martes, 29 de septiembre de 2015

Gastronauta 55: Malcogidos



Habían quedado en el bar del callejón, el de los poetas.
Apenas se vieron y se saludaron, un beso en la mitad de la boca había abierto entre ellos el flujo de sus aguas abajo. Se tomaron un par de cervezas, conversaron poco. Ella le preguntó si en algún momento completaría el beso. Él no le permitió terminar la frase y sin mediar público le estampó la lengua en su lengua. Lo tomó de la mano y corrieron las escaleras. En éste y aquel hotel no encontraron. Buscaron en todo el bulevar, pero no hallaron la bolsita de plástico.
Sudaron la fiebre en el corricorre.
Y decidieron sentarse en un parquecito a decirse los nombres.
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En Venezuela es un laberinto coger sin angustias.
No se consigue con facilidad, a menos que una choque de frente con la suerte, condones (que bachaqueados cuestan 800 Bolívares -el trío- aproximadamente), pastillas anticonceptivas (algunas cadenas farmacéuticas exigen -ilegalmente- récipe para obtenerlas), la pastilla del día después, la misoprostol (que abonan el mercado negro), ni productos llamados de la higiene femenina como óvulos, cremas, lavados, entre otros, todos sustituibles por vapores y yerbas.


Esta realidad -que bien pudiera adjetivarse como urbana- potencia el aumento de los contagios de las Enfermedades de Transmisión Sexual, el embarazo adolescente, que en el país representa una cuarta parte de sus mujeres, los embarazos no deseados y en consecuencia la cantidad de abortos clandestinos.
En la continuación de nuestras contradicciones, o corres o te encaramas: si tiras sin protección y es sexo ocasional (que le mientan) estás en riesgo de enfermar, o de embarazo, también de muerte materna por la práctica de abortos inseguros.
Si mantienes relaciones sexuales con una pareja estable y no conoces métodos alternativos, ni el funcionamiento de tu cuerpo, los dos últimos riesgos te pertenecen: preñez e interrupción peligrosa.
Recordemos que el aborto en Venezuela es condenado con prisión que, según el Código Penal ratificado en 2005 por la Revolución Bolivariana, va de seis meses a dos años para la mujer y hasta tres años para quien la ayude a provocarlo. Aumenta la pena si la mujer muriera en la práctica.
En Uruguay, después de despenalizado y siendo atendidos en centros de salud, disminuyeron los índices de muertes producto del aborto, a cero.
Pero en Venezuela, sigue siendo el aborto una cuestión de clase, porque la mujer que tiene dinero paga a un médico y la que no, recurre a métodos inseguros que pueden provocar la pérdida del feto sí, y también de los órganos reproductivos e incluso la muerte.
Siendo una consideración de tipo religioso -principalmente- la que mueve a la prohibición del aborto por parte de los Estados “laicos”, tipo Venezuela, otra contradicción atiza el patriarcado: el Papa perdona a las que abortan, pero nuestros políticos no (perdón con el que podemos lavarnos el culo, por cierto).
Hablemos del miedo: colocación de cuerpos extraños (como palos, ganchos de ropa o huesos de pollo) dentro del útero; sondas; ramas de perejil introducidas en el útero; lavados con jabón azul; beber trementina; blanqueadores o té elaborado con estiércol de ganado; saltar desde lo alto de una escalera o de un tejado.
El miedo además es generalmente femenino, porque la deserción masculina, la paternidad irresponsable es el pan nuestro. La literatura sobre el aborto nos dice que una de cada dos mujeres embarazadas en Latinoamérica, aborta. Y que en Venezuela, muere por esta razón una mujer cada semana.

Entonces, ¿coger o no coger? ¡Helo allí! En una sociedad que no coge, o sobreviven los malcogidos es normal que cualquier roce o te ponga caliente y lo expreses violentando a toda aquella, o lo reprimas y lo expreses violentando a todo aquel. Y como dice la canción “no hay nada más antiecológico que un infeliz”.

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Una alternativa ancestral para controlar los períodos de fertilidad y concepción nos remite al conocimiento de nuestros ciclos, nuestra temperatura, de nuestro cuerpo y el uso de métodos naturales para tal fin.
En internet abunda información al respecto, pero no hay mejor manera de volver a la raíz que de la mano de otra mujer que haya vivido o quiera experimentar lo que durante toda la historia hayan vivido y experimentado otras mujeres.
Para más señas, tener en las manos el cuerpo es poder reconquistar nuestro territorio. En el país hay mujeres activas que transmiten sus conocimientos y sirven de canales para que otras hagan lo propio, a través de talleres de Ginecología natural, elaboración de toallas de telas, y uso de pastillas para abortar.

-Taller de Ginecología Natural y elaboración de toallas de tela, Zulia: gerimorada@gmail.com.
-Taller de Fertilidad y Anticoncepción Natural de Sabiduría Lunar: sabiduria.lunar@hotmail.com.
-Línea Aborto Información Segura 0426-1169496.
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Y se fueron los malcogidos a sus casas, a instrumentar el encuentro consigo ¡Arriba las manos!

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