lunes, 15 de agosto de 2016

Gastronauta 94: BOICOT



No es mentira que a cada subida del salario los empresarios suben tres y cuatro veces el precio de sus productos. Pero tampoco es mentira que no les ha hecho falta ningún aumento para elevar hasta el ridículo el valor de su mercancía. Recordemos que para los mercaderes, los alimentos no son sino eso, mercancía. La inseguridad alimentaria se ha vuelto el pan nuestro: en Venezuela, lo que hoy cuesta 1 Bolívar, mañana puede costar 10, y pasado mañana 20. Pueden y lo hacen: nos estrangulan. Y sí, hay bachaqueros, especuladores, acaparadores, militares corruptos, políticos protectores de esta fauna, ladrones todos, es porque nuestra sociedad los engendró, porque hay quienes le hacen la vuelta al negocio y compran al precio que sea esto y aquello. Pero toda usura debe tener un límite. Y, en vista de que no hay institución que haga cumplir la Ley de protección al consumidor y al usuario, y que se (sobre)vive a una liberación de precios voraz que afecta principalmente a la población económicamente más vulnerable y sus alrededores (la llamada clase media), en ese sentido debemos organizarnos para el BOICOT.

¿Qué hacer?
No se trata de exigir al pueblo hacer lo que “el poder” no ha hecho, sino de asumir que el poder es del pueblo. Asumirlo, no porque lo diga la Constitución, porque este instrumento legal también dice que la alimentación es un derecho y vaya usted a explicárselo al dueño del abasto a ver con qué le sale. No. Asumirlo, porque la historia de los pueblos nos obliga a tomar las riendas del coroto. Porque justo del caos debe nacer una nueva forma de vida, la flor en el barro.


Recurrir a todas las alternativas. Aunque las alternativas sean -ahora- igual de costosas, escudriñar más y mejor en qué consiste una alternativa a una alternativa. Por ejemplo, en relación al desodorante: aunque nos desaparezcan el bicarbonato (ingrediente esencial para hacer un desodorante básico) para aumentarlo, busquemos la leche magnesia, o el alcohol, o el limón, hasta descubrir que nuestros olores no son lo que la sociedad nos ha dicho.
Después, cambiemos nuestros hábitos alimentarios. Bajemos el consumo de harinas y azúcares, que por la fuerza nos han obligado a hacerlo, pero que sea por la conciencia de que son “promotores” esenciales de enfermedades crónicas (principal causa de muerte en Venezuela), deterioran nuestra calidad de vida, y alimentos como (y con) el trigo -por ejemplo- son más costosos, debido a que es un cereal de importación, reemplacemos con harinas de yuka, arroz, maíz, otras materias prima, sembradas en territorio nacional.
Compremos al productor local. Fomentemos la compra directa al campesino, al pescador y en el caso de las ciudades que no tengan cerca el campo, el mar o el río (o una cría de cachamas), organizarnos en comunidad para traer por nuestra cuenta la cosecha a nuestras manos. Debemos insistir por sobre las amenazas y la intimidación de los dueños de los mercados.
Sembremos. A pesar de que no sea suficiente, cultivemos el amor por la tierra ¿Cómo hicieron los abuelos antes de que convirtiéramos el petróleo en el eje de la economía nacional? Y, vivieron más que la generación siguiente, que se alimenta del excremento del diablo. Sembremos en el balcón, a los alrededores de nuestra casa, en tierra “ajena”, en las jardineras (así como que por “error” se nos caigan unas semillas de auyama entre las flores del edificio).
Re-aprender formas de preparación, elaboración y cocción ancestrales. Cambiar la manteca por vapor y horno. Hay incluso técnica más olvidadas: enterrar en hojas (por ejemplo de plátanos), bajo piedras y fuego, carnes. Comer vegetales verdes y crudos (evitando contaminación cruzada). Fijarnos en preparaciones indígenas. Inventar nuestros propios métodos.
No compremos al último eslabón de la cadena agroalimentaria, que multiplica sus ganancias a conveniencia, mientras las familias pauperizan su alimentación. Sobre todo, no compres productos de grandes monopolios alimentarios, como Polar (aunque se hayan vuelto aliados del Gobierno que decía proteger la clase obrera y señalaba a Polar como elemento clave de una “guerra económica”), o a Nestlé (de quienes también se les ha visto “negociar” con la revolución).
Y podemos hacer más, dejar de comprar productos dañinos, como las gaseosas, los llamados “cubitos” (glutamato monosódico) o que contengan organismos modificados genéticamente, los que usen como mano de obra a personas explotadas en pueblos esclavizados.
Nuestra vida es vida sin el consumo. Devolver al centro de la vida la cultura, y no así el consumo por el consumo, el parque en vez del centro comercial, la vida en vez de la fila para comprar harina de maíz (que al calor de las grandes calderas pierde buena parte de los componentes nutricionales y es solamente una masa sin sabor, sin olor, sin alimento, de engorde).
Seamos prosumidores y prosumidoras: productores y consumidores responsables con la naturaleza, con la vida, con nuestra vida (la vida de la naturaleza es nuestra propia vida, entiéndase).
Organicemos jornadas de trueque de semillas, de alimentos, de ropa, de instrumentos.
Comparte tus experiencias, para que lo que se multiplique sean las ideas de cómo afrontar la crisis y aprovecharla para cambiar nuestros paradigmas.

Boicot
Hagamos rodar la bola. Además de alimentos procesados como la harina de maíz, de trigo, el aceite, salsas industrializadas, esta semana (del 15 al 21 de agosto de 2016) no compremos cambures y plátanos con precios excesivos en establecimientos comerciales, hasta hacerles bajar los precios.
Lo mismo podemos hacer buycot en establecimientos que expendan alimentos con precios accesibles o considerados como “buenos” y cumplan con requerimientos éticos con los cuales estar de acuerdo. Esto es invitar a nuestro entorno a comprar en este o aquel abasto, que mantenga precios “razonables”.

Las fechas propuestas para el boicot a los expendios de alimentos estratégicos, durante las cuatro semanas siguientes son:

Semana de boicot
Boicot contra precios excesivos de...
Del 15 al 21 de agosto
cambur y plátanos
Del 22 al 29 de agosto
tomate y el pimentón
Del 30 de agosto al 06 de septiembre
cebolla y el papelón
Del 07 al 15 de septiembre
cebollín y los ajos

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