jueves, 24 de noviembre de 2011

Amalia


Por Indira Carpio Olivo
20/11/2011
Para mi abuela

Por la mañana la despertó la voz de su sangre
le encomendó el corazón de su hija
Es así como el aŕbol resguarda sus ramas mientras deshoja
Ya de pie, frente al tronco sin vida
le hablaba como cuando niña
y como cuando niña tampoco la escuchaba

El sol no calentó
los fluídos dejaron de circular
las sirenas de cantar

Desenpolvó el color para las mejillas
jugaba a las máscaras
antes de finalizar el ritual de la siembra

Enjugó sus ojos con formol
empuñó la cruz de las últimas plegarías
y con la peineta de siempre estiró sus canas

Jugaba como poco pudo hacerlo en vida
jugaba con la parca
y su guadaña servía como peine para desenredar la telaraña

La vistió como se visten las muñecas
y su voz le cerró los ojos, la boca, el aliento
Así, la fruta cayó de la rama

Se pregunta ¿Puede un cuerpo volar debajo de la tierra?
No tiene memoria para saberlo
sólo raíces
----

Te recuerdo abuela en el olor del pantano
en las múltiples propiedades de la cayena
en una pluma con azul de "mitileno"
en el sabor de la lechoza
Te imagino rociando el agua para barrer sobre la tierra
Cuando me defienda, te recuerdo, como roble, para siempre abuela
Extrañaré tus manos calientes sobre mi vientre, el único remedio para mi dolor mensual
Tu historia resume la de las mujeres en este país y esa historia permanece insepulta.


1 comentario:

  1. Hermoso... fue como un cachetón mientras duermes... duro, lacerante pero sentido.... un beso

    ResponderEliminar