jueves, 9 de agosto de 2012

Chavela Vargas, el otro amor de Frida Kahlo

En una época en la que no seguir con el estereotipo de mujer de casa era motivo suficiente para ser mal mirada, señalada e incluso rechazada, Chavela Vargas no tuvo miedo a reconocer que los hombres simplemente no le apetecían.
Durante un tiempo, Chavela vivió junto a Frida Kahlo y Diego Rivera en su casa de Coyoacán antes de la muerte de Frida en el 54. Y aunque el romance entre ellas dos nunca fue totalmente público, existen cartas que muestran la devoción que sentían la una por la otra y que, definitivamente, arrebatan el aliento por la belleza de sus palabras.
“Vivo para Diego y para ti. Nada más”, decía Frida en una de sus cartas. Por su parte, Chavela confesó en una entrevista: “[Frida] Me enseñó muchas cosas y aprendí mucho, y sin presumir de nada “¡agarré el cielo con las manos, con cada palabra, cada mañana!”.
“Pensábamos las mismas cosas y queríamos que el mundo fuera como nosotras lo soñábamos. Ella era fuerte, yo era fuerte. Parecía un potranca también, como yo, una yegua, de las que cuesta domar, de las que nunca se doman. Ella estaba postrada en la cama, o en la silla, pero no me refiero a eso: digo que su pensamiento no se podía doblegar”.
Chavela, quien nunca negó su alcoholismo ni su pasión, fue una mujer que llenó de color el día a día de Frida, cantándole al oído, y reconoce que haberla conocido a ella y a Diego Rivera fue el premio más grande que le dió la vida.
Dos grandes mujeres unidas por una gran pasión, ya sea por la otra o por la vida en sí; dos grandes mujeres que se fueron pero que dejan atrás un lugar irremplazable en el corazón de los mexicanos.

Texto de Lorena Rodriguez
 

Esta carta supuestamente la escribió Frida Kahlo a Carlos Pellicer.
"Y marca el inicio de nuestra gran amistad". Dice así:

Carlos:

Hoy conocí a Chavela Vargas.
Extraordinaria, Lesbiana, es más se me antojó eróticamente.
No sé si ella sintió lo que yo. Pero creo que es una mujer lo bastante liberal que si me lo pide no dudaría un Segundo en desnudarme ante ella. Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya.
Ella repito es erótica.

Acaso es un regalo que el cielo me envía.

Frida K.

 


 

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