domingo, 22 de mayo de 2011

Mierda, 5 bolos por ensuciarme las manos

 
Cuentos de Ombudsman, de “conserjes” y esclavitud
Por Indira Carpio Olivo/ indiracarpio@gmail.com/ @icarpio/ indiracarpio.blogspot.com

Este domingo 22 de mayo, hice algo que hace muchos años no hacía (y antes lo hice por obligación académica). Malgasté 5 bolívares comprando un ejemplar de Últimas Noticias –ÚN-. Y les digo más, mi morbo sólo llegó hasta la página 2 de este pasquín de ralea escuálida (1), en el que un artículo titulado De conserjes y esclavitud (2) me detuvo por un rato.
Utilizando el subterfugio de una carta de José Ángel Laguna, el Defensor del Lector Escuálido (3) expresa su opinión en contra de la Ley Especial para la Dignificación de Trabajadoras y Trabajadores Residenciales (4). En el artículo, tanto el remitente como el destinatario banalizan el trabajo esclavo, pareciéndoles más relevante el cambio de la definición de conserje a trabajador residencial.
Semanalmente, Jesús Cova –el Ombudsman- entre otras cosas, destroza los artículos de sus compañeros periodistas pretendiendo ser el abogado del diablo. Además, explica el origen de las palabras y su uso, lo que da la impresión de que otorga importancia a la etimología y al papel del lenguaje en la formación o deformación histórica y social. Ésta vez no le dio la gana de reconocer que la práctica social cambia el significado de algunas palabras, este es el caso de la palabra “conserje”.
Según el inocente diccionario del que “defiende al pueblo”, conserje define a una persona que trabaja en el “mantenimiento (aseo y cuidado de una instalación)”.
Lo que olvida el señor Cova es que las y los conserjes son personas que trabajan sin horarios, sin beneficios de tickets de alimentación, sin seguro médico, sin utilidades, ni bonos vacacionales, sin derecho a enfermarse, sin derecho a sindicatos.
Tienen, eso sí, derecho a humillaciones, derecho a gritos y hasta golpes porque olvidaron lustrar bien el piso, derecho a no tener derecho y ser llamados “señor/señora conserje” por un connotado periodista y su periódico, que tal vez en toda su carrera sólo hoy los visibilizó únicamente para decirles que se resignen a llamarse conserjes, pues llamarse “trabajador residencial” no cambia el hecho de que deban seguir limpiando la basura ajena.
Según el autor de la carta, merecedor de una página completa en ÚN, estas personas pueden “hasta estudiar y prepararse en cualquier área del saber humano”. Sólo le falta agregar que estas personas son pobres porque quieren.
La única forma que tienen esta parte de la población de estudiar se las proporciona el gobierno, a través de la Misión Robinson, Ribas y Sucre, educación que los escuálidos, opositores, antichavistas, anticomunistas, capitalistas (y demás sinónimos y redundancias) tildan de ineficiente, cuando no para burros e ineptos.
Laguna escribe y Cova certifica que sus quejas no tienen tinte político alguno; a pesar de ello, sólo critican la connotación peyorativa de las palabras “escuálidos” y “majunche”, usadas por el presidente de la República en medio de la diatriba política del país para referirse a los escuálidos majunches.
Asumir que unas palabras etiquetan negativamente a un colectivo y otras no, no es una postura inocente. La decisión de darle una página entera o sólo unas líneas del periódico a lo que el defensor considera que está bien o no, tampoco ocurre al azar. Se impone una visión sobre el mundo, sobre los otros, es decir es una postura política y, el criterio de este Ombudsman, defiende el derecho de unos a estar por encima de otros cuando dice que está bien llamar conserjes a unos trabajadores explotados. Las palabras forman realidades. Nada inocente.
El término conserje no es en sí peyorativo, como tampoco lo es la palabra negro, pero la práctica es lo que ha convertido a esta comunidad en esclavos modernos. Entonces, por qué no empezar por cambiar el lenguaje con el que hacemos referencia a los Trabajadores Residenciales ¿Cuál es el problema? ¿Que lo haya dicho Chávez? ¿Qué no se le ocurrió a Primero Justicia? ¿O que no lo haya moqueado Maria Corina en la Asamblea? Ah ya sé, que afecta a la clase a la que pertenece el Ombusman, a los patronos clase media con aspiración a nuevos ricos.
El autor y su fuente dicen que no es trabajo esclavo porque los “conserjes” son asalariados. Es que ¿el pago suprime el esclavismo? ¿Acaso no le pagan a los bolivianos que se encuentran recluídos-esclavizados en fábricas textiles argentinas, sin poder siquiera salir a gastar su dinero?
Cova asume que “visto así tan esclavos son los conserjes como lo son/somos cientos de miles de abogados, médicos, ingenieros, enfermeros... y casi todos los periodistas”, pero pasa por alto que los abogados, médicos, ingenieros, enfermeros y los periodistas son los patronos de los trabajadores residenciales y si ellos son esclavos, entonces los conserjes están más abajo, todavía.
Son estos “profesionales” los que se refieren a éstas personas como “el piazo e conserje”, frase que también admite el periodista, ombudsman, defensor y asalariado de ÚN. Desconozco cuál sea su profesión más allá de escribir mierda para un periódico, la misma mierda que le limpiará su conserje, la misma mierda que me costó 5 bolos y me ensució las manos.


Para ampliar las informaciones
(1) Últimas Noticias es un periódico de circulación nacional cuyo dueño es la familia del aspirante a candidato a presidente, Enrique Capriles Radonsky.
(3) El nombre que le da el ÚN es Defensor del lector, pero por su postura política decidí llamarlo Defensor del lector escuálido.
(4) Ley habilitante recientemente aprobada por el Presidente Hugo Chávez, decreto que cambia la relación laboral entre los trabajadores residenciales y los condominios, sus patronos.

4 comentarios:

  1. Decía Marx y Engels en el Manifiesto del PC
    ¿Qué diferencia hay entre el proletariado y el esclavo? Que el esclavo está vendido de una vez y para siempre y el proletariado tiene que venderse él mismo cada día, cada hora (...) su trabajo no se compra sino cuando se necesite, por cuya razón no tiene la existencia asegurada

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  2. Muy, pero muy buen artículo Indira. Lo peor son los borregos que se convencen con esos pobres textos.

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