Imagínense que Estados Unidos fuera una dictadura. El 1%
de la población podría acaparar toda la riqueza del país. Enriquecerían
más a sus amigos ricos bajándoles los impuestos y rescatándolos cuando
corren riesgos y fracasan. Podrían ignorar las necesidades médicas y
educativas de los pobres. Sus medios parecerían libres pero realmente
los controlaría una persona y su familia. Podrían intervenir los
teléfonos, torturar a reos extranjeros. Podrían arreglar las elecciones.
Podrían mentir sobre por qué van a la guerra. Podrían llenar sus
cárceles con un solo grupo racial y nadie se quejaría.Podrían usar los
medios para espantar al pueblo y hacer que apoye políticas contra sus
intereses. Sé que esto es difícil de imaginar para los americanos pero
por favor, inténtenlo.
Por favor, intente conseguir las diferencias entre la "democracia" estadounidense y la dictadura de la que habla nuestro dictador.
En paralelo a la extinción de la fauna salvaje se
está produciendo otra, de forma anónima y ante la que estamos ciegos y
sordos: el de las especies vegetales y animales que nos sirven de
alimento. La industrialización de la producción de verduras, cereales,
frutas, carnes… ha exigido el abandono masivo de miles de variedades en
pro de las virtudes exclusivamente comerciales como el aspecto y la
durabilidad. La reducción de la diversidad de lo que comemos es
asombrosa, en torno al 90% en el último siglo. Y la tendencia continúa
hacia la simplificación y uniformación. La riqueza alimentaria del mundo
está en peligro.
Según datos del extraordinario artículo de Charles Siebert que este
mes publica la revista National Geographic, el 90% de las variedades de
frutas y verduras en EEUU han desaparecido (por ejemplo, de 7.000 clases de manzanas existentes en el s.XIX quedan actualmente menos de un centenar).
En China, el 90% de especies de trigo ha desaparecido. Y en Filipinas,
de miles de clases de arroz solo persisten cien. Y estas extinciones
masivas se repiten en todo el mundo. En el siguiente gráfico que incluye
el artículo de NG se aprecia el dramático cambio que hemos generado en
la biodiversidad alimentaria:
Comparativa de las variedades existentes de algunas verduras y frutas hace 80 años y actualmente
En un siglo hemos acabado con la diversidad genética que nuestros
antepasados lograron a lo largo de 10.000 años de domesticación y
selección. Consiguieron adaptar las mejores variedades para los climas y
peculiaridades locales de cada zona, creando un patrimonio alimentario
de incalculable valor por su calidad, eficiencia y diversidad. Y ahora
estamos renunciando conscientemente a todo ello, seleccionando para monocultivos las variedades no por su sabor o virtudes nutritivas sino por su rentabilidad económica. La revolución verde tuvo indudables efectos positivos en nuestra
capacidad para generar alimentos, pero el modo en que hemos obviado la
importancia de la diversidad para centrarnos en la producción puede
volverse en nuestra contra. Como explica Siebert, al barajar
solo un puñado de variedades, aumenta el riesgo de que una enfermedad u
hongo logre arrasar con facilidad todas las cosechas, lo que
encadena al sistema al uso creciente de pesticidas y plaguicidas: “En
África, agricultores y ganaderos se han endeudado para pagar
fertilizantes, plaguicidas, medicinas y piensos de elevado contenido
proteico necesarios para que esas plantas y animales prosperen en
condiciones climáticas difrentes de las originales. Son como adictos,
enganchados a un hábito que no pueden permitirse ni en términos
económicos ni ecológicos”.
Los pobres viajan. En la estación de autobuses levantan los pescuezos como gansos para mirar los letreros del autobús. Sus miradas son de quien teme perder alguna cosa: la maleta que guarda un radio de pilas y una chaqueta que tiene el color del frío en un día sin sueños, el sandwich de mortadela en el fondo de la mochila, y el sol del suburbio y polvo más allá de los viaductos. Entre el rumor de los alto-parlantes y el traqueteo de los autobuses temen perder su propio viaje escondido en la neblina de los horarios. Los que dormitan en las bancas despiertan asustados, aunque las pesadillas sean un privilegio de los que abastecen los oídos y el tedio de los psicoanalistas en consultorios asépticos como el algodón que tapa la nariz de los muertos. En las filas los pobres asumen un aire grave que une temor, impaciencia y sumisión. ¡Qué grotesco son los pobres! ¡Y cómo molestan sus olores aun a la distancia! No tienen la noción de los conveniente, no saben portarse en público. El dedo sucio de nicotina restriega el ojo irritado que del sueño retuvo apenas la legaña. Del seno caído e hinchado un hilillo de leche escurre hacia la pequeña boca habituada al lloriqueo. En los andenes van y vienen, saltan y aseguran maletas y paquetes, hacen preguntas impertinentes en las ventanillas, susurran palabras misteriosas y contemplan las portadas de las revistas con aire espantado de quien no sabe el camino del salón de la vida. ¿Por qué ese ir y venir? ¿Y esas ropas extravagantes, esos amarillos de aceite de dendé que lastiman la vista delicada del viajero obligado a soportar tantos olores incómodos, y esos rojos chillantes de feria y parque de diversiones? Los pobres no saben viajar ni saben vestirse. Tampoco saben vivir: no tienen noción del confort aunque algunos de ellos tengan hasta televisión. Verdaderamente los pobres no saben ni morir. (Tienen casi siempre una muerte fea y de mal gusto) Y en cualquier lugar del mundo molestan, viajeros inoportunos que ocupan nuestros lugares aun cuando vayamos sentados y ellos viajen de pie.
