Entregar
a Julián Conrado no sólo sería una acción ilegal, sino inmoral
Por
Indira Carpio Olivo y Ernesto J. Navarro (*)
7de diciembre de 2011.-Nació como Guillermo
Enrique Torres Cueter, también le gritan “zambo”, “guajiro”, “cantor”, pero su
nombre de guerra es Julián Conrado. Este trovador del canto nuestroamericano ha
sido capturado y privado de libertad en tierras de Bolívar, en la Barinas que vio nacer a Hugo Chávez, el
último día del mes del natalicio de Marx y Bakunin: el 31 de mayo de 2011.
Tenía 56 años de edad
cuando fue apresado. Cumplió los 57, el 17 de agosto de 2011.
Un comando
colombo-venezolano lo secuestró, esposó y vendó sus ojos durante 7 días. De
repente apareció en la Dirección de Inteligencia Militar -DIM- en Caracas,
Venezuela.
Las preguntas que caben
para descifrar ese momento son irrespondibles ¿Por qué después de capturado no
es trasladado a Colombia directamente, siendo requerido en el Estado Colombiano
por el “delito” de cantar (1) y estando en la frontera con ese país?
¿Qué sucede cuando lo desaparecen? ¿Quieren involucrar a Venezuela con otro
falso positivo? ¿Qué negociaciones se jugaron con la captura del cantor?
Estados Unidos ofrecía una
recompensa de US$ 2,5 millones por la cabeza de Conrado. La Interpol lo
solicitaba desde 2002 por delitos menores y de opcional cumplimiento. Lo cierto
es que captores e informantes serán premiados por el gobierno colombiano con
una jugosa cantidad de los verdes (2).
Mientras eso sucede, en el
canal youtube de TeleSur califican como “delincuente” y lo asciende al rango de
“jefe guerrillero” al cantor necesario (3).
El 1 de junio, cuando las
autoridades venezolanas se pronunciaron al respecto en un comunicado del
Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Interiores y de Justicia (4)
lo hacen bajo los términos de la Interpol.
Se trata de la misma
organización que sancionó a funcionarios venezolanos relacionándolos con las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo -Farc EP- (5),
la misma que ha sido criticada por el propio presidente Hugo Chávez.
La misma Interpol a la que
todavía Venezuela se suscribe, es la misma que eliminó la alerta roja de los
banqueros que estafaron a buena parte de los venezolanos, esa Interpol es la
que ahora rige los destinos de un revolucionario ¿Contradictorio?
Según las actas de captura
y detención, Conrado habría sido capturado entre los días 4 y 5 de junio, pero
Hugo Chávez y Juan Manuel Santos se manifestaron al respecto el primer día de
ese mes.
Julián, lleva seis meses
detenido ilegalmente, debido a que las cláusulas de su detención no encuentran
asidero legal para privarlo de libertad. Hace cuatro meses venció el plazo de
solicitud de extradición legal por parte de Estado colombiano. En Venezuela la
fiscalía no le imputa ningún delito.
Entonces es pública y
notoria la situación de complicidad e ilegalidad entre “autoridades”
colombianas y venezolanas para mantener tras las rejas el canto revolucionario
de Julián Conrado, quien además presenta un cuadro de salud en franco
deterioro.
Debido al reestablecimiento
de las relaciones políticas y económicas entre los Estados venezolano y
colombiano “nuestro nuevo mejor amigo”, la opción legal según la propia
Convención de Ginebra sería que Venezuela enviase a Conrado a un tercer país
neutral y, según la propia Convención contra la tortura, no debe ser entregado
al Estado colombiano.
La audiencia para el caso
de Guillermo Enrique Torres Cueter, del 24 de noviembre e 2011, ante el
Tribunal Supremo de Justicia se suspendió. Aun y sin nueva fecha para la
presentación ante el juzgado mayor venezolano, los abogados de Conrado tampoco
reciben información sobre la solicitud de asilo entregada y recibida por el
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados -ACNUR-, elevada a este
organismo el día 5 de agosto de 2011.
¿Julián Conrado correrá el
mismo destino que el compañero Joaquín Pérez Becerra?
Gracias al también cantor,
Alí Manaure, logramos conversar telefónicamente desde los calabozos del DIM con
el revolucionario, quien asegura no perder las esperanzas en los hombres de
Bolívar “porque un revolucionario siempre está henchido de fe”.