Los pobres viajan. En la estación de autobuses levantan los pescuezos como gansos para mirar los letreros del autobús. Sus miradas son de quien teme perder alguna cosa: la maleta que guarda un radio de pilas y una chaqueta que tiene el color del frío en un día sin sueños, el sandwich de mortadela en el fondo de la mochila, y el sol del suburbio y polvo más allá de los viaductos. Entre el rumor de los alto-parlantes y el traqueteo de los autobuses temen perder su propio viaje escondido en la neblina de los horarios. Los que dormitan en las bancas despiertan asustados, aunque las pesadillas sean un privilegio de los que abastecen los oídos y el tedio de los psicoanalistas en consultorios asépticos como el algodón que tapa la nariz de los muertos. En las filas los pobres asumen un aire grave que une temor, impaciencia y sumisión. ¡Qué grotesco son los pobres! ¡Y cómo molestan sus olores aun a la distancia! No tienen la noción de los conveniente, no saben portarse en público. El dedo sucio de nicotina restriega el ojo irritado que del sueño retuvo apenas la legaña. Del seno caído e hinchado un hilillo de leche escurre hacia la pequeña boca habituada al lloriqueo. En los andenes van y vienen, saltan y aseguran maletas y paquetes, hacen preguntas impertinentes en las ventanillas, susurran palabras misteriosas y contemplan las portadas de las revistas con aire espantado de quien no sabe el camino del salón de la vida. ¿Por qué ese ir y venir? ¿Y esas ropas extravagantes, esos amarillos de aceite de dendé que lastiman la vista delicada del viajero obligado a soportar tantos olores incómodos, y esos rojos chillantes de feria y parque de diversiones? Los pobres no saben viajar ni saben vestirse. Tampoco saben vivir: no tienen noción del confort aunque algunos de ellos tengan hasta televisión. Verdaderamente los pobres no saben ni morir. (Tienen casi siempre una muerte fea y de mal gusto) Y en cualquier lugar del mundo molestan, viajeros inoportunos que ocupan nuestros lugares aun cuando vayamos sentados y ellos viajen de pie.
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