Por
Indira Carpio Olivo
20/11/2011
Para
mi abuela
Por
la mañana la despertó la voz de su sangre
le
encomendó el corazón de su hija
Es
así como el aŕbol resguarda sus ramas mientras deshoja
Ya
de pie, frente al tronco sin vida
le
hablaba como cuando niña
y
como cuando niña tampoco la escuchaba
El
sol no calentó
los
fluídos dejaron de circular
las
sirenas de cantar
Desenpolvó el
color para las mejillas
jugaba a las
máscaras
antes de finalizar
el ritual de la siembra
Enjugó
sus ojos con formol
empuñó
la cruz de las últimas plegarías
y
con la peineta de siempre estiró sus canas
Jugaba
como poco pudo hacerlo en vida
jugaba
con la parca
y
su guadaña servía como peine para desenredar la telaraña
La
vistió como se visten las muñecas
y
su voz le cerró los ojos, la boca, el aliento
Así,
la fruta cayó de la rama
Se
pregunta ¿Puede un cuerpo volar debajo de la tierra?
No
tiene memoria para saberlo
sólo
raíces
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Te
recuerdo abuela en el olor del pantano
en
las múltiples propiedades de la cayena
en
una pluma con azul de "mitileno"
en
el sabor de la lechoza
Te
imagino rociando el agua para barrer sobre la tierra
Cuando
me defienda, te recuerdo, como roble, para siempre abuela
Extrañaré
tus manos calientes sobre mi vientre, el único remedio para mi dolor
mensual
Tu
historia resume la de las mujeres en este país y esa historia
permanece insepulta.
Hermoso... fue como un cachetón mientras duermes... duro, lacerante pero sentido.... un beso
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