera se pone del lado del campesino.
Que la tierra no sea miga, sino amiga.
Que se levante y vuelen los escritorios
y las sillas.
Que se aplaque el polvo y demos con los
rostros,
los hijos de los comunes.
Que reconozcamos nuestra estirpe,
los hijos de la tormenta.
Que la tierra no sea miga, sino amiga.
Que Zamora sea el crepúsculo
que incendie los cielos.
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Amplíe:
(1) Miguel
de Buría fue un esclavizado africano, que encabezó la primera
insurrección contra la corona española en suelo venezolano.
(2) Artículo 307 de la CRBV:
El régimen latifundista es contrario al interés
social. La ley dispondrá lo conducente en materia tributaria para
gravar las tierras ociosas y establecerá las medidas necesarias para
su transformación en unidades económicas productivas, rescatando
igualmente las tierras de vocación agrícola. Los campesinos o
campesinas y demás productores o productoras agropecuarios tienen
derecho a la propiedad de la tierra, en los casos y formas
especificados por la ley respectiva. El Estado protegerá y promoverá
las formas asociativas y particulares de propiedad para garantizar la
producción agrícola. El Estado velará por la ordenación
sustentable de las tierras de vocación agrícola para asegurar su
potencial agroalimentario.
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