Los más avezados analistas, profesores y lumbreras, se atreven a vaticinar la cantidad de venezolanos que han de votar el domingo 30 de julio por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Para algunos, la cifra no debe alcanzar la del plebiscito y menos superarla, lo que para ellos significaría fraude. Como si los números del plebiscito se pudieran verificar (2.395.390 votantes) y por tanto su totalidad (7.186.170 votos) fuera certera y además se estableciera como la contraparte de una elección que no pretende la competencia entre fuerzas ideológicamente contrarias (ANC). Ambas consultas persiguen objetivos disímiles y se dan bajo circunstancias técnicas diametralmente opuestas.
La gente bien que se ha propuesto “evitar” el voto del común este domingo, bajo amenazas de muerte, es la misma que los “conmina” a los simpatizantes de la ANC a sublevarse contra el gobierno. Esa aparente contradicción deja al descubierto una forma de hacer política a la fuerza: a la fuerza realizan las protestas, a la fuerza trancan las vías a sus vecinos, a la fuerza recurren al plebiscito, a la fuerza queman sus votos y a la gente que piensa distinto, y a la fuerza quieren impedir el ejercicio electoral para seleccionar a los constituyentitas ¿El ejercicio de la “política” a la fuerza no es equivalente a la dictadura?
La gente bien que se ha propuesto “evitar” el voto del común este domingo, bajo amenazas de muerte, es la misma que los “conmina” a los simpatizantes de la ANC a sublevarse contra el gobierno. Esa aparente contradicción deja al descubierto una forma de hacer política a la fuerza: a la fuerza realizan las protestas, a la fuerza trancan las vías a sus vecinos, a la fuerza recurren al plebiscito, a la fuerza queman sus votos y a la gente que piensa distinto, y a la fuerza quieren impedir el ejercicio electoral para seleccionar a los constituyentitas ¿El ejercicio de la “política” a la fuerza no es equivalente a la dictadura?
El alterego de los radicales se potencia en las redes sociales y son más extremistas cuanto más “flashes” les disparen, cuanto más número le inflen a su favor y desinflen al contrario. Aun así, no toda la oposición es fascista, ni todo el chavismo pacífico, y ni uno ni otro son la totalidad de Venezuela, afortunadamente. Los siete millones y medio que dice la oposición haberse contado (ellos mismos, sin contraloría) en la encuesta que llevaron a cabo el domingo 16 de julio no representa la mayoría de la población venezolana (31 millones de personas), ni tampoco el del padrón electoral (19 millones 200 mil electores inscritos).
Ahora, los intransigentes (menos que una minoría) pudieran destinar para el país de todos, horas aciagas, sino preguntemos en Colombia: un país con más de cincuenta años de guerra, con enormes desigualdades, exponentes de un verdadero narcoestado, con la mayor cantidad de desplazados en el mundo (7 millones 200 mil, aproximadamente). Y no se trata de todo un país en confrontación, sino de ejércitos de miles de hombres entre millones, que decidieron los sinsabores del resto, unos sesenta mil hombres han escrito la historia de sangre en el país de Jorge Eliécer Gaitán. En la guerra perdieron la vida al menos 260.000 personas y decenas de miles de colombianos fueron desaparecidos.
El problema de la oposición es que desestima al chavismo como movimiento popular y creen que el chavismo se concentra en el gobierno y sus instituciones, o que la idea es canjeable por una caja de comida. El problema del chavismo en oficina es que también desestima al pueblo que lo sigue sorprendiendo, caso del simulacro reciente.
Si les interesan los números, hay uno que debería ser estandarte de las protestas opositoras que se ejecutan en estos momentos: HAN QUEMADO VIVAS AL MENOS A 23 PERSONAS.
A los grandes estadísticos, académicos y estudiosos, no se les ha dado por contar cuántos votos son suficientes para reverberar la guerra, cuántos numeritos suyos son el aliento de rabiosos y asesinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario