domingo, 10 de julio de 2016

PON 35



EPÍSTOLA DE LOS POETAS QUE VENDRÁN
Por Manuel Scorza (Perú)

Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
tal vez mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.
Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.
Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.
Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas
que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡es más puro que el diamante!
El poeta libertará el fuego
de su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.

LA NAVE
Por Luis Barrios Cruz (Venezuela)
Vamos a construir una hermosa nave,
sobre los planos de aquel secreto único
trazado por el remolino de las palmas
con el lápiz soñado de una esperanza.
No le disputaremos su simpático récord
a Lindbergh, boy-scout de azules salvajes.
Nosotros tenemos un Atlántico propio
y batiremos un récord inédito.
Nuestro Atlántico propio: ¡qué llanura tan verde!
Un inédito récord: ¡qué Orinoco tan bravo!
Vamos a construir una hermosa nave.
Y no hay temor de que se quede alguno en la ribera.
Irán todos los sueños: ¡qué nave tan hermosa y tan grande!
¡Oh! nuestra nave con su hélice de horizontes,
con sus cabinas de brisa ancha,
con su motor de sol.
De piloto irá un signo, ¡este!
En todas las nubes construiremos aeropuertos
y nos aprovisionaremos de estrellas.
¿Dónde vamos? He aquí lo mejor de esta nave:
¿Dónde vamos?
A lo lejos se abre el hangar de una palabra intacta.
Vamos a construir una hermosa nave.
Tenemos un Atlántico propio, y verde.
Batiremos un récord inédito, y bravo.
¡Pero vamos a construir una hermosa nave!

UN ESCRITOR ANTES DEL OFICIO
Por Dano Linares (Venezuela)
Es un manojo de voces. También una casa. Y esa casa tiene mil puertas. Cada puerta suele abrirse con una voz particular. Puedes acercarte a la cerradura y susurrar, por ejemplo, algo de Octavio Paz: «Voy por tu cuerpo como por el mundo…», y la puerta calla, atenta, hasta que rechinan sus bisagras o se mantienen intactas. Ese manojo de voces te abre o cierra las puertas al mundo. Cada voz es una llave, una forma de hacer ese mundo más grande o menos vasto, o de ubicarlo en un aquí o en un allá, en un adentro y un afuera, o en otro lugar que no es uno. Mil voces que dan en el blanco de mil puertas. Es un manojo que agrupa líneas de libros o libros enteros, recuerdos, vivencias, canciones, versos, o la prosa de algún ensayista o novelista. Luego te das cuenta de que hay todo un mundo, o toda una dimensión de esa realidad que te interroga, o que tú mismo interrogas, y que sólo pueden abrirse (o cerrarse) con tu propia voz. Entonces ya no citas a Octavio Paz, sino que te da por escribir una línea, haces de cerrajero, y susurras. Pero esa llave, de pronto, no abre nada (ni cierra), sino que debes forjarla, debes buscar su mayor y mejor definición, y entonces te jodes, porque pasarás el resto de tu vida en el sagrado y delicioso oficio de abrir o cerrar las puertas de ti mismo, para el mundo.


Trino:
No hay dos olas iguales.


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