¿Dónde
está el espeso bosque? Desapareció.
¿Dónde
está el águila? Desapareció.
Así
termina la vida y comienza la supervivencia (*)
¿Qué pensaría si yo
le dijera que el gobierno del Estado Yaracuy promueve y aplica un
decreto para salvaguardar las cuencas hidrográficas de su estado y
garantizar la potabilidad y la reserva acuífera y para ello desaloja
de los predios de las zonas protegidas a 3.230 familias y a su vez
permite la minería de extracción no metálica, para sustraer de la
tierra piedras, cemento, feldespato, cal y arena, de empresas
privadas y del Estado, así como la tala y el procesamiento de cartón
y papel y como consecuencia la contaminación de los ríos y
embalses?
En la página web de la
Gobernación se reconoce el impacto económico de la creciente
actividad minera en el Estado.
Según
declaraciones del director
estadal del Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Agua,
Rafael Morales, “entre 2009 y 2016 en Yaracuy, se incremento en más
de 2.000% la recaudación por concepto de minerales no metálicos,
recursos que redundaron en la aprobación y financiamiento de al
menos cuatro mil proyectos de impacto social para los yaracuyanos”
(http://yaracuy.gob.ve/web/noticias/more/12442-Rafael-Morales-Comisin-de-Ambiente-convirti-inspeccin-en-show-meditico).
¿Qué contaminará
más? ¿La agricultura a mediana escala, o la minería? ¿En plena
crisis alimentaria, bajo qué lógica se prohíbe la actividad
agrícola en el campo venezolano, una actividad que según sus
propios campesinos no recurre ni siquiera a los agroquímicos?
Por lo menos 50 años
tienen algunas familias en Minas de Buría. Allí producen caraotas,
maíz, quinchoncho, naranjas, plátanos, crían vacas, cochinos, dan
de comer a los pueblos aledaños. Los campesinos reconocen en la
actividad minera la fuente contaminación “las areneras son las
principales responsables en Yaracuy” (http://crbz.org/?p=47501).
En total, el Estado
disputa el asentamiento en 28.000 hectáreas en pleno corazón
yaracuyano, donde hacen vida Consejos Comunales de las tierras de
María Lionza, e incluso organizaciones larenses.
Según Jesús Pérez,
miembro del
Secretariado Nacional del Movimiento Campesino Socialista
Jirajara-Confederación Socialista de Campesinos y Pesadores de
Venezuela Hugo Chávez, el Decreto 3.203 emitido por
el gobernador del Estado Yaracuy, Julio
Cesar León Heredia,
el 6 de abril de 2015 afecta la producción de tierras, que “abarcan
el 75% del territorio yaracuyano”
(http://www.albatv.org/Decreto-regional-3203-despojo-de.html?hootPostID=75bc76615252d713ab409e16a83f7272).
¿Cuántas personas
representan 3.230 familias? No estamos hablando de un caserío, sino
de poblaciones, a las que según el parágrafo primero del Artículo
3 del decreto se les “prevé soluciones habitacionales dignas para
aquellas familias que no dispongan de vivienda a la hora del traslado
producto del desalojo”
(http://fundacionideagenial.blogspot.com/2015/05/decreto-3203-iniciativa-acertada.html),
y a quienes sólo se les dio el ultimátun de 45 días para abandonar
los predios contemplados en el decreto, sin ninguna alternativa de
reubicación.
Por estas acciones, 8
personas se encuentran imputadas, seis campesinos vivos, uno muerto
(sí como lo lee: muerto hace 8 años, se le imputó en 2016), y un
ganadero (de quien se teme sea usado como excusa para desconocer la
lucha de la gran mayoría humilde
http://laculturanuestra.com/por-ocupacion-ilicita-campesinos-en-yaracuy-enfrentan-cargos-y-temen-posibilidad-de-desalojo/),
que mantienen causas penales por el delito de “Ocupación ilícita
de áreas protegidas naturales” y “Contravención de planes de
ordenación del territorio”.
La causa, que según
las promesas del Presidente del Instituto Nacional de Tierras (Inti),
José Ávila, “no pasaría a mayores”, fue puesta en manos de
Tribunales Penales en vez del Agrario. Como consecuencia, el Inti se
lavó las manos, porque en ese caso “ya no pudieron hacer nada”,
abandonando en primera instancia a 277 familias campesinas (todas
poseedoras de la Carta agraria), detrás de tecnicismos leguleyos.
“El Gobierno Nacional
nos manda a que sembremos, a que produzcamos, y lo que dice el
gobierno es una cosa, pero los seguidores de él están en contra”,
sentencia una campesina afectada, entrevistada por la Revista Sacudón
(https://www.youtube.com/watch?v=1lThrhAY9-8).
Y, como en río
revuelto pescan los astutos, un representante del extremo (a la
derecha) partido Voluntad Popular en la región y su abogado pidieron
a la Asamblea Nacional revisar el decreto, manifestándose “a favor
de los campesinos”
(http://www.notitarde.com/La-Costa/Campesinos-yaracuyanos-rechazan-Decreto-3203-2634631/2016/03/14/912277/),
no porque los estén acompañando en la defensa legal, porque a los
campesinos los representan tres abogados del Partido Comunista, sino
porque hacen del error ajeno casa.
¿Qué pensaría si yo
le dijera que el gobierno del Estado Yaracuy promueve y aplica un
decreto para salvaguardar las cuencas hidrográficas de su estado y
garantizar la potabilidad y la reserva acuífera?
Si yo le dijera
solamente eso, usted se levantaría y aplaudiría hasta que las manos
dolieran, porque quién no estaría a favor de la vida y no así de
la “sobrevivencia”.
Pero no existen la
salvaguarda, ni la eco-minería, tampoco las medias verdades, menos
las revoluciones a medias.
“Así termina la
vida y comienza la supervivencia”.
--
(*) En 1854, el Jefe
Noah Seattle les respondería a Franklin Pierce, presidente de
Estados Unidos, quien le pedía comprar las tierras donde vivían los
indígenas Swamish, a cambio de una reserva para su pueblo. Aunque
esta carta se le atribuye al guionista Ted Perry, se ha convertido en
un manifiesto a favor de la vida:
“Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas, el venado, el caballo, el gran águila, todos son nuestros hermanos. Las escarpadas montañas, los húmedos prados, el calor de la piel del potro y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia…esta agua cristalina que escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es solamente agua, sino también la sangre de nuestros antepasados… El murmullo del agua de los ríos es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed…sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Tanto le importa un trozo de nuestra tierra como otro cualquiera, pues es un extraño que llega en la noche a arrancar de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada la abandona, y prosigue su camino dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle nada. Roba a la tierra aquello que pertenece a sus hijos y no le importa nada. Tanto la tumba de sus padres como los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra y a su hermano, el cielo, como cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos o collares que intercambian por otros objetos. Su hambre insaciable devorará todo lo que hay en la tierra y detrás suyo dejaran tan sólo un desierto…Deben de enseñarle a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros antepasados. Digan a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestro pueblo, a fin de que sepan respetarla. Es necesario que enseñen a sus hijos, lo que nuestros hijos ya saben, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que ocurra a la tierra, le ocurrirá también a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el suelo, se están escupiendo así mismos. Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra, esto es lo que sabemos: todas las cosas están ligadas como la sangre que une a una familia. El sufrimiento de la tierra se convertirá en sufrimiento para los hijos de la tierra. El hombre no ha tejido la red que es la vida, solo es un hilo más de la trama.”
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