Los murciélagos se esconden tras las cornisas del almacén. ¿Pero dónde se esconden los hombres, que vuelan la vida entera en la oscuridad, chocando contra las paredes blancas del amor? La casa de nuestro padre estaba llena de murciélagos colgados, como luminarias, de las viejas vigas que apuntalaban el tejado amenazado por las lluvias. "Estos hijos nos chupan la sangre", suspiraba mi padre. ¿Qué hombre tirará la primera piedra a ese mamífero que, como él, se nutre de la sangre de los otros animales (¡hermano mío! ¡hermano mío!) y, comunitario, exige el sudor de su semejante aun en la oscuridad? En el halo de un seno joven como la noche se esconde el hombre; en el algodón de su almohada, en la luz del farol el hombre guarda las doradas monedas de su amor. Pero el murciélago, durmiendo como un péndulo, sólo guarda el día ofendido. Al morir, nuestro padre nos dejó (a mis ocho hermanos y a mí) su casa donde de noche llovía por las tejas rotas. Pagamos la hipoteca y conservamos los murciélagos. Y entre nuestras paredes se debaten: ciegos como nosotros.
(*) Ivo, periodista, poeta, nvelista, cuentista, cronista y ensayista brasileño.
Volvió Chávez a Caracas la madrugada de hoy 18 de febrero de 2013. Con él vuelve la esperanza al pueblo que lo sigue. Después de un poco más de dos meses en La Habana, luego de una cuarta intervención quirúrgica, producto del cáncer que lo aqueja, después de esperar, vuelve a su patria. Eran las 2:30 AM cuando arribó a Maiquetía, según las informaciones oficiales. Un poco más tarde, a las 4:00 AM, escribía en su cuenta Twitter su agradecimiento por estar vivo, por volver a la patria. En Caracas sonaba la diana. La luna, partida por la mitad, se asomaba roja en los cielos que abrazan esta historia. En mis acostumbradas paradas nocturnas, recibí la noticia por un mensaje de mi madre. "Chávez volvió. Está en el Hospital Militar. Que alegría". No la llamé. Le escribí. No quería hacerla llover más de lo que yo sabía estaba llorando. Que se haya movilizado a Venezuela implica que esté mejor de salud; y aunque seguramente todavía no esté recuperado, que esté más cerca después de una recia campaña para desequilibrar nuestra esperanza, ya es un paso adelante. Las caras de los periodistas de los medios opositores no pueden sino ratificar la de la mayoría venezolana, latinoamericana, mundial, son los rostros del guiñol de los poderes fácticos del mundo, tan contrarios a los del pueblo, tan ausentes de la historia. Para las y los que apuestan por la muerte de Chávez, su llegada a suelo venezolano es más aterrorizante que la caída del meteorito en Los Urales rusos. ¿Y cuándo llegaría Chávez sino en febrero? ¿Y cuándo no amanecería de Chávez? ¿De golpe, en otra madrugada luminosa? ---- Otra tinta que se imprimió al alba fue la del llamado periódico de Chávez. Me gustaría no ser derrotista, pero igual me llama la atención el titular principal del Correo del Orinoco: "Hinterlaces: Maduro ganaría 50% eventuales elecciones presidenciales". ¿A qué viene? ¿Llamarán a elecciones? ¿Anunciarán que Chávez no asumirá la presidencia? ¿Nos preparan?
Merece Chávez el descanso ¿Podrá Maduro lograr los objetivos? La vida política venezolana es una montaña rusa emocional. ----
La bella y elegante mujer de profundos
ojos celestes entra en la oficina del cónsul boliviano en Alemania y
espera pacientemente ser atendida, mientras mira displicentemente los
cuadros que adornan la oficina.
