AUTORRETRATO (frag.)
Por Rosario
Castellanos (México)
Sufro más bien por hábito, por
herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.
Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.
En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.
Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.
Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.
En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.
Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.
Por
Claudia
Masin
(Argentina)
Quien fue dañado lleva consigo ese
daño,
como si su tarea fuera propagarlo,
hacerlo impactar
sobre aquel que se acerque demasiado.
Somos
inocentes ante esto, como es inocente
una helada
cuando devasta la cosecha: estaba en
ella su frío,
su necesidad de caer, había esperado
-formándose lentamente en el cielo,
en el centro de un silencio que no
podemos concebir-
su tiempo de brillar, de desplegarse.
¿Cómo soportarías
vivir con semejante peso sin ansiar la
descarga,
aunque en ese rapto destroces la
tierra,
las casas, las vidas que se sostienen,
apacibles,
en el trabajo de mantener el mundo a
salvo,
durante largas estaciones en las que el
tiempo se divide
entre los meses de siembra y los de
zafra? Pido por esa fuerza
que resiste la catástrofe y rehace lo
que fue lastimado todas las veces
que sea necesario, y también por el
daño que no puede evitarse,
porque lo que nos damos los unos a los
otros,
aún el terror o la tristeza,
viene
del mismo deseo: curar y ser curados.
LA VENGANZA DEL ÁNGEL GRIS (frag.)
Por Leila Gerriero a Alejandro Dolina (Argentina)
"Estoy pensando más de la mitad de mi tiempo en el amor. Se lo juro. Del amor mío y del amor en general. Las penas de amor son lo que más se parece a la muerte. El desencuentro amoroso, el abandono, es una sensación parecida a morirse. Creo que si hubiera una medalla en una de cuyas caras estuviese la muerte, en la otra no estaría la vida sino el amor. El amor es lo contrario de la muerte. Yo he sido muy feliz y también muy desdichado. Porque ése es el precio. Macedonio decía que a placeres de juguetería corresponden dolores de juguetería, y por el contrario, cuando los dolores son de herrería, entonces los placeres también son de herrería. He tenido grandes felicidades, pero el precio ha sido vivir también grandes tristezas. Lo prefiero así. Lo prefiero así. La praxis indica que efectivamente las relaciones duran poco. Pero yo creo que hay grietas por donde se puede vencer esa fatalidad. Mi idea es que efectivamente los amores duran eso que usted ha dicho. Pero a veces no. Y yo creo que lo que uno debe hacer es creer que todo amor es ése que va a durar siempre. Y es posible que exista el amor definitivo y que valga la pena buscarlo. Y hasta es posible que yo lo haya encontrado. Pero no me pregunte más".
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