domingo, 18 de junio de 2017

PON 76


Pyrrhus et Cinéas (fragmento)
Por Simone de Beauvoir (Francia)

"Porque el hombre es trascendencia, jamás podrá imaginar un paraíso. El paraíso es el reposo, la
trascendencia negada, un estado de cosas ya dado, sin posible superación. Pero en ese caso ¿qué
haremos?, Para que el aire sea respirable tendrá que dejar paso a las acciones, a los deseos, que
a su vez tenemos que superar: tendrá que dejar de ser paraíso. La belleza de la tierra prometida
es que ella prometía nuevas promesas. Los paraísos inmóviles no pueden prometer más que un
eterno aburrimiento.
(...)
Si Dios es la infinitud y la plenitud del ser, no hay distancia entre su proyecto y su ser realidad,
su voluntad es el fundamento inmóvil de su ser. Lo que quiere se hace, quiere cuanto es... Tal
Dios no es una persona singular, es el universal, el todo inmutable y eterno. Y lo universal es
silencioso... La perfección de su ser no deja ningún lugar al hombre porque el hombre no podría
trascenderse en Dios si Dios ya está todo entero dado. En tal caso el hombre no es más que un
accidente indiferente a la realidad del ser; está en la tierra como un explorador perdido en el
desierto; puede ir a la derecha o a la izquierda, puede ir a donde quiera; jamás irá a ningún lugar
y la arena cubrirá sus huellas".

Sobre el amor (fragmento)
Por Carl Jung (Suiza)
"Ningún hombre es hasta tal punto masculino como para no albergar también algo de femenino.
Antes bien, el hecho es que justamente los hombres muy viriles poseen (aunque de forma muy
encubierta y escondida) una vida anímica muy delicada (denominada con frecuencia e
injustamente «femenina»). Es una virtud que el hombre mantenga reprimidos en la medida de lo
posible los rasgos femeninos, al igual que a la mujer no le sentaba bien, por lo menos hasta
ahora, ser un marimacho. La represión de rasgos e inclinaciones femeninas conduce
naturalmente a un abarrotamiento de estas exigencias en lo inconsciente. La imago de la mujer
(el alma) se convierte igualmente en el receptáculo de estas exigencias, por lo que el hombre, en
su elección amorosa, cede con frecuencia ante la tentación de conquistar aquella mujer que
mejor se corresponda con el tipo especial de su propia feminidad inconsciente, una mujer, por
tanto, que pueda recibir sin reparo la proyección de su alma. Aunque a menudo tal elección se
considera y percibe como un caso ideal, también puede ser que de esta forma el hombre se case
a todas luces con su debilidad peor".

Prosigue el mismo asunto y determina que prevalezca la razón contra el gusto
Por Sor Juana Inés De La Cruz (México)
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

El recado (fragmento)
Por Elena Poniatowska (México)
Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Sé
que todas las mujeres aguardan. Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la
soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre;
una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una
boca pulposa de mil gajos. Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales,
tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos -- oh mi amor-- tan llenos de
retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos.

Trino:
Digo.palabra.txt‏ @digopalabratxt :
Más
«El miedo más grande de un hombre es que una mujer se ría de él. El miedo de una mujer es que un
hombre la asesine.» —Margaret Drabble ~

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