Cuento:
LA CANCIÓN DE LOS PUERCOESPINES
Por
Marosa di Giorgio
(Uruguay)
Se oía en lo hondo de los bosques, gritos de mujeres que tenían
pasiones con los bichos.
Algunas eran mordidas y casi asesinadas y se salvaban de un sólo
manotazo.
-Aparte! ¡Fuera, poca cosa, asesino! Yo soy gente. Y usted, no. Y se
veían los rostros estrechos, ríspidos, de los puercoespines, que
sólo las hozaban y bebían, sin importarles de más nada.
Otra gritaba: -Me perturbó todo el vientre. Es seguro que voy a
poblar la tierra con nuevos puercoespines!
Y gritó la otra: -Pero ¿En qué caí...! ¡Si viera mi madre...!
¡De la manera como me crió!
Y una voz más lejana y honda, le dijo: -Tu madre aquí mismo hozó.
Ah! Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!
Hay una neblina, un viento helado, pero fuera del bosque, allá.
Porque aquí dentro está espléndido, calentito, como jamás se vio.
Libros:
LA
HORA D ELA ESTRELLA (frag.)
Por Clarice Lispector (Brasil)
Discúlpenme, pero voy a seguir
hablando de mí, que soy mi desconocido, y al escribir me sorprendo
un poco porque he descubierto que tengo un destino. Quién no se ha
preguntado: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona?
Antes quiero afirmar que esa chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva. Si fuese tan tonta como para preguntarse "¿quién soy yo?", se espantaría y se caería al mismo suelo. Es que el "¿quién soy yo?" provoca necesidad. ¿Y cómo satisfacer la necesidad? Quien se analiza está incompleto.
Antes quiero afirmar que esa chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva. Si fuese tan tonta como para preguntarse "¿quién soy yo?", se espantaría y se caería al mismo suelo. Es que el "¿quién soy yo?" provoca necesidad. ¿Y cómo satisfacer la necesidad? Quien se analiza está incompleto.