Escribir r e v o l u c
i ó n, y que rodara la cabeza del monstruo. Escribir s e m i l l
a, y que las ramas nos atravesaran los muslos. Escribir E s t a d
o, y morir sin haber sonreído. Escribir c o m i d a, y plantar mi
boca a la orilla de la historia, en la fila donde a las migajas no se
les llame alas. Escribir g o b i e r n o, y mirarme en el espejo.
Escribir b a r r i o, y volver corriendo a calentar la paila, a
llenar la barriga. Escribir f u e g o, y que llueva. Escribir s a
c u d ó n, y que lloren los de siempre. Escribir p a í s, y que
te obliguen a abrir la boca a la eyaculación. Escribir p u t a, y
se conforme un país. Escribir o r g í a, y que los propietarios
bailen sobre tus huesos. Escribir m á q u i n a, y vomitar las
palabras. Escribir p a l a b r a, y masticarla porque a medianoche
me da hambre, no cené y muy posiblemente tampoco me despierte mi
madre que sabe que a veces me mato de hambre. Escribir l u z, y que
un apagón reviente el termostato de la nevera. Escribir a l b a h a
c a, y el olor impregne la casa. Escribir c a s a, y adornar el
vacío ... volver al espejo y escribir e n e m i g o. Escribir s o
l e d a d, y que el espejo se desbarate encima. Deletrear e s p e j
o, en la humedad de un pedazo roto, con la tinta sangre del dedo
índice. Escribir m i e r d a, y el olor impregne la casa. Escribir
e s c r i b i r, y la nada sea eso, negro sobre blanco. Escribir a
n g u s t i a, y acentuarla mal, ahí donde una se desnuda sobre el
hielo. Escribir m i s e r i a, y sea un niño muerto un poema.
Escribir v e n t a n a, y saltar. Escribir s u i c i d i o, y
leer v i d a. Escribir m a d r e, y no poder dormir. Escribir a l
m a, y observarla tendida, ser horizonte. Escribir m a r, y hundir
los pies en la arena. Escribir s a l a r i o, y salar. Escribir a
m o r, y pronunciarlo bajito, susurrar, para no despertar la inquina
que tiene el sueño de vidrio y a la que por no dormir se le hace más
rabia la rabia. Escribir d o l o r, y hacerse docto en historia
universal. Escribir p a d r e, y no descansar. Escribir d i n e r
o, y cuando termine de hacer la ere ya no haya. Escribir o l i v a,
para guardar unas gotas de su aceite aunque sea escrito. Escribir D
i o s, en mayúscula caballo de Troya. Escribir m a n o s, y que
vuelen las mariposas. Escribir a m a n t e, y dedicarse al exilio.
Escribir v i e n t r e, y parir tu nombre. Escribir c u e r v o s,
y taparte los ojos. Escribir s e ñ o r a, y comprender que a los
títulos no les sale la mugre. Escribir r e m o j o, y ni así.
Escribir f l o r, sin arrancarla. Arrancarla y no escribirla más.
Dejarse levantar en el aullido del viento, y probar la levedad esa de
olvidar el bocado, los hijos, el ejemplo, escribir. Torcerá el día
y tendré que elegir entre huir de la bestia y trazar la palabra;
moriré en la boca de una cueva para escribir v i d. Y será la raíz
la línea que suba, se enrosque, arqueé el verbo, y de origen del
mundo. La palabra es la madre de todas las cosas, una madre que mata
a sus hijos, Medea. Escribir p a l a b r a, y saborear la sangre de
un carnero. Escribir p a l a b r a, en el humo de las ramas.
Escribir p a l a b r a, y encantar la serpiente. Escribir a r g o
n a u t a, y viajar del litoral del escritorio a la cocina. Escribir
en la tierra que esta noche no hubo calle ciega y que tu saliva te
volvió un hombre de f e, que tu camino es del grosor de un hilo y
que es escribirte en mí es una forma de salir de a d e n t r o.
Escribir a n i m a l, y hendirte las uñas. Abrir la A y sostenerla,
hasta que tiemble y a m a n e z c a. Escribir s o l, s u d o r,
o l v i d o. Escribir f i n a l.