Roberto Quintanilla, cónsul boliviano, vestido elegantemente de traje
aparece en la oficina y saluda impactado por la belleza a esa mujer que
dice ser australiana y que días antes le ha pedido una entrevista.
La mujer lo mira fijamente a los ojos y sin mediar palabras extrae un revolver y dispara tres veces.
Hija de uno de los grandes propagandistas del nazismo (Hans Ertl, por mucho tiempo se lo conoció como “el fotógrafo de Hitler”), Monika terminó en Boliviacuando el Tercer Reich se derrumbó y los jerarcas huyeron a los refugios más lejanos del planeta.
Se crió en un círculo tan cerrado como racista, en el que brillaban su
padre y otro siniestro personaje al que ella llamaba “tío”: Klaus Barbie, “el Carnicero de Lyon”.
Pero la joven y bella alemana creció y todo cambió en el final de los años sesenta.
Y la muerte de Ernesto Guevara en la selva boliviana significó el
empujón final: rompió con sus raíces y en un giro copernicano terminó
militando en las filas del Ejército de Liberación Nacional, el grupo
guerrillero creado por el mismísimo Che.
En 1971, cruza el Atlántico, vuelve a su Alemania natal, y en Hamburgo ajusticia personalmente al cónsul boliviano en esa ciudad.
¿Quién era? Nada menos que el coronel Roberto Quintanilla, el
responsable del ultraje final a Guevara: la amputación de sus manos.
Allí comenzaría una cacería que atravesó países y mares y que solo
encontró su fin cuando Monika cayó muerta en el año 1973, en una
emboscada que según algunas fuentes le tendió su “tio” , Klaus Barbie.
En un cementerio de La Paz, se dice que descansan “simbólicamente”
los restos de Mónica Ertl.
En realidad nunca le fueron entregados a su
padre.
Sus reclamos fueron ignorados por las autoridades a partir del
hecho.
Estos permanecen en algún sitio desconocido del país boliviano.
Yacen en una fosa común, sin una cruz, sin un nombre, sin una Bendicion
de su padre.
Así fue la vida de esta mujer que en un período, al decir de la
derecha fascista de aquellos años, campeaba en “el comunismo” y por ende
“el terrorismo” en Europa.
Para unos su nombre quedo grabado en los
jardines de la memoria como guerrillera, asesina o quizá terrorista,
para otros como una mujer valiente que cumplió con una misión.
Por: Jürgen Schreiber
Nota:
Varios de los oficiales que intervinieron en la persecución y asesinato
del ‘Che’ Guevara enfrentaron un destino trágico dando pie a la leyenda
de la «maldición del Che».
En realidad algunos de ellos fueron víctimas de atentados relacionados
con La Higuera, pero otros fueron parte de la sangrienta lucha por el
poder que se desató en las fuerzas armadas bolivianas:
1. El general René Barrientos, presidente de Bolivia, muere en 1969 en
un accidente de helicóptero cuya causa nunca será aclarada.
2. El general Alfredo Ovando, su sucesor, ve cómo su hijo mayor muere
también en un sospechoso accidente de aviación. Cae en un pozo depresivo
y muere en 1982.
3. El general Juan José Torres, jefe de Estado Mayor cuando el Che fue
capturado, y presidente de un gobierno de izquierda en 1971, es
asesinado en Buenos Aires, en 1976, por el grupo parapolicial Triple A.
4. El comandante de la Octava División de Santa Cruz, el coronel Joaquín
Centeno, quien transmite la orden de ejecutar al Che, es asesinado en
una calle de París en 1976, por un comando llamado “Che Guevara”.
5. El coronel Roberto Quintanilla, quien quería decapitar el cadáver del
Che, es asesinado en su despacho de cónsul de Bolivia, en Hamburgo, en
1971.
6. El teniente coronel Andrés Selich, el que insulta y tironea de la
barba al Che en la escuelita, muere en 1973 linchado por sus compañeros
de armas en La Paz
7. El capitán Prado, jefe de la compañía que capturó al Che, recibe en
1972 un balazo en la columna, que lo obliga desde entonces a desplazarse
en una silla de ruedas.
Cuando un hombre entra en una mujer, como el oleaje que muerde la orilla, una y otra vez, y la mujer abre la boca de placer y sus dientes brillan como el alfabeto, Logos aparece ordeñando una estrella, y el hombre dentro de la mujer hace un nudo, para que nunca más estén separados y la mujer sube a una flor y Logos aparece y desata los ríos.
Este hombre, esta mujer con su doble hambre, han procurado penetrar la cortina de Dios, lo cual brevemente han logrado aunque Dios en su perversidad deshace el nudo.