lunes, 30 de mayo de 2011

De la tierra al cielo, estación Metrocable


Por Indira Carpio Olivo (*) / indiracarpio@gmail.com/ @icapio/ indiracarpio.blogspot.com

Con la intervención de mano de obra de nacional, en marzo de 2007 el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, a través del Metro de Caracas, inicia la construcción del Metrocable San Agustín, a fin de cubrir una demanda diaria de 15 mil pasajeros.
El Metrocable San Agustín es un sistema de transporte no convencional tipo teleférico, que traslada vía aérea, a través de 51 cabinas en las que ingresan 8 personas, a pasajeros que recorren 5 estaciones para llegar a su destino en la parroquia. Los funiculares que viajan por una guaya metálica a 3.5 kilómetro por hora, proporcionan mayor movilidad, comodidad, seguridad y novedad a los habitantes.
En 2011, a un año de su inauguración, este medio logró transportar a más de 1 millón de personas de manera gratuita, dignificando a más de 40 mil habitantes de la capital venezolana.
La experiencia se replica al resto del territorio nacional; la segunda a bordo en la construcción de un sistema de transporte similar: la comunidad de Mariche, en el Estado Miranda.

Estación Colina. Debía llegar en minutos al trabajo, así que tomé un taxi. Hacía unos años que vivía en “colinas” de Santa Mónica, al sureste de Caracas. Me distanciaba del centro de la ciudad unos 30 minutos de ruta y la definición social, no gramatical de lo que es una colina y un cerro.
El taxista corría por los “caminos verdes” para llegar lo antes posible a la brega. Luego de pasar por la Avenida Victoria, nos dirigimos hacia el Helicoide para transitar por los bordes de uno de los barrios de San Agustín.
Estación Cerro. El chofer señaló a su derecha y con un halo de desdén me dijo “¿Cómo le parece? Este gobierno alentando la construcción de ranchos en ese cerro”.
Intenté preguntarle “¿Cóm..”, pero me interrumpió “con el Metrocable ese, lo que van a conseguir es que más gente invada esos terrenos. No le digo yo, ahora capaz y ese barrio agarra más valor”. Y, esto último no era mentira.
Cuando por fin, luego de unos días, me pude subir a un funicular, pude ver a una niña de unos 12 años de edad escribiendo en el techo de su casa “se vende”. La nena echó una mirada a la cabina donde viajaba y me sonrió ¿Qué mejor publicidad? ¿Cuánto puede valer ese aviso clasificado a la vista diaria de miles y miles de personas?
Aunque para los habitantes de la parroquia esta obra de infraestructura “no tiene precio”, 318 millones de dólares fueron invertidos en el sistema teleférico que comunica San Agustín con el Parque Central de la capital caribeña.
Estación Inclusión. Cerca de 15 mil personas transitan a diario por las 5 estaciones del sistema aéreo, en su primer año de funcionamiento un millón de pasajeros han sido movilizados gratuitamente; antes malgastaban tres cuartos de hora en transporte terrestre para salir del barrio. Ahora sólo les toma 9 minutos ir de la primera a la última parada y comunicarse con el subterráneo capitalino, no sin antes tener una vista 360° de su comunidad.
El Metrocable dignifica el sistema de transporte de los más de 40 mil habitantes de la Parroquia San Agustín, la más vieja barriada de la “sultana del Ávila”, una de las 22 parroquias del municipio Libertador.
La obra beneficia a los sectores de San Agustín del Norte, San Agustín del Sur y El conde, que agrupan los barrios: Hornos de Cal, La Charneca, El Helicoide, El Mamón, El Manguito, Marín, Televisora, Roca Tarpeya, La Ceiba, Negro Primero, Proyecto Madera, El Alba, Los 12 Pasajes, Parque Central y Los Caobos.
El sitio Web Wikimapia le habla al mundo sobre un San Agustín unido “por un intrincado sistema de vías en muy mal estado, (...) considerado como uno de los barrios más pobres y peligrosos de Caracas”; pero ¿considerado por quién?
El buscador no cuenta sobre la riqueza política de un siglo de historia, cultura y contracultura en uno de los barrios afrodescendientes más combativos de Venezuela.
