viernes, 21 de julio de 2017

EL TRÍO TERNURA


Si una tuviera que repetir esta historia ¿a qué poetas reuniría, dónde y por qué?
Esto ocurrió en enero de 1938. El Ministerio de Educación organizó un Curso suramericano de vacaciones en la Universidad de Montevideo en el que recibió a Gabriela Mistral desde Chile, también a Alfonsina Storni que venía de Argentina, y como anfitriona a la uruguaya Juana de Ibarbourou. Entre los asistentes estuvo Idea Vilariño.
Para Cixous y Clément: “la poesía existe sólo sacando fuerzas del inconsciente, y el inconsciente, el otro país sin límites, es donde sobrevive la mujer reprimida”.
Juana en su discurso "Casi en pantuflas", definió al poeta como un hombre, al que la gente hace santo, sin serlo: “se llame Wilde, o Verlaine, o Darío, o Baudelaire, o Rimbaud o D´Annunzio y sea un vagabundo, un vicioso, un bebedor, un ególatra. Lo mismo es para la humanidad reverente, y lo mismo, sobre todas las brumas, triunfa su llama”.
La poesía femenina, en ella, se ejercía en la simpleza, en la cotidianidad. Y eso, para el imaginario pudiera ser descorazonador: "Yo sé que voy a decepcionar a muchos lectores desconocidos de esta inevitable –¡ay, sí, inevitable!– confidencia de hoy. Decirles que no uso vestiduras flotantes, ni luces veladas, ni lámparas de oro, ni divanes cubiertos con pétalos de rosas...., o rizadas violetas, según la estación, es tal vez un desafío que puede costarme caro. Decir que mi torre de marfil es una amable habitación querida, en lo alto de mi casa, con dos grandes ventanas abiertas a la vida, al mar, a un paisaje terrestre lleno de árboles y de viviendas pobres, quizá no sea hábil".

Es que había en la poesía y en la vida de sus poetas la idea de que los dominaba sus poemas y era su aliento una epopeya. La misma Juana contó entonces la vez que una periodista le preguntó “– ¿Se suelta usted el pelo para hacer versos?" y ella le contestó que no, torpemente. "Mi moño no me impide recibir el mensaje de los dioses".
Alfonsina por su parte estaba en frente de su muerte, ocho meses antes. En Montevideo se pasea por su vida, cuando roba aquel libro con el que aprende a leer y su referencia a la mujer que la hace abiertamente feminista, pero y sobre todo a la mentira como recurso en su obra, para poder vivir lo que en el mundo le estaba negado: "A los ocho, nueve y diez, miento desaforadamente: crímenes, incendios, robos, que no aparecen jamás en las noticias policiales. Soy una bomba cargada de noticias espeluznantes; vivo corrida por mis propios embustes; alquitranada en ellos; meto a mi familia en líos; invito a mis maestros a pasar las vacaciones en una quinta que no existe; trabo y destrabo; el aire se hace irrespirable; la propia exuberancia de mis mentiras me salva".
Como casi todas, definió a su primer libro de poemas como terrible, pero necesario, toda vez que la salvó de morir.
"Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
No fuera más que aquello que nunca pudo ser,
No fuera más que algo vedado y reprimido
De familia en familia, de mujer en mujer
(...)
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado.
Todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que sin quererlo lo he libertado yo"...
Para Alfonsina entonces, el poeta es un animal y un elegido, que da voz al que o la tiene, en su caso a las mujeres.
Para Mistral esta reunión no es tal, pudiera ser un juicio en el que no se halle respuesta a ninguna pregunta, porque así somos las mujeres, nuestra "malicia de mujeres y, sobre todo, de nuestro radical desorden de mujeres”.
Gabriela se creyó medium, y así define al poeta. A través de la poesía, Mistral vuelve a la patria y vuelve a ser niña y se perdona.
"Nuestra raza todavía no comprende eso que podría llamarse la guarda de los grandes muertos, el honrarlos cotidianamente y el amarlos para que nos perdonen la mano manca que tuvimos al darles la gloria".

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