No tengo necesidad de que pensemos igual, de que comulgue con mis ideas políticas. Después de todo, la sombra hace posible la luz. Pero no sé cómo aceptar que no condene los asesinatos de odio, y sus intentos, en los que se queman a personas vivas por pensar distinto.
Hacerse el loco (o la loca) y utilizar la muerte de manera selectiva de seres humanos que caen en medio del conflicto entre poderosos, para hacer propaganda, en qué no lugar le coloca.
Yo, desde mi pequeñez, me declaro en contra de cualquier violación a la vida, de donde venga, de quienes se origine. Pero si usted y yo nos unimos por la vida, capaz podamos parar la guerra y su apocalipsis inminente.
Si usted está afuera y lo mismo hace apología a la muerte con los que vivimos de este lado de la trinchera, resérvese las arengas hasta que viva en carne propia ésta la verdadera resistencia: saltarse el dolor y enseñar la vida, trabajar, caminar hasta lograr la redondez de una arepa, enseñar a leer no sólo las letras sino las formas del cielo, a mantenerse en la idea tanto como en su cuerpo, a criar en el respeto, a bailar con los agudos de las cacerolas, a diferenciar los pájaros de los gusanos de las ramas del aire.
A usted que cree conocerme y me encasilla, a usted que me descose, a usted que me odia pero poquito pero en silencio pero "ella no es como el resto"... Yo no soy peor ni mejor que usted pero quiero ser con usted.
Yo soy como el resto y eso me hace combustible para su guerra. Y aunque nos quemen a todos se le está haciendo imposible ver la luz.
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