jueves, 27 de abril de 2017

Supuesto Negado 9 Ciberguerra: Rusia es el coco de EE.UU.


Mi abuela decía que no había que darle al enemigo, el poder que no quisiéramos que tuviera. “No lo refuerce, mija”, aconsejaba.
Con las declaraciones de Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, que asegura que Rusia filtró los correos de Hillary Clinton para favorecer la campaña de Donald Trump y en consecuencia intervenir en las presidenciales de USA, la inteligencia rusa se hizo más grande, aunque el Kremlin negara su participación en estas acciones. El supuesto beneficiado, desmeritó a las mentes militares de su país al decir que el ataque “podría haberlo hecho cualquier tipo en su sofá”.
Lo mismo, dicen las agencias estadounidenses, que los eslavos tienen datos personales y financieros sobre Trump. Entre las informaciones, Rusia guardaría grabaciones del actual presidente estadounidense con prostitutas en Moscú. Ambos bandos dan por falsas las acusaciones. Pero antes de que Trump asumiera, Barak Obama expulsó a 35 supuestos operadores de inteligencia rusa, de su país.
En el teatro virtual, la guerra entre las dos potencias militares más fuertes de la tierra, EE.UU. y Rusia, se acrecienta. Son operaciones cibernéticas que tienen -aproximadamente- una década de vida y que pasan de obtener información confidencial a torcer los rumbos de una nación, y con ello los del resto del mundo.
Y por lo menos desde el punto de vista comunicacional con la victoria de Trump, la pelota parece estar del lado ruso.


Aun así, las operaciones informáticas no alcanzan a las intervenciones militares. Para el experto en ciberseguridad, Thomas Rid, ningún delito cibernético registrado constituye un acto de guerra por sí solo (http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/01402390.2011.608939?journalCode=fjss20&). “Todos los ciberataques por motivos políticos son simplemente versiones más sofisticadas de tres actividades que son tan antiguas como la guerra misma: el sabotaje, el espionaje y la subversión”, explica.
En el caso estadounidense, califican como guerras ejecutadas por las Fuerzas de Operaciones Especiales, dentro de las cuales se incluye la Guerra No Convencional, la Defensa Interna en el Extranjero, la Guerra Psicológica, la Contrainsurgencia y la Ayuda a Fuerzas de Seguridad Extranjeras, entre otras.
Las Fuerzas Armadas de EE.UU. denominan Guerra especial como “las actividades que involucran una combinación de acciones letales y no letales, realizadas por una fuerza educada y entrenada especialmente, con una profunda comprensión de culturas e idiomas extranjeros, experiencias en tácticas con pequeñas unidades y la capacidad para crear y luchar junto a formaciones combativas de un tercer país, en un escenario hostil, incierto o permisivo” (http://www.cubadebate.cu/especiales/2015/04/20/la-guerra-especial-en-el-ciberespacio-un-nuevo-frente-de-batalla/#.WP_GBRzP1wF).

Algunos analistas se atreven a asegurar, después de que el propio Edward Snowden escribiera en su cuenta twitter que el hackeo contra la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los EEUU era obra de Rusia, que toda esta movida de mata se trata de la reedición de la Guerra fría, pero cibernética, en la que “las herramientas informáticas han sustituido a las armas nucleares” (http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2016-08-17/snowden-rusia-nsa-hackeo_1247768/).
Es “normal” que los gobiernos se excluyan de estas acciones, y la figura del anonimato los protege tanto en lo individual como en lo colectivo. Por ejemplo, en 2011 el Gobierno de los EE.UU. (en conjunto con el de Israel) ejecutaría el ciberataque de un gusano Stuxnet contra la Central nuclear iraní en Natanz, dañando las centrifugadoras (http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151007_iwonder_finde_tecnologia_virus_stuxnet). El virus tomaría mil máquinas destinadas a producir material nuclear y les ordenaría “autodestruirse”. Esta se registraría como la primera vez en que un ciberataque pasa de la acción virtual al “mundo real” y los expertos aseguran que tuvo que estar combinado con la presencia física de un agente en la planta de Natanz. Y, aunque EE.UU. no se atribuyó esta victoria, alardeó con lanzar “ciberbombas” contra el Estado Islámico, el mismo que ayudó a crear (http://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/242119/eeuu-pentagono-ciberbombas-isis-estado-islamico-conflicto-irak).
Pero por más que las autoridades militares estadounidenses consideren el ciberepacio como un “dominio”, “el 90% de la infraestructura informática pertenece al sector privado, lo que complica su defensa si no existe una cooperación estrecha con el sector público” (http://www.politicaexterior.com/actualidad/guerra-y-paz-en-el-ciberespacio/).
Destrás de las defensas estadounidenses están los supuestos ataques de Rusia, China (https://actualidad.rt.com/actualidad/view/87457-eeuu-perder-ciberguerra-china), Irán, que actuarían como pretexto para que EE.UU. amplíe el presupuesto que destina a tales fines. En total, serían 60 mil millones de dólares, un 10% del total de los gastos militares (http://www.blog.rielcano.org/la-ciberguerra-trump-ii/). Trump se hace el que no, pero su vicepresidente Mike Pence ha asegurado que el gobierno ejecutaráun conjunto de acciones para luchar contra los ciberataques y proteger a los ciudadanos estadounidense de las amenazas cibernéticas” (http://www.blog.rielcano.org/la-ciberguerra-de-trump/).

El Senador Jhon McCain califica el ataque ruso a su “democracia” como uno sin precedentes. “No hay un interés de seguridad nacional más vital para los Estados Unidos de América que la capacidad de celebrar elecciones libres y justas sin interferencia extranjera. Es por eso que el Congreso debe dejar de lado el partidismo, seguir los hechos y trabajar juntos para idear soluciones integrales para disuadir, defenderse y, cuando sea necesario, responder a ciberataques extranjeros”, declaró (http://www.defensenews.com/articles/mccain-russia-hack-should-spark-national-cyber-policy).
Rusia le pegó duro al ex candidato presidencial, ahora senador, le dio en el mero pecho al ego militar de la mayor máquina de guerra del mundo.
Después del ataque, McCain exigió que la política responda a “preguntas básicas, como lo que constituye un acto de guerra, o agresión en el ciberespacio, lo que merecería una respuesta militar, cuál es la teoría nacional de la disuasión cibernética y si los poderes ejecutivo y legislativo necesitan ser reorganizados para gestionar mejor el espacio cibernético”.
Rusia, en términos sencillo se convirtió en el coco de EE.UU. o dicho más sencillo: “No lo refuerce, mijo”.



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