domingo, 30 de octubre de 2016

PON 49


BOCETO DE MI SEMBLANTE SIN EDAD
Por María Calcaño (Venezuela)

Si yo hubiera nacido en Francia
cómo hubiera querido un hombre de estos lados.
Uno de estos, de amor, de alegría, de amenaza, completo.

Todo nuevo: dureza y color
del bronce y de la piedra.

Tomada sin civilizaciones.
Todo instantáneo como el huevecillo
que sobre las flores dejan los insectos.

¡Fuertes lluvias,
y vientos desatados,
y árboles crujientes,
y espesas noches
sobre nosotros
como sobre otra tierra!

Y él, en el instante pleno
en que me ha de oprimir toda…
Perseguidor de niños.

El placer eterno para mis linos.
¡Rocío vivo sobre mi pradera de mayo!

De haber nacido lejos,
decididamente, hubiera venido a parar aquí,
a la tierra de mis hombres.

¡Cómo amo mis pies que no fueron por el mundo!


SI MURIERA ESTA NOCHE
Por Idea Vilariño (Uruguay)
Si muriera esta noche
si pudiera morir
si me muriera
si este coito feroz
interminable
peleado y sin clemencia
abrazo sin piedad
beso sin tregua
alcanzara su colmo y se aflojara
si ahora mismo
si ahora
entornando los ojos me muriera
sintiera que ya está
que ya el afán cesó
y la luz ya no fuera un haz de espadas
y el aire ya no fuera un haz de espadas
y el dolor de los otros y el amor y vivir
y todo ya no fuera un haz de espadas
y acabara conmigo
para mí
para siempre
y que ya no doliera
y que ya no doliera.

PASAPORTE (frag.)
Por
Rosario Castellanos (México)

... si es necesaria una definición
para el papel de identidad, apunte
que soy una mujer de buenas intenciones
y que he pavimentado
un camino directo y fácil al infierno.

Libro:
Memorias de una joven formal (frag.)
Por Simone de Beauvoir (Francia)

Una tarde, estaba ayudando a mamá a lavar platos; ella los lavaba y yo los secaba; por la ventana, veía la pared del cuartel de bomberos y otras cocinas donde otras mujeres frotaban cacerolas o pelaban verduras. Cada día, el almuerzo, la comida; cada día lavar platos; esas horas infinitamente repetidas que no llevan a ninguna parte: ¿viviría yo así? (…) No, me dije mientras ordenaba en la alacena una pila de platos, mi vida conducirá a alguna parte. Felizmente no estaba condenada a un destino de ama de casa. Mi padre no era feminista; admiraba la sabiduría de las novelas de Colette Yver donde la abogada, la doctora, terminan por sacrificar su carrera a la armonía del hogar; pero la necesidad hace ley: “vosotras hijitas, no os casareis –repetía a menudo-. No tenéis dote, tendréis que trabajar”. Yo prefería infinitamente la perspectiva de un oficio a la del matrimonio; permitía esperanzas.

y vientos desatados,
y árboles crujientes,
y espesas noches
sobre nosotros
como sobre otra tierra!

Y él, en el instante pleno
en que me ha de oprimir toda…
Perseguidor de niños.

El placer eterno para mis linos.
¡Rocío vivo sobre mi pradera de mayo!

De haber nacido lejos,
decididamente, hubiera venido a parar aquí,
a la tierra de mis hombres.

¡Cómo amo mis pies que no fueron por el mundo!


SI MURIERA ESTA NOCHE
Por Idea Vilariño (Uruguay)
Si muriera esta noche
si pudiera morir
si me muriera
si este coito feroz
interminable
peleado y sin clemencia
abrazo sin piedad
beso sin tregua
alcanzara su colmo y se aflojara
si ahora mismo
si ahora
entornando los ojos me muriera
sintiera que ya está
que ya el afán cesó
y la luz ya no fuera un haz de espadas
y el aire ya no fuera un haz de espadas
y el dolor de los otros y el amor y vivir
y todo ya no fuera un haz de espadas
y acabara conmigo
para mí
para siempre
y que ya no doliera
y que ya no doliera.

PASAPORTE (frag.)
Por
Rosario Castellanos (México)

... si es necesaria una definición
para el papel de identidad, apunte
que soy una mujer de buenas intenciones
y que he pavimentado
un camino directo y fácil al infierno.

Libro:
Memorias de una joven formal (frag.)
Por Simone de Beauvoir (Francia)

Una tarde, estaba ayudando a mamá a lavar platos; ella los lavaba y yo los secaba; por la ventana, veía la pared del cuartel de bomberos y otras cocinas donde otras mujeres frotaban cacerolas o pelaban verduras. Cada día, el almuerzo, la comida; cada día lavar platos; esas horas infinitamente repetidas que no llevan a ninguna parte: ¿viviría yo así? (…) No, me dije mientras ordenaba en la alacena una pila de platos, mi vida conducirá a alguna parte. Felizmente no estaba condenada a un destino de ama de casa. Mi padre no era feminista; admiraba la sabiduría de las novelas de Colette Yver donde la abogada, la doctora, terminan por sacrificar su carrera a la armonía del hogar; pero la necesidad hace ley: “vosotras hijitas, no os casareis –repetía a menudo-. No tenéis dote, tendréis que trabajar”. Yo prefería infinitamente la perspectiva de un oficio a la del matrimonio; permitía esperanzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario