“El
poder como la mujer es obtenido donjuanísticamente:
por la
violencia o el engaño.
La
mujer, como el poder, es sujeto de una dominación patriarcal:
personalista,
déspota, e ilimitada”.
Luis
Britto García (1)
Una de las campañas
sucias de la política venezolana en la actualidad consiste en
(burlarse y) adivinar la paternidad de un supuesto embarazo de Lilian
Tintori, la esposa del líder opositor preso Leopoldo López. Y si
acaso todavía más retrogrado, condenarla porque abortaría.
La “maniobra” en
contra de esta mujer, que representa los intereses de su marido
(intereses de la derecha en Venezuela y Latinoaméica) entra como
anillo al dedo de una “izquierda” pacata que enarbola la familia
nuclear como bandera, que hace uso de la población sexogénero
diversa con fines electoreros (de los que -cuando tiene el micrófono-
se mofa), y luego el cuerpo de la mujer como propiedad del Estado,
una campaña conservadora y ofensiva para las y los feministas de
izquierda.
¿Acaso, no hay mejor
argumento para mantener en la cárcel a Leopoldo López, que la
supuesta infidelidad de una mujer que se camina el mundo presionando
al mundo por la liberación de su marido? ¿O, acaso con este tipo de
falacias creen socavar la “moralidad” de una familia determinada
(social y económicamente) a ocupar como su casa a Miraflores?
Decía Nietzsche que
“cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira
dentro de ti” ¿Quién puede decir que una no se convierte en el
enemigo si actúa como el enemigo?
El machismo criollo
pone en duda la sexualidad de un “sospechosamente demasiado
soltero” candidato a la presidencia Henrique Capriles Radonski
(quien contribuye con el bochinche prometiendo casamiento a cambio de
votos), porque en Venezuela el poder está asociado a la potencia
sexual, heteronormativa además (por eso cualquier cambio en su peso,
o en las formas de su piel, lo diagnostican inmediatamente con SIDA,
asociándolo a su homosexualidad).
Lo mismo disminuye a
López al “donar” la vagina de su esposa a todo macho en
libertad. Pone en la diana de piernas abiertas a la mujer del
antagonista (porque al villano ya lo tiene tras las rejas). Entonces,
Diosdado le haría el “favor” a Lilian, mientras en la cárcel a
Leopoldo se le “cae el jabón”: el superhombre, versus la
“mariquita”.
El rechazo a la
feminidad, a los rasgos femeninos en un hombre, tiene que ver con el
repudio a una debilidad asociada a la supuesta naturaleza de la
mujer, nacida para obedecer, según un principio aristotélico en
Política.
Acusar a Lilian de
serle infiel a su marido pretende descolocar a uno de los líderes de
la oposición radical contra el gobierno. Lo remite a la posición
del cornudo, el poco hombre, el apocado. Ergo le faltaría hombría
para liderar y gobernar. Si el machismo criollo tiene que hacer
mierda los principios de la ideología que dicen practicar (el
socialismo del siglo XXI) para mantenerse en el poder, se llevan por
delante mujer, principios, y la ideología misma, entonces los
infieles son sus militantes.
Esto, como sino fuera
suficiente el prontuario de López para mantenerlo tras las rejas.
Como si los poderes públicos carecieran de argumentos para sostener
la decisión de hacer justicia respecto al destino de este criminal
(2) ¿Esa falta de
argumentos no sería contraproducente para que la libertad del
personaje se haga factible? ¿A quién le conviene la superficialidad
de la contraofensiva “revolucionaria”?
Carlos Andrés Pérez,
una vez lo explicó así: “Aquí hay dos grandes temas para acusar
y destruir a un hombre: el homosexualismo y la corrupción, lo
primero me lo quitaron porque todo el mundo se dedicó a decir que yo
era un don Juan. Entonces me acusaron de corrupto”. Antes que la
honestidad, la “probidad” sexual.
A Rómulo Betancourt se
le recuerda por querer escaparse de la “fragua” diaria en las
conversaciones ligeras de las mujeres. Escaparse en “las cosas sin
importancia” que discutían las mujeres era el signo patriarcal de
la época para decir que las mujeres fuimos (y según la agenda,
seguimos siendo) la vía de escape, la almohada donde recostar el
poder, la mano sobre el hombro en la foto, el bailecito en la sala
para liberar las tensiones. Querer disminuir la lucha de Lilian
(lucha con la que no estamos de acuerdo), como disminuyeron el
carácter de Cilia.
Que le cambiaran el
nombre de Primera dama a Cilia Flores al de Primera combatiente no
supuso un cambio de paradigma en el triste papel al que la historia
condena a las mujeres de los presidentes en Venezuela y el mundo: el
de receptáculo para los hijos (ejemplo para la familia), y la
organizadora de las dádivas en Instituciones de caridad. Pero en una
abogada que estuvo al frente de tantas batallas y que ahora queda
relegada a la sacrosanta imagen de esposa abnegada, y al silencio ése
de ser la “gran mujer detrás de un gran hombre” (a la sombra),
es un paso atrás para la construcción de la imagen de la mujer
revolucionaria en Venezuela.
Después de todo, Lilian hace su trabajo y lo hace bien, estemos de acuerdo o no en los motivos de su acción política (Desmond Tutu y la hija de Salvador Allende se cuentan entre sus conquistas a favor de López). Es decir, ella representa lo que la historia dice que debe ser una mujer: la que lucha para que el hombre, su hombre, tenga el poder. Pero, y qué hace Cilia.
Después de todo, Lilian hace su trabajo y lo hace bien, estemos de acuerdo o no en los motivos de su acción política (Desmond Tutu y la hija de Salvador Allende se cuentan entre sus conquistas a favor de López). Es decir, ella representa lo que la historia dice que debe ser una mujer: la que lucha para que el hombre, su hombre, tenga el poder. Pero, y qué hace Cilia.
Marcela Lagarde lo
diría así: “La condición de cuidadoras gratifica a las mujeres
afectivas y simbólicamente en un mundo gobernado por el dinero y la
valoración económica del trabajo y por el poder político. Dinero,
valor y poder son conculcados a las cuidadoras. Los poderes del
cuidado, conceptualizados en conjunto como maternazgo, por estar
asociados a la maternidad, no sirven a las mujeres para su desarrollo
individual y moderno y tampoco pueden ser trasladados del ámbito
familiar y doméstico al ámbito del poder político institucional”
(3). Es decir: ser primera dama, primera combatiente no hace
mojón (me perdonan lo prosaica).
En definitiva, tras las
acciones de los socialistas, acá la infidelidad a los principios no
la ejerce Lilian. (Véase además: Asociaciones del Gobierno
revolucionario con Gold Reserve, Monsanto, Nestlé, etc. La
infidelidad entonces se convirtió en un método).
Amplíe:
(1) Britto
L. (2011). La máscara del poder. Caracas: Correo del Orinoco. P:
129.
(2) “Leopoldo
López es un político venezolano de ultraderecha, exalcalde y
exprecandidato presidencial, inhabilitado por hechos de corrupción,
vinculado a instituciones financiadas por la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos, responsable de acciones
desestabilizadoras. Aliado del expresidente colombiano Álvaro Uribe
y el autor intelectual de acciones violentas en el país que han
dejado decenas de muertos”. Más en:
http://www.telesurtv.net/news/Leopoldo-Lopez-Agente-de-la-CIA-el-golpe-guarimbas-Uribe-y-el-fascismo-20140218-0053.html
(3) Cita tomada
de la editorial de Las Comadres Púrpuras: Cilia en familia
https://www.aporrea.org/ddhh/a235206.html
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