No es mentira que a
cada subida del salario los empresarios suben tres y cuatro veces el
precio de sus productos. Pero tampoco es mentira que no les ha hecho
falta ningún aumento para elevar hasta el ridículo el valor de su
mercancía. Recordemos que para los mercaderes, los alimentos no son
sino eso, mercancía. La inseguridad alimentaria se ha vuelto el pan
nuestro: en Venezuela, lo que hoy cuesta 1 Bolívar, mañana puede
costar 10, y pasado mañana 20. Pueden y lo hacen: nos estrangulan. Y
sí, hay bachaqueros, especuladores, acaparadores, militares
corruptos, políticos protectores de esta fauna, ladrones todos, es
porque nuestra sociedad los engendró, porque hay quienes le hacen la
vuelta al negocio y compran al precio que sea esto y aquello. Pero
toda usura debe tener un límite. Y, en vista de que no hay
institución que haga cumplir la Ley de protección al consumidor y
al usuario, y que se (sobre)vive a una liberación de precios voraz
que afecta principalmente a la población económicamente más
vulnerable y sus alrededores (la llamada clase media), en ese sentido
debemos organizarnos para el BOICOT.
¿Qué hacer?
No se trata de exigir
al pueblo hacer lo que “el poder” no ha hecho, sino de asumir que
el poder es del pueblo. Asumirlo, no porque lo diga la Constitución,
porque este instrumento legal también dice que la alimentación es
un derecho y vaya usted a explicárselo al dueño del abasto a ver
con qué le sale. No. Asumirlo, porque la historia de los pueblos nos
obliga a tomar las riendas del coroto. Porque justo del caos debe
nacer una nueva forma de vida, la flor en el barro.
Recurrir a todas las
alternativas. Aunque las alternativas sean -ahora- igual de
costosas, escudriñar más y mejor en qué consiste una alternativa a
una alternativa. Por ejemplo, en relación al desodorante: aunque nos
desaparezcan el bicarbonato (ingrediente esencial para hacer un
desodorante básico) para aumentarlo, busquemos la leche magnesia, o
el alcohol, o el limón, hasta descubrir que nuestros olores no son
lo que la sociedad nos ha dicho.
Después, cambiemos
nuestros hábitos alimentarios. Bajemos el consumo de harinas y
azúcares, que por la fuerza nos han obligado a hacerlo, pero que sea
por la conciencia de que son “promotores” esenciales de
enfermedades crónicas (principal causa de muerte en Venezuela),
deterioran nuestra calidad de vida, y alimentos como (y con) el trigo
-por ejemplo- son más costosos, debido a que es un cereal de
importación, reemplacemos con harinas de yuka, arroz, maíz, otras
materias prima, sembradas en territorio nacional.
Compremos al
productor local. Fomentemos la compra directa al campesino, al
pescador y en el caso de las ciudades que no tengan cerca el campo,
el mar o el río (o una cría de cachamas), organizarnos en comunidad
para traer por nuestra cuenta la cosecha a nuestras manos. Debemos
insistir por sobre las amenazas y la intimidación de los dueños de
los mercados.
Sembremos. A
pesar de que no sea suficiente, cultivemos el amor por la tierra
¿Cómo hicieron los abuelos antes de que convirtiéramos el petróleo
en el eje de la economía nacional? Y, vivieron más que la
generación siguiente, que se alimenta del excremento del diablo.
Sembremos en el balcón, a los alrededores de nuestra casa, en tierra
“ajena”, en las jardineras (así como que por “error” se nos
caigan unas semillas de auyama entre las flores del edificio).
Re-aprender formas
de preparación, elaboración y cocción ancestrales. Cambiar la
manteca por vapor y horno. Hay incluso técnica más olvidadas:
enterrar en hojas (por ejemplo de plátanos), bajo piedras y fuego,
carnes. Comer vegetales verdes y crudos (evitando contaminación
cruzada). Fijarnos en preparaciones indígenas. Inventar nuestros
propios métodos.
No compremos al
último eslabón de la cadena agroalimentaria, que multiplica sus
ganancias a conveniencia, mientras las familias pauperizan su
alimentación. Sobre todo, no compres productos de grandes
monopolios alimentarios, como Polar (aunque se hayan vuelto
aliados del Gobierno que decía proteger la clase obrera y señalaba
a Polar como elemento clave de una “guerra económica”), o a
Nestlé (de quienes también se les ha visto “negociar” con la
revolución).
Y podemos hacer más,
dejar de comprar productos dañinos, como las gaseosas, los
llamados “cubitos” (glutamato monosódico) o que contengan
organismos modificados genéticamente, los que usen como mano de obra
a personas explotadas en pueblos esclavizados.
Nuestra vida es vida
sin el consumo. Devolver al centro de la vida la cultura, y no así
el consumo por el consumo, el parque en vez del centro comercial,
la vida en vez de la fila para comprar harina de maíz (que al calor
de las grandes calderas pierde buena parte de los componentes
nutricionales y es solamente una masa sin sabor, sin olor, sin
alimento, de engorde).
Seamos prosumidores
y prosumidoras: productores y consumidores responsables con la
naturaleza, con la vida, con nuestra vida (la vida de la naturaleza
es nuestra propia vida, entiéndase).
Organicemos jornadas
de trueque de semillas, de alimentos, de ropa, de instrumentos.
Comparte tus
experiencias, para que lo que se multiplique sean las ideas de
cómo afrontar la crisis y aprovecharla para cambiar nuestros
paradigmas.
Boicot
Hagamos rodar la bola.
Además de alimentos procesados como la harina de maíz, de trigo, el
aceite, salsas industrializadas, esta semana (del 15 al 21 de
agosto de 2016) no compremos cambures y plátanos con precios
excesivos en establecimientos comerciales,
hasta hacerles bajar los precios.
Lo mismo podemos hacer
buycot en establecimientos que expendan alimentos con precios
accesibles o considerados como “buenos” y cumplan con
requerimientos éticos con los cuales estar de acuerdo. Esto es
invitar a nuestro entorno a comprar en este o aquel abasto, que
mantenga precios “razonables”.
Las fechas propuestas
para el boicot a los expendios de alimentos estratégicos, durante
las cuatro semanas siguientes son:
Semana de boicot
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Boicot contra precios excesivos de...
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Del 15 al 21 de agosto
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cambur y plátanos
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Del 22 al 29 de agosto
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tomate y el pimentón
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Del 30 de agosto al 06 de septiembre
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cebolla y el papelón
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Del 07 al 15 de septiembre
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cebollín y los ajos
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