La muerte viene de
adentro de un pájaro.
Se le atasca en la
garganta
y sólo es muerte
cuando
el pájaro la vomita.
Y una cree que está es
cantando.
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Muerte 1
La corrupción podría
definirse con los colores de nuestra bandera, podría constar de ocho
puntas, o de tantas como habitantes hay en esta tierra de gracia.
“En Venezuela no hay
razones para no robar”, decía por allá en la otra república
Gonzalo Barrios, reputado adeco. Y robaron, y no se han ido y siguen
robando, desde el poder.
Ése tipo de corrupción
se ha normalizado. La del erario público para las arcas personales.
Pero también la otra, la privada, de la que nadie parece decir pío.
En 2014, según el
mismo presidente Maduro se “perdieron” más de 60 mil millones de
dólares en divisas, en las “manos” de empresitas de maletín, su
entonces ministra habló de 20 mil millones de Bolívares. Hasta la
fecha no se ha publicado siquiera el nombre de los ladrones, o la
cifra exacta del desfalco.
La corrupción hace
referencia, casi siempre, a un mal del espíritu que lleva al autor a
dejar sin bienes materiales a otro, haciendo de su propiedad lo
colectivo. La propiedad es el robo, diría Proudhon.
Pero qué pasa cuando
nos roban la idea. De esa corrupción no se vuelve.
Tendremos que volver a
empezar.
Volver a nacer.
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Muerte 2
Después de muerto, la
cara de Hugo Chávez, su nombre, sus obras, sus palabras, sus
errores, sus chistes, todo de él fue usado como bandera electoral, a
favor, y en contra.
Hasta quien le hizo
oposición recurrió a él, porque “el autobusero no era tan
magnánimo como Chávez”. Aun hoy, el pajarito en que lo
convirtieron le habla en la pata e' la oreja a éste y a aquel.
Algunos se aventuran a equiparar a Leopoldo López preso con lo que
una vez representó el militar del 4-F, en Yare.
En fin, mucho se habla
del “legado”, como si a Chávez lo prefirieran muerto, porque a
ésta hora, tres años, tres meses, y nueve días después, ningún
funcionario del gobierno que durante catorce años presidiera se ha
puesto a trabajar en alguna investigación sobre la posible inducción
de la muerte del que proclama su Comandante supremo. Y, si ha dicho
algo, no ha pasado del enunciado.
“Yo no lo puedo
demostrar, pero yo tengo la absoluta convicción moral de que a
Chávez lo mataron", dijo Aristóbulo Istúriz hoy
vicepresidente, lo mismo que el presidente Nicolás Maduro cree que
le inocularon el cáncer.
Es verdad, ninguno de
los dos posee el conocimiento científico, y ahora mismo no parece
ser el momento para gastar el dinero público en una demostración
que no nos devolverá la esperanza que vivimos en los tiempos de
Chávez. Pero, nos deben el duelo, el momento para llorar, antes de
que el enemigo nos tome por completo. Y sobre todo, la verdad.
Aun así me pregunto
¿dónde ha estado ésa Comisión Presidencial con “los mejores
científicos y técnicos del mundo” para determinar si Chávez fue
inoculado con la enfermedad del cáncer, que prometió el presidente
Maduro?
Díaz Rangel, a pocos
días de la muerte, publicó un artículo según el cual, tres
muestras se mandaron a diferentes laboratorios del mundo (en Rusia,
Brasil y China), con un nombre supuesto, y las tres coincidieron en
que se trataba “de células únicas, de un cáncer extremadamente
agresivo, y aparentemente desconocido”.
Recientemente, otro
título publicado en aporrea.org habla de una nano arma con la que
minarían célula por célula el cuerpo del entonces presidente.
¿El amor por Chávez
es inversamente proporcional al interés que muestran en determinar
cuál fue la causa de su muerte? ¿Y si no hay justicia para Chávez,
entonces para quién?
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Muerte 3
Si de falsedades que
matan hablamos, decir que la explotación minera a cielo abierto
puede ser ecológica es una mentira que no es verdad. Ahora, hacerla
institución es una barbarie.
Primero, la creación
del Arco Minero del Orinoco, comprende 12% del territorio nacional,
una extensión mayor a la superficie territorial de Cuba, por
ejemplo: 111.843,70 kilómetros cuadrados sentenciados al exterminio,
según decreto 2.248 publicado en la Gaceta Oficial 40.855, de la
República Bolivariana de Venezuela.
Segundo, la ejecución
del desastre será certificada por el recién conformado Ministerio
del Poder Popular para el Desarrollo Minero Ecológico, una
organización gubernamental al servicio de Gold Reserve, quien en
realidad será el brazo ejecutor, brazo que en otrora torciera el
propio Hugo Chávez en contra de la minería a cielo abierto.
Si alguna vez hubo duda
sobre el concepto en el que se mueve este gobierno, este hecho
entierra toda duda. El buen burgués no es dueño de la palabra,
porque los hechos destronan a la mentira.
Decirse socialista e
institucionalizar el exterminio es la contradicción más amarga.
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Muerte 4
Amargo resulta comprar
papelón. La panela, alternativa al consumo de la desaparecida
azúcar, que hace un año oscilaba entre 50 y 90 Bolívares, ya
cabalga los 2.300 y 2.500.
Lo mismo la sardina,
los granos, el maíz pelado, todo.
Si el huevo de gallina
fuera nuestra moneda nacional, hubiésemos triplicado por día el
valor representativo del dinero público.
Aun así, digamos, no
cambio la idea por una tortilla.
Esta crisis que vivimos
es la parte del ciclo económico en la que sufrimos la debacle del
sistema ¿Cuánta conciencia lograremos amasar, o llegada nuevamente
la bonanza volveremos a olvidar?
Anochece y está a
media asta la alegría.
Un pájaro silba
insistentemente desde la rama curva del pino.
La pavita se calla
cuando la nombran.
Y yo no quiero
nombrarla porque tiene que morir la muerte un día.
En cambio, abro la
ventana y dejo pasar su vuelo.
Cierro las piernas y le
miro a los ojos.
Dónde está, le
pregunto.
Y deja caer a su paso
la púa, mi carne.
Está donde la
Revolución se traga a sí misma,
donde se marean las
piedras después de la ola,
allá, en el viejo
horizonte de una mesa
cuando comenzamos a
nacer.
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