domingo, 18 de septiembre de 2016

PON 43


EL HAMBRE
Por Antonio Arráiz (Venezuela)

Poco antes del alba,
de risa rosada
hay un preciso momento
en el que algo fatal
flota en la selva;
algo inquietante y secreto;
es el hambre,
es el hambre que flota en la selva.

Se nos crispan los vientres vacíos.
El aire palpita de miedo.
Se apagaron los ruidos alegres,
y las miradas se hacen perversas.
El hambre va flotando en la selva.
Detrás de los árboles,
detrás de las peñas,
detrás de la sombra,
se presienten: las garras agudas,
los ojos de torvas miradas,
los dientes,
las fieras hambrientas,
de vientres vacíos,
acechándonos.
El aire palpita de miedo.
Olvidamos los ruidos alegres
y andamos con pasos astutos
y ojos perversos
buscando la presa.

Es el hambre,
es el hambre que flota en la selva.



FILOSOFÍA DEL OPTIMISTA
Por Fayad Jamís (México)

El optimista se sentó a la mesa, miró a su alrededor
y se sirvió un poco de lo poco que halló. Le dijeron
que había demasiado nada (en realidad había pocomucho)
pero él devoró su ración sin hacer comentarios,
abrió el periódico, se fumó su café y acabó
de cenar en paz. Pensó: tengo derecho a comer con alegría
lo pocomucho que me gano mientras llega la abundancia.
Sin embargo seguían hablando de todo lo que no hay
no hay no hay no hay. No hay esto ni lo otro.
Pero el optimista se levantó en silencio
y otra vez recordó aquellos años en que sólo comió
lágrimas. No había nadie para decirle no hay sopa o bistec
o tome un pedazo de pan duro para el perro de su hambre,
pero jamás de sus dientes salieron discursos.
Y ahora estaba satisfecho de la cena frugal. El hombre
salió a la calle y echó a andar mientras silbaba.
Las luces eléctricas le recordaron el porvenir.

PAN
Por Javier Guedez (Venezuela)

Hay un cielo debajo de la mesa esperando una migaja de pan
mientras un mar en el lavamanos
se desborda de peces y corderos.
Una ventana en tu pecho de agua, donde flota un gato dormido,
se cierra para completar el espejo
dentro de la nevera
un vaso lleno de hojas secas
calma la sed de un reloj agujereado
entonces calma.
Sobre la cabeza llueve una nube de soles
para que los pensamientos con sobrepeso se hagan humo de las manos
y tu boca pronuncie su última ráfaga
en la tormenta dulce de la tierra mojada
entonces pan.

Cara e' libro:

LIBERTAD EN LA CAMA
Por Antonio Gamoneda (España)

Todos los días salgo de la cama
y digo adiós a mi compañera.
Vean: cuando me pongo
los pantalones,
me quito
la
libertad.
Cuando llega la noche, otra vez
vuelvo a la cama y duermo.
A veces sueño que me llevan con las manos atadas,
pero entonces me despierto y siento la oscuridad,
y, con el mismo valor, el cuerpo de mi mujer y el mío.


«Al comienzo me pareció duro entender que mi abuela no trae canastos de higo y se aburre debajo del mármol.» José Barroeta ~


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