Estación Encuentro. En San Agustín, a Víctor Sequera todo el mundo lo llama “Gamelote” y tiene viviendo en Marín los 60 años que habita en el mundo, desde que el barrio era de “puritica tierra”. Líder comunitario, “Gamelote” es uno de los representantes de la Asociación Cultural Teatro Alameda, quienes organizan las actividades y articulan con las instituciones gubernamentales para el desarrollo de las tradiciones de la zona capitalina.
“El metrocable ha servido como un espacio más de encuentro para la comunidad. No sólo como transporte, sino como distintivo de progreso y organización para la gente del barrio”, nos cuenta Víctor.
Una persona que viviese en el lugar por más de 30 años, incluso una que viviese en la parroquia musical de Caracas (que así también le mientan a San Agustín) tan sólo la mitad, 15 años, no sólo ejercitó las piernas al son de los tambores del Grupo Madera, sino que también el subir y bajar los cerros le sumó sudor al ejercicio.
Estación Pasado. Tan sólo a diario un habitante de San Agustín bajaba 300 y subía los mismo 300 escalones para ir al trabajo, para hacer compras o ir al médico. Cuando no caminaba, tenía que viajar en rústicos por los laberínticos barrios hasta la avenida Victoria para rodear la parroquia y llegar hasta Bellas Artes para comprar los alimentos, los remedios e ir a la escuela.
“Era todo un viacrusis”, relata Antonio Alvarado, quien tiene viviendo en La Ceiba 30 años. “Mi esposa, que vivía en Roca Tarpeya, tenía que bajar esos 300 escalones a diario”. Esta cantidad de peldaños multiplicada por 30 años suman más de 6 millones 500 mil escalones.
Estación Esperanza. Hoy, las 51 cabinas que conforman el Sistema Metrocable mitigan el cansancio de las personas que durante toda su vida caminaron cerro arriba y cerro abajo -y que milagrosamente ahora son adultos mayores-, recorren 1.800 metros -a través de una guaya metálica, con una velocidad de 3.5 kilómetro por hora- divididos en 5 estaciones: Parque Central, Hornos de Cal, La Ceiba, El Manguito y San Agustín, todas estratégicamente ubicadas para dar cobertura a la mayor parte de los barrios.
“Este sistema es un alivio desde el punto de vista físico, nos ahorramos el esfuerzo, pero también es un alivio moral. Saber que somos visibilizados, tomados en cuenta por un gobierno que trabaja para y por los pobres”, expone Alvarado sentado a mi lado en uno de los funiculares del sistema.
Estación Mariche. Asimismo, el Metrocable extiende sus alas hasta la comunidad de Mariche, ubicada en el municipio Sucre del estado Miranda, para beneficiar a 150 mil personas que habitan esta localidad.
En el proyecto se construyen 2 tramos -una línea expresa Mariche-Palo Verde de 4.79 Km, y otra local de 4.84 Km de longitud- divididas en 5 estaciones: Palo verde, Guaicoco, La Dolorita, La Dolorita Bloque y Mariche.
Las edificaciones contemplan la inversión de 330 mil millones de dólares, creando 400 empleos directos y 500 empleos indirectos y movilizando un estimado de 3.000 usuarios a diario.

Última Estación. En el Metrocable San Agustín también se generó la mano de obra local para la construcción del sistema. Según informaciones de la oficina de comunicaciones del Metro de Caracas, se produjeron 200 empleos directos y 250 empleos indirectos “garantizando una fuente laboral que ofreció diversas oportunidades y beneficios a los habitantes de la comunidad, a fin de crear en ellos el sentido de pertenencia y conservación del patrimonio”.
De hecho, los 73 operadores técnicos del Metrocable caraqueño son jóvenes habitantes de los distintos barrios de San Agustín y 25 personas de los Consejos Comunales de la parroquia integran los grupos encargados de llevar a cabo los trabajos de mantenimiento y conservación de las instalaciones.
En Venezuela, cuando algo se transforma radicalmente, se dice que “cambió del cielo a la tierra”. En estos barrios ocurrió a la inversa, con la llegada del Metrocable San Agustín cambió de la tierra al cielo.

(*) Artículo escrito para la Revista Correo del Alba

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