domingo, 27 de noviembre de 2016

PON 53



RECOGIENDO HOJAS SECAS DE EUCALIPTO...
Por Márgara Russotto (Venezuela)

Debes resignarte a esperar:
No he decidido aún entre
la felicidad errática de los animales en libertad
o la conciencia infeliz
de los hombres.

NO ME PREGUNTEN
Por César Cantoni (Argentina)
No me pregunten
cómo se escribe un poema.
Si lo supiera,
montaría una fábrica.



YO CREO QUE ALGÚN DÍA
Por Susana Thénon (Argentina)
Yo creo que algún día
he de encontrar lo que busco,
en árbol, en mujer,
en rama, mesa, pájaro,
en ojos, en palabras.
Yo creo que viviré hasta ese día.



EL JUSTIFICANTE PERFECTO (frag.)
Por Fabio Morábito (México)

(...) escritor es aquel que se enfrenta al fracaso de escribir y hace de ese fracaso, por decirlo así, su misión, mientras los demás sencillamente redactan. Podemos estirar esa anécdota e imaginar a alguien que, soga en mano, a punto de colgarse de una viga del techo, se dispone a redactar unas líneas de despedida, toma un lápiz y escribe la consabida frase de que no se culpe a nadie de su muerte. Hasta ahí va bien la cosa, pero decide añadir unas líneas para pedir disculpa a sus seres queridos y, como es un escritor, deja de redactar y se pone a escribir. Dos horas después lo encontramos sentado a la mesa, la soga olvidada sobre una silla, tachando adjetivos y corrigiendo una y otra vez la misma frase para dar con el tono justo. Cuando termina está agotado, tiene hambre y lo que menos desea es suicidarse. El estilo le ha salvado la vida, pero quizá fue por el estilo que quiso acabar con ella; tal vez uno de los resortes de su gesto fue la convicción de ser un escritor fallido y tal vez lo sea, como lo son todos aquellos que pretenden escribir el justificante perfecto, que son los únicos a quienes vale la pena leer. Escriben para justificar que escriben, la pluma en una mano y una soga en la otra.



Trino:
Alguien todavía a veces
de debajo de una mata desentierra
argumentos oxidados
y los arroja al montón de desechos.


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