En una época en la que no seguir con el estereotipo de mujer de casa
era motivo suficiente para ser mal mirada, señalada e incluso rechazada,
Chavela Vargas no tuvo miedo a reconocer que los hombres simplemente no
le apetecían.
Durante un tiempo, Chavela vivió junto a Frida Kahlo y Diego Rivera
en su casa de Coyoacán antes de la muerte de Frida en el 54. Y aunque el
romance entre ellas dos nunca fue totalmente público, existen cartas
que muestran la devoción que sentían la una por la otra y que,
definitivamente, arrebatan el aliento por la belleza de sus palabras.
“Vivo para Diego y para ti. Nada más”, decía Frida en una de
sus cartas. Por su parte, Chavela confesó en una entrevista: “[Frida]
Me enseñó muchas cosas y aprendí mucho, y sin presumir de nada “¡agarré
el cielo con las manos, con cada palabra, cada mañana!”.
“Pensábamos las mismas cosas y queríamos que el mundo
fuera como nosotras lo soñábamos. Ella era fuerte, yo era fuerte.
Parecía un potranca también, como yo, una yegua, de las que cuesta
domar, de las que nunca se doman. Ella estaba postrada en la cama, o en
la silla, pero no me refiero a eso: digo que su pensamiento no se podía
doblegar”.
Chavela, quien nunca negó su alcoholismo ni
su pasión, fue una mujer que llenó de color el día a día de Frida,
cantándole al oído, y reconoce que haberla conocido a ella y a Diego
Rivera fue el premio más grande que le dió la vida.
Dos grandes mujeres unidas por una gran pasión, ya sea por la otra o
por la vida en sí; dos grandes mujeres que se fueron pero que dejan
atrás un lugar irremplazable en el corazón de los mexicanos.
Texto de Lorena Rodriguez
Texto de Lorena Rodriguez
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