Mi abuela decía que no había que darle al enemigo, el poder que no quisiéramos que tuviera. “No lo refuerce, mija”, aconsejaba.
Con las declaraciones de Agencia
Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, que asegura que
Rusia filtró los correos de Hillary Clinton para favorecer la
campaña de Donald Trump y en consecuencia intervenir en las
presidenciales de USA, la inteligencia rusa se hizo más grande,
aunque el Kremlin negara su participación en estas acciones. El
supuesto beneficiado, desmeritó a las mentes militares de su país
al decir que el ataque “podría haberlo hecho cualquier tipo en su
sofá”.
Lo mismo, dicen las agencias
estadounidenses, que los eslavos tienen datos personales y
financieros sobre Trump. Entre las informaciones, Rusia guardaría
grabaciones del actual presidente estadounidense con prostitutas en
Moscú. Ambos bandos dan por falsas las acusaciones. Pero antes de
que Trump asumiera, Barak Obama expulsó a 35 supuestos operadores de
inteligencia rusa, de su país.
En el teatro virtual, la guerra entre
las dos potencias militares más fuertes de la tierra, EE.UU. y
Rusia, se acrecienta. Son operaciones cibernéticas que tienen
-aproximadamente- una década de vida y que pasan de obtener
información confidencial a torcer los rumbos de una nación, y con
ello los del resto del mundo.
Y por lo menos desde el punto de vista
comunicacional con la victoria de Trump, la pelota parece estar del
lado ruso.
Aun así, las
operaciones informáticas no alcanzan a las intervenciones militares.
Para el experto en ciberseguridad, Thomas Rid, ningún delito
cibernético registrado constituye un acto de guerra por sí solo
(http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/01402390.2011.608939?journalCode=fjss20&).
“Todos los
ciberataques por motivos políticos son simplemente versiones más
sofisticadas de tres actividades que son tan antiguas como la guerra
misma: el sabotaje, el espionaje y la subversión”, explica.
En el caso estadounidense, califican
como guerras ejecutadas por las Fuerzas de Operaciones Especiales,
dentro de las cuales se incluye la Guerra No Convencional, la Defensa
Interna en el Extranjero, la Guerra Psicológica, la
Contrainsurgencia y la Ayuda a Fuerzas de Seguridad Extranjeras,
entre otras.
Las Fuerzas Armadas de EE.UU. denominan
Guerra especial como “las actividades que involucran una
combinación de acciones letales y no letales, realizadas por una
fuerza educada y entrenada especialmente, con una profunda
comprensión de culturas e idiomas extranjeros, experiencias en
tácticas con pequeñas unidades y la capacidad para crear y luchar
junto a formaciones combativas de un tercer país, en un escenario
hostil, incierto o permisivo”
(http://www.cubadebate.cu/especiales/2015/04/20/la-guerra-especial-en-el-ciberespacio-un-nuevo-frente-de-batalla/#.WP_GBRzP1wF).
Algunos analistas se atreven a
asegurar, después de que el propio Edward Snowden escribiera en su
cuenta twitter que el hackeo contra la Agencia de Seguridad Nacional
(NSA) de los EEUU era obra de Rusia, que toda esta movida de mata se
trata de la reedición de la Guerra fría, pero cibernética, en la
que “las herramientas informáticas han sustituido a las armas
nucleares”
(http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2016-08-17/snowden-rusia-nsa-hackeo_1247768/).
Es “normal” que los gobiernos se excluyan de estas acciones, y
la figura del anonimato los protege tanto en lo individual como en lo
colectivo. Por ejemplo, en 2011 el Gobierno de los EE.UU. (en
conjunto con el de Israel) ejecutaría el ciberataque de un gusano
Stuxnet contra
la Central nuclear iraní en Natanz, dañando las centrifugadoras
(http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151007_iwonder_finde_tecnologia_virus_stuxnet).
El virus tomaría mil máquinas destinadas a producir material
nuclear y les ordenaría “autodestruirse”. Esta se registraría
como la primera vez en que un ciberataque pasa de la acción virtual
al “mundo real” y los expertos aseguran que tuvo que estar
combinado con la presencia física de un agente en la planta de
Natanz. Y, aunque EE.UU. no se atribuyó esta victoria, alardeó con
lanzar “ciberbombas” contra el Estado Islámico, el mismo que
ayudó a crear
(http://www.hispantv.com/noticias/ee-uu-/242119/eeuu-pentagono-ciberbombas-isis-estado-islamico-conflicto-irak).Pero por más que las autoridades militares estadounidenses consideren el ciberepacio como un “dominio”, “el 90% de la infraestructura informática pertenece al sector privado, lo que complica su defensa si no existe una cooperación estrecha con el sector público” (http://www.politicaexterior.com/actualidad/guerra-y-paz-en-el-ciberespacio/).
Destrás de las defensas
estadounidenses están los supuestos ataques de Rusia, China
(https://actualidad.rt.com/actualidad/view/87457-eeuu-perder-ciberguerra-china),
Irán, que actuarían como pretexto para que EE.UU. amplíe el
presupuesto que destina a tales fines. En total, serían 60 mil
millones de dólares, un 10% del total de los gastos militares
(http://www.blog.rielcano.org/la-ciberguerra-trump-ii/).
Trump se hace el que no, pero su vicepresidente Mike Pence ha
asegurado que el gobierno ejecutará
“un conjunto de
acciones para luchar contra los ciberataques y proteger a los
ciudadanos estadounidense de las amenazas cibernéticas”
(http://www.blog.rielcano.org/la-ciberguerra-de-trump/).
El
Senador Jhon McCain califica el ataque ruso a su “democracia”
como uno sin precedentes. “No hay un
interés de seguridad nacional más vital para los Estados Unidos de
América que la capacidad de celebrar elecciones libres y justas sin
interferencia extranjera. Es por eso que el Congreso debe dejar de
lado el partidismo, seguir los hechos y trabajar juntos para idear
soluciones integrales para disuadir, defenderse y, cuando sea
necesario, responder a ciberataques extranjeros”, declaró
(http://www.defensenews.com/articles/mccain-russia-hack-should-spark-national-cyber-policy).
Rusia
le pegó duro al ex candidato presidencial, ahora senador, le dio en
el mero pecho al ego militar de la mayor máquina de guerra del
mundo.
Después
del ataque, McCain exigió que la política responda a “preguntas
básicas, como lo que constituye un acto de guerra, o agresión en el
ciberespacio, lo que merecería una respuesta militar, cuál es la
teoría nacional de la disuasión cibernética y si los poderes
ejecutivo y legislativo necesitan ser reorganizados para gestionar
mejor el espacio cibernético”.
Rusia,
en términos sencillo se convirtió en el coco de EE.UU. o dicho más
sencillo: “No lo refuerce, mijo”.
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