I
Ciudad que escupe fuego
tu jinete de pobreza contagia a los apresurados
Los pocos
miran
suben el vidrio de sus burbujas
tiemblan, nos temen
A los muchos
los perfora el oro cielo de las vallas
y los distrae el movimiento de las hojas que se acumulan en las alcantarillas
Al otro lado de la acera, las de corta edad masajean su vientre abultado de latidos
comercian las miradas
cascabelean unas monedas
II
Ciudad de bocinas que conciertan las almas
tus gritos anuncian la hora final
Ciudad búnker oxidada
en la que una fila de polvorientos espera su llamado
La luz intermitente anuncia el último suspiro
una máquina de escribir se traba
la teclean sin obtener historia alguna
Mientras los batallones roen los huesos de los burócratas
los sobrevivientes redoblan el paso
En los repetidos funerales los espejos simulan multitudes
y los olvidados arden al sol
Ciudad de la guerra
III
Capital de los egos
en el estacionamiento aéreo de tu cuello no habitan balas de salva
fallidas, rebotan en el asfalto
y van a parar al oeste de tu pecho
Ciudad de centro, de etiquetas sin precio
de marcas que rasgan los vestidos
de calaberas descarnadas
de tercos corazones
de lágrimas adictas al maquillaje
abre tus piernas
amputa la mente y el dolor
nuevamente serás violada
Los meteoritos fecundarán tu planeta inhóspito
y haran trino minado
Ciudad-cama, rota
IV
Los condenados, los expulsados de Dante se arrastran por el desierto en llamas
por una ciudad traidora con escaleras de púas
Ciudad que maldice a aquellos que se rozan
a quienes la danza del tiempo los curva
en el mundo de las esquinas
Ciudad de campanas que marcan el tiempo de las ratas
de carreteras al pandemonium
maldita ciudad que olvidaste mis labios
arráncame la lengua y lleva contigo esta miseria
porque no hay rezo, ni plegaria que pueda con la agonía
Ciudad eternamente muerta
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